07 diciembre 2011

Tus besos malditos

      Tus besos malditos me roban el alma y envenenan mis sentidos. Imposible escapar de tu visceral abrazo, de tu potente risa, de tus locos gestos. Eres una diosa que roba más de lo que da pero que me tiene prisionero entre su pelo. Eres una mujer que deja las penas descansando en su espalda, que se cubre de oro la pupila del ojo, que despoja sutilmente del sentido común a cualquier mortal que se atreva a desearla. 

   Entre tus besos malditos pero impregnados del dulce sabor del azúcar yo encuentro mi sitio y mi hogar, me alimento de tu saliva, me enriquezco con nuestra unión. No sé qué será de mí mañana o dentro de unos instantes cuando despegues tus labios de los míos. Te has convertido en mi única obsesión, en la razón de mi existir, en la reina de mi paraje solitario. Tu abrazo me confunde y reconforta, me entristece y me enloquece, me despoja y me entrega. Me gustaría saber qué vas a hacer conmigo, si entro en tus planes o si soy mero capricho esperando una herida mortal, la de tu fría indiferencia. Pero ahora no hables. Permíteme disfrutar un poco más, toda la vida a poder ser, de tus besos de almíbar, de tus besos malditos.

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