En la mayoría de las ocasiones, los estudiantes finalizan Bachillerato sin tener clara su vocación profesional y sin haber definido sus cualidades y sus intereses en lo referente a la multitud de grados que ofrecen las universidades con sus respectivas salidas laborales. Por lo que respecta a las carreras de letras, existe una predilección por el Derecho, cuya masificación en las Facultades de toda España se puede definir para unos como verdadera vocación y en cambio, para otros, como una elección realizada aleatoriamente, sin demasiada convicción pero con la creencia, quizá equivocada, de que esta “carrera comodín” les abrirá un horizonte de posibilidades profesionales mayor que el de otros estudios.
En mi caso particular, antes de enamorarme del Derecho me planteé realizar los estudios de Administración y Dirección de Empresas o Económicas porque me resultaban muy atractivos y con un amplio abanico de salidas en todo lo referente a la gestión, el análisis económico, asesoría y dirección, relaciones internacionales… Sin embargo, la vida me condujo por otros derroteros y la preparación de oposiciones y las asignaturas de perfil jurídico que realicé en mis otras licenciaturas, convirtieron al Derecho en mi primera opción. Y así fue como me convertí en jurista, término procedente del latín iurista y que define a la persona que estudia el Derecho y que ejerce una profesión jurídica.
Conforme a mi experiencia, el Derecho es una carrera fundamentalmente teórica en la que considero imprescindible una buena memoria, una gran capacidad de abstracción y un conocimiento mínimo del entorno social, político y económico para la correcta comprensión y análisis de los textos jurídicos y legales. El estudiante debe llegar a dominar los conocimientos sobre la determinación y manejo adecuado de fuentes del Derecho y saber combinarlo con una habilidad en documentación jurídica y utilización de una información debidamente actualizada a la hora de la interpretación y aplicación del Derecho.
Pero ante todo y como cualidad imprescindible es necesaria una elevada preparación en el terreno de la lectura y la escritura porque una buena expresión oral y escrita es la mejor carta de presentación de un futuro jurista, cuya calidad profesional se desmarcará de la de los otros si posee unas dotes de comunicador destacables que le permitan brillar en una exposición, ya sea oral ya sea escrita, sobre cualquier aspecto jurídico y hacerlo con el rigor y la flexibilidad requeridas. A la capacidad intelectual y de síntesis y argumentación añadiría la perseverancia, la disciplina diaria y la confianza en uno mismo, con los altibajos por otra parte vitales que en ocasiones se presentan, y esa sensibilidad humana que despierte el espíritu cívico y permita al estudiante partir de la base de una ética deontológica que oriente su profesión y la realización plena de sus valores. Finalmente, para completar el puzzle, el sentido crítico y de raciocinio para abordar con éxito los diferentes problemas jurídicos y una vocación por la justicia que permita a aquél que en un futuro vivirá entre leyes a no ver únicamente el lado utilitario y pragmático de la profesión y que proporcione empatía y tolerancia para comprender a los distintos seres humanos con los que se relacione, sus matices y diferencias, sus problemas y sus deseos.
Tras esta exposición, añado a continuación un decálogo sobre el jurista (en concreto la rama de la abogacía) que una vez encontré navegando por la red y que me parece muy oportuno compartir con todos vosotros al hilo de este comentario:
1. ESTUDIA: El derecho se transforma constantemente, si no sigues sus pasos, serás cada día menos abogado.
2. PIENSA: El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
3. LUCHA: Tu deber es luchar por el derecho; pero el día en que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia.
4. TRABAJA: La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia.
5. SE LEAL: Leal para con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal con el adversario, aun cuando el sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tu le dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez debe confiar en lo que tu invocas.
6. TOLERA: Tolera la verdad ajena en la misma manera en que quieras que sea tolerada la tuya
7. TEN PACIENCIA: En el derecho, el tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración
8. TEN FE: Ten fe en el derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz como sustitutivo bondadoso de la justicia; y sobre todo ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz.
9. OLVIDA: La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras llenando tu alma de rencor, llegará un día que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida tu victoria como tu derrota.
10. AMA TU PROFESIÓN: Trata de considerar la abogacía de tal manera, que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga Abogado.
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