A comienzos de este año la Universidad Politécnica de Valencia ha sido noticia y no precisamente por la calidad de su enseñanza, estudios de investigación o su innovación tecnológica. El motivo de tanta expectación ha sido una grabación efectuada desde los jardines del campus donde se capta a una pareja en pleno acto sexual en la escuela de arquitectura técnica (en un despacho y sobre un sofá rojo para más detalle).
Las redes sociales han calentado el horno y en menos de un día la famosa secuencia ha llegado a recibir más de 300.000 visitas. Los artífices de la grabación y posterior reproducción y difusión se refieren a la escena como el ritual de apareamiento del homo estudiantilus. Y tras el espectáculo surge un negocio improvisado consistente en la comercialización de camisetas (a 10 euros) con la silueta de la pareja y con lemas como “Chingando en la UPV” o “UPVsex”. ¿Realidad o ficción?, ¿Casualidad y faena para los pillados o simple montaje? El humor predomina entre los encuestados (“en mi universidad dan créditos de libre erección”, comenta un alumno de la UPV en Twitter) pero tan reprobable me parece la actuación de la pareja como la actitud de los videoaficionados que publican sin ningún tipo de miramiento su grabación en un espacio público. Ambas formas de actuar trascienden los límites de la intimidad, los primeros por no respetarse a sí mismos y exponerse a hechos como éste y los segundos por jugar con el morbo y convertir en público una escena íntima que no les correspondía en ningún caso difundir. Será cuestión de falta de respeto, de ausencia de valores o del desmoronamiento de lo que otros denominarían decencia y buen gusto.
Siempre me he preguntado cómo es posible que el ser humano sea tan básico y simple (estúpido dirían los más sinceros) y recurra a subterfugios tan ridículos para satisfacer su curiosidad. El sexo, claro, ¿qué sino? Y resulta lamentable que una universidad española de excelencia internacional se convierta en la comidilla de la red por un hecho como éste. Sin embargo, el lado cómico se ha manifestado en toda su extensión y de la mano de los que siempre tratan de ver el punto positivo a la cosa, de esos listillos que lo mismo te irritan que te hacen reír y que, aprovechando el momento caliente, proponen crear hasta una “optativa de chingue”, idealizando la posibilidad de que un universitario pudiera, entre polvo y polvo, sacarse la carrera.
Aquí es difícil pillarles pero evidentemente existen casos así en la UPV, zonas cercanas, parques además de prácticas en los Colegios Mayores. Es un termómetro de otras cosas, drogas, secuestros por motivos sexuales, rodaje de vídeos porno para sacar algún dinero etc. que de alguna manera entran dentro del Campus por ineficacia policial unido a la crisis y la degradación social. Preocupante.
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