13 junio 2012

Antagonista

   Estoy cansada de los cuentos a medias, de las princesas teñidas, de las apariencias que ocultan defectos y sueños. La protagonista de la historia se deja llevar, sufre demasiado, no está atenta a las señales ni a la manzana envenenada, se enamora por error, es una tonta a la que le falta sentido común y le sobra ñoñería. Saborea demasiado su fábula o puede que ni siquiera sepa vivir al margen de guiones y alfileres. No encuentra lo que busca, no merece lo que se lleva, no dice lo que realmente piensa. Me resulta demasiado aburrida e insulsa, incapaz de romper un plato, necesitada siempre de un caballero de papel que acuda a su rescate. No fuma, ni bebe, ni insulta, ni se divierte. Nunca le pierden las formas ni le ganan las pérfidas enemigas, más listas pero con más mala suerte. 

   Me apetece romper ese guión desgastado, dar trabajo a esa niña cursi que ha quedado desfasada. Soy una digna rival, la antagonista por antonomasia, la mala malísima, la mala del cuento, la bruja disfrazada de inteligencia y constancia. Me convierto en la protagonista de todas las arpías que llevan siglos reclamando un sitio más abierto y ventilado en la historia de la literatura. Sin escoba ni maleficios. Sin manzanas envenenadas ni verrugas o dientes podridos. Para gritar lo que quiero y dirigir el rumbo de mi vida. Para reconocer mis tropiezos y mis fechorías en la hoguera y mostrar mi parte más humana en medio de ficciones y personajes acaramelados. Para matar a los dragones, para escapar de sus mazmorras. Para reírme de la princesa de porcelana y quedarme con su príncipe. Para llevar la contraria a una aspirante a reina que desperdicia su tiempo soñando en la torre mientras esta antagonista vive su sueño y se queda con su trono.

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