01 septiembre 2011

Mar de letras

    A veces siento que me ahogo en este mar de letras, de infinitas lecturas y áridos temarios. Es un sacrificio necesario para obtener el tan ansiado reconocimiento. No me queda más remedio que nadar, que mantenerme a flote aun cuando las palabras traten de hundirme con ellas y arrastrarme a la locura de sus profundidades, al abismo de sus equívocos. No puedo abarcarlo todo pero sigo intentándolo. Porque creo en sus verdades, porque creo en la cultura, en la formación del espíritu y en la riqueza del lenguaje. Mantengo actualizados mis pulmones mientras mi mente se acostumbra a vivir en constante contacto con el agua, con la sabiduría de sus conocimientos, con el zarpazo de sus a veces incomprensibles discernimientos. 

   Sólo se trata de escapar de la ignorancia y de las tinieblas, de las aguas revueltas y analfabetas. Fui estudiante ayer, soy estudiante hoy y seré estudiante por siempre. Y mi recompensa será el poder bucear por mares inexplorados, conocer especies nunca antes descubiertas, bailar con los delfines, jugar con las sirenas. Seguiré nadando con mi bañador de rayas aunque me duelan los brazos y las piernas, aunque me digan que de nada vale mi baño, que es un viaje suicida. En una de mis inmersiones, contemplaré embelesada los bosques de conchas marinas. Cuando esté preparada, mías serán sus aguas y sus perlas.

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