Mi camino está hecho de incertidumbre, de sueños, de quimeras. Es un sendero iluminado por el sentido común y arropado por las buenas intenciones. Está plagado de hojas otoñales, constantes cambios de piel, veranos de sacrificio y encierro, inviernos crudos y viscerales. No creo en los atajos ni me fío de las elegantes rosas. Los errores cuelgan de los árboles que me rodean para recordarme quién fui y quien debo ser ahora. Los pecados se extienden por el suelo y se mezclan con el aroma de la experiencia y los éxitos pasados. Las hojas se tiñen de fracasos personales y de fantasías infantiles, de reconocimiento y de admiración, de espera y esperanza para este indomable corazón. La erosión y el desgaste darán paso a la primavera y sus flores.
El rocío indica la dirección hacia la autoestima y los miedos se convierten en las piedras que debo esquivar. No hay una meta concreta, puedo incluso pasarla de largo, siempre intentado superarme, encontrarme, conquistarme. No es el mío un camino recto pero sus torceduras le dan un carácter bohemio y nostálgico, de sorpresa incluso, porque desconozco que me deparará el sendero a la vuelta de cada esquina. Cuando los errores se hielen y aparezcan los frutos de mi andadura personal, estaré ahí para recogerlos. Aunque ello suponga desandar parte del camino para disfrutar de la conquista y pedir explicaciones a esa parte del otoño que, inmisericorde, me roba algún que otro sueño para esparcirlo sin contemplaciones por su espacioso, caótico y traicionero camino, mi camino.
El rocío indica la dirección hacia la autoestima y los miedos se convierten en las piedras que debo esquivar. No hay una meta concreta, puedo incluso pasarla de largo, siempre intentado superarme, encontrarme, conquistarme. No es el mío un camino recto pero sus torceduras le dan un carácter bohemio y nostálgico, de sorpresa incluso, porque desconozco que me deparará el sendero a la vuelta de cada esquina. Cuando los errores se hielen y aparezcan los frutos de mi andadura personal, estaré ahí para recogerlos. Aunque ello suponga desandar parte del camino para disfrutar de la conquista y pedir explicaciones a esa parte del otoño que, inmisericorde, me roba algún que otro sueño para esparcirlo sin contemplaciones por su espacioso, caótico y traicionero camino, mi camino.
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