Dicen de mí que vivo al margen del corazón, que soy una insolente sin remedio, una canción sin voz. Dicen de mí que atravieso los mares sin tocar el agua, que prefiero la soledad de las tardes, que no sé vivir sin tu amor. Dicen de mí que no tengo solución, que soy una idealista anclada al mástil de unos sueños imposibles, pétalo desperdigado por el viento buscando su redención. Dicen de mí que la cordura ya no me acompaña en mis noches, que deambulo por las calles de la perdición y coqueteo con los dedos del abatimiento. Dicen de mí que no tengo vergüenza, que mi cabellera pelirroja seduce a caballeros sin nombre y que hace tiempo que olvidé el camino del decoro y de las apariencias. Dicen de mí que soy amiga de los gatos negros, que mi descaro no sabe de límites, que me estoy desviando del camino recto…
Ellos, que no me conocen, ellos siempre hablan. Los menos indicados, los que más deberían callar. Voy buscando mi camino, alejada de rumores y falsas verdades, y sus palabras envenenadas son las espinas que uno debe esquivar al atardecer. Sus aguijones no me producen ningún efecto. Dicen de mí tantas cosas. Y yo, cuánto me río…
Ellos, que no me conocen, ellos siempre hablan. Los menos indicados, los que más deberían callar. Voy buscando mi camino, alejada de rumores y falsas verdades, y sus palabras envenenadas son las espinas que uno debe esquivar al atardecer. Sus aguijones no me producen ningún efecto. Dicen de mí tantas cosas. Y yo, cuánto me río…
Qué bien, escribes muy bien. Me gusta.
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