Eres demasiado perfeccionista. Siempre pendiente del más mínimo detalle, acariciando el cielo con las manos, furiosa sabiendo que nunca será para ti. Vives al límite de tus posibilidades, perfilando cada expectativa, exprimiendo tu esencia para quedar la primera. No eres amiga de segundos puestos, ni conocedora de la palabra fracaso pero masticas día a día la difícil tarea de mantenerte sobre la punta de los dedos, unos dedos curtidos pero también lastimados que te invitan a bajar el pistón, a no herirte tanto. Eres incansable, levantándote tras cada intento, negando las imperfecciones, puliendo arrugas, buscando técnicas concisas que te regalen momentos de gloria. No pretendo cambiarte, es tu forma de enfrentarte al mundo, tu doble esfuerzo para estar a la altura de una vida que exige demasiado y te roba demasiado. Tu minuciosa y descarnada lucha te entregará algún día lo que por legítimo derecho te pertenece pero no olvides mis palabras. Los altibajos y las dudas son necesarios, forman parte de tu baile. Nunca serás perfecta porque entonces tu lucha ya no tendría razón de ser. Perderías cualquier aliciente y te perderías a ti misma. No pretendo agobiarte, pero tus pies no aguantarán ese ritmo. Eres la mejor bailarina que conozco, la chica más exigente que hay. Pero ahora quítate esas zapatillas de muñeca y deja de girar. Quiero que descanses un poco. Tranquila, tu ideal de perfección está a salvo conmigo.
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