ESTHER DE LÓZAR CUEVAS

Dedico este pequeño espacio de intelectualidad a mi gente, que me regaló unas alas inmensas; a la vida, que me enseñó a emprender el vuelo sin estrategias ni maquillaje; a la educación, que me hizo libre. Esta mariposa de altos vuelos recupera su pluma... y escribe. ¡Bienvenidos a mi blog!

"La pluma es más poderosa que la espada y escribir con ella es considerablemente más fácil" (Feldman)

"Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito" (Shakespeare)

"El alma tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que la sostiene" (Victor Hugo)

"La peor lucha es la que no se hace" (Karl Marx)

"Lo que con más trabajo se adquiere, más se ama" (Aristóteles)

Un valiente menos

    Hoy tengo que vivir con mis miedos, con la sensación de haber caído sin ni siquiera intentarlo. Estabas en mis sueños, la que yo creí mi mejor elección. Si hubieses sido consciente de cómo te adoré, no te habría perdido en las madrugadas. Te amé sin medida, ciega y ahora comprendo que equivocadamente. Fuiste mi sol en los días de lluvia, la mujer a la que entregué mis mejores años, mis ingenuas aspiraciones, mis besos apasionados. Y son las cosas de la vida, quedarme así, anhelando tu vuelta a pesar de todo. Tu despedida marchitó todo mi encanto porque no pude olvidar el cuchillo de tu traición atravesándome el alma y esta herida que sigue sangrando no se fue con tus labios ni con la sonrisa de porcelana que tanto me gustaba. Compartí todos mis sueños contigo y ahora regalaría el poco sentido común que has dejado intacto por haberme quedado como secundario en tu descarnada novela de amor, como amante victorioso y no como enamorado perdedor. Esta no es una de mis cartas de amor. Tampoco son reproches. Fui carcelero de tu piel pero no tenía la llave que me permitiera cerrar tu corazón conmigo dentro. La paz de tu ausencia no ha sido más grata que la guerra que empezamos al alba, ahora hace tanto. Puede que te descuidara tan estúpidamente que ahora veo todas las señales donde antes sólo había humo y confianza. La batalla final ha sido librada, valiente tú, valiente yo, los dos igual de cobardes. Te sobraban vicios, te faltaron agallas. A mí me perdieron mis ganas, las evidencias a las que no quise hacer frente, mis esclarecedores silencios. No te odié porque te comprendía. Valientes para gritar, valientes para callar, cobardes para mirarnos frente a frente y encontrarnos más allá de tu engaño, más allá de mi certero fracaso. 

   Me creí rey de tu mundo y a la lista de los vencidos ha ido a parar mi nombre y mi idolatría por ti. Mi capitulación a fuego lento redujo a cenizas nuestro desgastado amor. Se rompió la magia porque pecamos de individualismo y resignación. Quería morir preso en tus dedos y ya ves, sobrevivo libre, anclado todavía a tus ojos. Confiar desesperadamente en tu amor ha sido el mayor de mis fracasos y los cristales del pasado acercan mi herida a tus faltas. Todo ha quedado en horizontal, extrañamente desordenado, sin puertas a segundas partes. Vivir sobre suelo falso significó luego subir, rápida y tristemente por un laberinto de decepción y preguntas sin soluciones. No pude hallar la ecuación con tantas noches en blanco, con demasiados días negros. Te esperé solo, tras el cristal, mientras los enamorados se sentaban en los bancos del parque y mi armario demasiado grande, mi sofá con un espacio insoportable y tus sueños almibarados haciéndome cosquillas y enroscándose en mi pelo y en mi conciencia. Mañana seré un enamorado menos, un vencido más. Aprenderás a vivir cuando yo te haya olvidado. Desengañado tarde y torpemente, quién me lo iba a decir, consciente de mis errores, apagado y sin querer encontrar alternativa. Hoy todo es gris sin tus besos. Mis sentimientos se han dado de bruces contra la gélida realidad. Te pido perdón porque hoy necesito escapar. Hoy sólo soy un valiente menos en busca de salvación.

            Segunda parte de "Una cobarde más", escrito especialmente preparado para Chary, autora del blog "El interior secreto" (http://elinteriorsecreto.blogspot.com/) por su apoyo incondicional, por agradecer mis historias de ficción y por encontrar en su interior secreto todas sus verdades. Para ti, amiga.
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Steve Jobs, el genio de la manzana

   Con veintiséis años ya era multimillonario. Fundó Apple en el año 1976 en el garaje de su casa y desde los años ochenta y la entrada en el mercado de la potente industria de los ordenadores personales decidió dedicar su vida a la innovación continua. Entre sus diferentes creaciones destaca Macintosh 128K, Pixar, NeXT Computer, iPod o iTunes. En octubre del año pasado, el mundo dijo adiós a uno de los grandes magnates del sector informático estadounidense, Steve Jobs. 

   Entre los reconocimientos póstumos merece la atención la frase del productor de cine Steven Spielberg: “Steve Jobs fue el mayor inventor desde Thomas Edison. Puso el mundo en nuestras manos”. Y no es para menos, ya que este ejecutivo empresarial inspiró y perfeccionó la industria de los ordenadores, el mundo de la animación, la música y los teléfonos móviles. Su reinvención constante le permitió fundir la tecnología y el arte en cada una de sus creaciones. 

   Su despido de Apple en 1985 fue concebido por él mismo como una oportunidad de empezar de nuevo, únicamente con sus ideas, su esfuerzo y su talento. En su discurso de 12 de junio de 2005 en la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford explicó: “El revés ocurrido con Apple no había cambiado eso ni un milímetro. Había sido rechazado, pero seguía enamorado. Y así decidí comenzar de nuevo (…) Estoy muy seguro de que nada de esto habría sucedido si no me hubiesen despedido de Apple. Fue una amarga medicina, pero creo que el paciente la necesitaba. En ocasiones la vida te golpea con un ladrillo en la cabeza. No pierdan la fe. Estoy convencido que lo único que me permitió seguir fue que yo amaba lo que hacía. Tienen que encontrar eso que aman”. 

   A fecha de su muerte su fortuna ha sido valorada en 8.300 millones de dólares. Nunca se graduó en la universidad. Fue un pionero romántico, apasionado de la eficacia y la belleza estética, un visionario que hizo de la cultura digital un mercado rentable y en constante metamorfosis. De trato difícil, su obsesión por los productos perfectamente acabados le permitió rescatar para el usuario unos diseños estilizados, ensamblaje de minimalismo y comunicación. 

   Las redes sociales recuerdan su legado y su filosofía empresarial, la de creer y amar aquello que haces. Padrino de la informática y amante de las nuevas tecnologías, Steve Jobs no sólo revolucionó la oferta digital sino que se convirtió en un genio creativo que abandonó su trono dejando el listón muy alto para los sucesores de tan prolífica herencia. 

   Su concepción de la vida es expresada por él mismo en su discurso: “su tiempo tiene límite, así que no lo pierdan viviendo la vida de otra persona. No se dejen atrapar por dogmas – es decir, vivir con los resultados del pensamiento de otras personas. No permitan que el ruido de las opiniones ajenas silencien su propia voz interior. Y más importante todavía, tengan el valor de seguir su corazón e intuición, que de alguna manera ya saben lo que realmente quieren llegar a ser. Todo lo demás es secundario”. Murió un adelantado de su tiempo que hubiese cambiado toda su tecnología por una velada con Sócrates. Nos dejó su símbolo estrella, una manzana mordida. Nos permitió ver el futuro. Puso el mundo cibernético en nuestras manos.
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Una cobarde más


   Hoy tengo que asumir mis vacíos, el grito callado de mi antiguo cinismo. No estabas en mis planes, no eras mi mejor opción. Pero te quise de verdad, a mi forma, egoísta y ahora comprendo que desesperadamente. Fuiste mi abrigo en noches de tempestad. Y son las cosas de la vida, quedarme así, con esta sensación de frío entrecortado y burlón. Tu adiós cubrió todo mi espacio porque no supe demostrarte mi amor y ni siquiera he sabido perderte. Te pido perdón a destiempo, como de costumbre, con el tatuaje de tus besos aún marcado en mi ingrata piel. No quería compartir mis sueños con nadie y ahora hipotecaría mi vida por volver a ser la protagonista de tu libro de bolsillo. Fui tu verdugo y ahora víctima errante de mi propia inconsciencia, sin poder olvidar lo que he dejado atrás, lo que he perdido. Estar contigo era una constante guerra pero vivir sin ti no me ha dado la paz. Huía del amor tan ciegamente que ahora no veo la luz si no es entre los recuerdos que me quedaron amontonados a modo de fotografías y cartas de un hombre enamorado, hoy más sabio y desencantado. 

   Me creía reina de tu universo y en la fila de sedición estaban posicionadas todas mis virtudes pero al final he resultado ser una estúpida sin categoría, una hipócrita que quemó sus noches en otros brazos, que jugó con fuego y desgastó su corazón en batallas de papel, en historias de mentira. Me arrepiento de no haber sido capaz de entregarte lo que hoy ya no quiero, lo que más pesa y lo que más duele. Quería ser libre y ya ves, vivo prisionera, aferrada todavía a tu piel. No creer en un amor ha sido el mayor de mis fracasos y los límites del tiempo alejan tus manos de mi espalda. Todo ha quedado en vertical, perfectamente alineado, sin posibilidad de reencuentro. Vivir en la indolencia es caer, lenta pero irremediablemente en una espiral de soledad y nostalgia. Pensar que no estés sólo es el mayor de mis miedos, que otra haya ocupado mi sitio en tu armario, mi lado del sofá, mis sueños almibarados. Cuando el olvido se lleve el eco de tu risa, sobreviviré únicamente cuando tú me recuerdes. Desertora antes de tiempo, quién me lo iba a decir, consciente del daño que te hice, avergonzada y sin encontrar una salida. Hoy todo es decadencia sin tu abrazo. Mis manipulaciones se han dado de bruces contra mis sentimientos. Te pido perdón. Hoy sólo he sido una mujer arrinconada por sus faltas, una cobarde más en busca de redención.
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Titanic, 100 años de leyenda


   En 1898, el escritor Morgan Robertson publica un libro sobre un inmenso transatlántico, Titan, que naufragó una fría noche de abril a causa de una colisión con un iceberg. Bien podría haber sido una historia basada en el hundimiento del famoso Titanic pero la realidad es que esta novela, titulada Vanidad, fue ideada catorce años antes del desastre naval que conmocionó al mundo. Una increíble predicción que se cumplió cuando 1.523 personas fueron tragadas por un mar inmisericorde la noche de 15 de abril de 1912. El Titanic no llegó a finalizar su viaje inaugural y se despidió del mundo entre gritos y miedo y mientras su orquesta entonaba valiente y resignadamente un himno religioso que silenciarían sin piedad las frías aguas del Atlántico Norte. 

   Se acaban de cumplir 100 años desde aquella fatídica noche en la que un iceberg inició el fatal desenlace por la banda de estribor de un transatlántico colosal, el llamado “insumergible”. 7,5 millones de dólares de la época costó construir un barco de 269 metros de longitud y 26.328 toneladas de peso. El lujo reinaba en sus instalaciones, la ostentación convertida en baños turcos, piscinas, salones suntuosos, galerías, apartamentos privados, campos de tenis. Una revista de la época expuso: “El Titanic representa todo lo que la previsión y el conocimiento humano son capaces de inventar para hacerle inmune a casi cualquier daño”. Thomas Andrews, el ingeniero que diseño el transatlántico y que moriría junto a su gran orgullo, estaba tan convencido de la perfección de su obra que llegó a decir a un reportero que “ni el mismísimo Dios podría hundirlo”. Pero la realidad es que tan solo tardó dos horas y cuarenta y cinco minutos en hacerlo. Su naufragio fue el castigo que recibió la vanidad humana, aireando su progreso científico a una naturaleza que se cobró su pieza. 

   El hundimiento del Titanic es uno de los desastres navales con más incógnitas de la historia. Los medios de comunicación de la época se olvidaron de los hechos fundamentales para relatar episodios marginales, ignorando cifras e interrogantes. Sólo muchos años después se averiguó que el casco del Titanic no era lo suficientemente resistente debido a que los compartimentos estancos cubrían sólo una parte de éste. En los botes salvavidas, ya de por sí insuficientes (con asientos únicamente para el 52% de los embarcados), no se ocuparon todas las plazas y algunos quedaron prácticamente vacíos. A pesar de las órdenes del capitán Smith, la sagrada ley del mar, “las mujeres y los niños primero”, no fue respetada. Las pérdidas fueron más elevadas entre los niños de tercera clase que entre los hombres de primera. El presidente de la White Star Line (compañía creadora del barco), Bruce Ismay, sí que encontró sitio en un bote (puesto que debería haber sido ocupado por una mujer o un niño) pero el New York Sun le justificó así: “Ismay se comportó de una forma excepcionalmente valerosa (…) Nadie sabe por qué el señor Ismay se encontraba a bordo de un bote; se piensa que le movía el deseo de apresurase para informar a su sociedad de lo ocurrido”. 

   La misma agonía para los de primera y los de tercera clase. Las diferencias sociales se diluyeron en los corredores de la gente adinerada, en las cubiertas de tercera. Todos vivieron el hundimiento de la proa, la verticalidad de toneladas de acero que fueron engullidas por los abismos marinos. Los supervivientes de los botes fueron testigos callados de un naufragio bestial, de la desaparición del que se decía ser el mejor buque del mundo. Las cadenas de las anclas, los ajuares de los ricos, los pianos de cola, macetas y bastones de golf, la caja fuerte del barco, camarotes, juegos de cubertería y vajilla, relojes, joyas, instrumentos musicales, botellas de champán sin abrir. Miles de objetos se perdieron en las profundidades del océano. 

   Y cuando las luces se apagaron para siempre las cientos de personas se dieron de bruces contra el frío, el aire helado, unas temperaturas mínimas. En la oscuridad de la noche, un único oficial, Harold Godfrey Lowe, decide volver para socorrer a los que no han encontrado sitio en los botes. Este gesto humanitario que propició la salvación de cuatro pasajeros se perdió entre la insolidaridad de todos sus semejantes, impertérritos en sus asientos, no queriendo arriesgar su propia salvación mientras los gritos de auxilio rompían un silencio sepulcral, un cielo lleno de estrellas. 

   Solo cuatro días surcó las aguas y lleva cien reposando en ellas. El Titanic descansa a 3.920 metros bajo el océano, frente a las costas de Terranova (Canadá). Las oscuras y gélidas aguas se llevaron las respuestas y los sueños de cientos de pasajeros que, fallecidos de hipotermia, corrieron su misma suerte. Todos querían llegar a puerto pero el destino les tenía reservado otro final. Miles de historias personales quedaron sumergidas en sus camarotes y en su cubierta la esperanza vana de escapar de una tragedia convertida en leyenda. Los secretos del Titanic se hundieron con él y se revistieron de algas y sal, de silencio, de mar. 

   El orgullo del ser humano quedó herido de muerte en la proa hoy desgastada de una máquina que cedió a los designios de la naturaleza y cayó desde la opulencia a las congeladas fauces de un mar que se tragó el progreso humano dejando tras de sí una gigantesca succión. Se partió en dos el símbolo de una vanidad exacerbada que dejó de lado las precauciones y cautelas. Cien años después, el Titanic mantiene encendidas sus luces y las preguntas que no fueron resueltas. Su leyenda sigue navegando. 


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   La película “Titanic” (1997), escrita y dirigida por James Cameron, narra el desastre del lujoso barco con una intensa tragedia romántica que ha recaudado más de 1.800 millones de dólares en taquilla. ¿Quién no ha gritado alguna vez “soy el rey del mundo”, como lo hace Jack Dawson, su protagonista?, ¿Quién no ha llorado en la escena final? Reproduzco a continuación una serie de curiosidades sobre la película que he encontrado en la red:

- Las alfombras que salen en la película fueron fabricadas por la misma compañía de alfombras que hizo las del verdadero Titanic en el año 1912.

- Las cartas del menú son copias fieles de las que había en el Titanic (los platillos son los mismos).

- La temperatura del agua era de unos 10 grados: en ninguna escena pudo calentarse para que no salieran vapores.

- Parte del barco fue construido por las mismas empresas que construyeron el Titanic original.

- El billete más caro de primera clase en el Titanic costaba 4.350 dólares, el equivalente a aproximadamente 75.000 dólares de hoy.

- Existe una escena, mientras Jack y Rose dan su paseo por la cubierta de primera clase, en la que aparece un niño jugando con su padre a la peonza. Esta imagen es exacta a una fotografía que en realidad se conserva y que puede verse en Titanic 'The Exposition'. 

- Existen fotos de la tripulación y de diversos pasajeros del Titanic que inspiraron las caracterizaciones de los personajes de la película. Esas fotos fueron tomadas por un sacerdote irlandés que abandonó el barco en el último puerto en el que el Titanic hacía escala antes de dirigirse a Nueva York.

- Había tanta cantidad de extras que optaron por dividir las diferentes reacciones a la tragedia según los signos del zodiaco. En total, doce reacciones diferentes.

- Bruce Ismay, presidente de la "White Star Line", declaró ante el tribunal que el barco se hundió sin partirse para dar la sensación de que era robusto; por ello en los hundimientos de las anteriores películas el Titanic se hunde de una pieza. 

- James Cameron es el hombre cuya barba estaba siendo limpiada de piojos en el muelle de Southampton.

- Los salvavidas llevaban escrito “S.S. Titanic” en ellos, un hecho históricamente preciso.

- Cuando Jack ve por primera vez a Rose y él se queda embobado mirándola, un compañero de tercera clase le dice: "No te hagas ilusiones con ella. Es más fácil que un ángel baje del cielo y te toque". Pues bien, antes de ir a la cena de primera clase se encuentran Jack y Rose bajo las escaleras y se aprecia una figura con forma de ángel detrás de Jack, en el momento que se cogen de la mano, que parece estar tocándole.

- Al final, cuando Rose regresa al barco, Jack la espera frente a un reloj que marca la hora exacta cuando el Titanic se hundió.
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En la orilla

   A pesar de lo inmenso que es el océano, yo vivo en una de sus interminables orillas, al borde de mis sentimientos, en una arena de locura y tempestad. Tengo miedo a la marea y a las olas que rompen a mis pies, hiriendo mis miedos, arañando sus costuras. Soy una novata asustada, recogiendo las caracolas que llegan de un largo viaje y me susurran al oído sus historias por mar abierto. Envidio las escamas de los peces, las aletas de un delfín despistado, la luz del sol que se posa en las aguas para descansar. Pero yo sigo en la arena mojada, a la orilla de unas aguas cristalinas, a la orilla de unos secretos sin dueño, a la orilla de un coraje sin etiquetas, a la orilla de unos abrazos olvidados, a la orilla de unas palabras sin valor. Mis huellas desaparecen con el vaivén de la espuma y borran todo vestigio de mi diminuta presencia. Estoy anclada en la entrada, sin prohibiciones pero con recelo, sin preparación pero armada de tesón. Soy incapaz de despegar mis ojos de un azul profundo que quiere verme convertida en sirena. Pero yo sigo en la arena mojada, a la orilla de mi inexperiencia y de todas mis dudas, a la orilla de mi torpe ignorancia, junto a un montón de caracolas que, entre susurros, me piden que las regrese al mar del que vinieron para no morir enterradas.
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Presupuestos de guerra

  ¿Podría haberse presentado un presupuesto alternativo? A Rajoy le acompaña la polémica en sus tres primeros meses de gobierno. La subida del IRPF y el IBI, el anteproyecto de la Ley Orgánica de Estabilidad y Sostenibilidad Presupuestaria (control de déficit público), una Reforma laboral que abarata el despido, un Decreto sobre desahucios y un anteproyecto de Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno. A este elenco de medidas desesperadas hay que sumar la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para este año, los más austeros de la historia de nuestra democracia. El fracaso electoral del PP en Andalucía, Comunidad Autónoma que ha optado por un gobierno de izquierdas, y la huelga general de 29 de marzo contra la reforma laboral han sido sólo un reflejo del sentir generalizado de un país en bancarrota. Se otorga al empresario poder absoluto para modificar las condiciones laborales, incluido el salario y ¡sorpresa!, los sueldos de los directivos se limitan y se reducen llamativamente los consejos de administración unidos a unos sueldos de lujo. Pero nadie habla de los sueldos de sus ministros y altos cargos varios, senadores, diputados, presidentes autonómicos, alcaldes… siempre acompañados de “colaboradores” sin trabajo conocido pero con la nómina llena de ceros. Los más osados y desvergonzados hasta se suben el sueldo en tiempos de crisis.

   Ha sido el PP un gobierno que, recién llegado a la Moncloa, ha incumplido una de sus promesas electorales: no subir los impuestos. Con los dientes afilados de la oposición (una oposición deslegitimada pero inflexible) en la yugular y una población civil asqueada y preocupada por su futuro, el señor Mariano Rajoy no lo tiene nada fácil. Sin recortes no podemos esperar milagros. El mismísimo presidente del gobierno ha reconocido que los nuevos Presupuestos son “duros, desagradables e incómodos”. Si bien es cierto que la cuantía total era inamovible, fijada por la Comisión Europea, la decisión vital del gobierno era el destino final proporcionado a esas partidas. Así, más de la mitad de esos presupuestos se destinan a pensiones, desempleo e intereses de la deuda (esto último se debe a que en el último año se han gastado 90 millones de euros más de lo que se ingresó); la calidad mermada en los fondos para becas e investigación; un plan de regularización fiscal de dudosa eficacia, la denominada amnistía (utilizada ya durante la transición española para regularizar balances de renta de las denominadas fortunas del franquismo) para conseguir repatriar capitales situados en el extranjero para evadir impuestos y que, para muchos expertos, únicamente servirá para premiar a los defraudadores. Sumar a estos datos el recorte del 13% para el Ministerio de Educación y un 21% en Sanidad, entre otros. Presupuestos de guerra, ha sido la definición del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo.

   Tres meses lleva el PP en la Moncloa. Veremos cómo dirige su andadura la derecha española en un contexto internacional donde los mercados mandan y los Estados obedecen. En un panorama nacional donde sólo se habla de subida de impuestos, desahucios, precariedad, desempleo, recortes y crisis. Los tecnócratas del gobierno tendrán que hacer frente a lo que ellos mismos han denominado "situación límite". Mientras, sobre la mesa una realidad dramática traducida en cifras, en ingresos y gastos… unos presupuestos de segunda para un país de tercera.
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Nuestros días

   En tu vida y en la mía ya no existen alternativas. Lejos quedaron nuestros días al límite, nuestras fiestas al alba, nuestro perfecto binomio. El tiempo se llevó lo mejor, los recuerdos más gratos, la poesía del alma, el amor que nos dimos. Todo parece quedar hoy muy lejano, borroso a la luz de mis anhelos. Por nuestras vías ya no pasan trenes, por nuestras venas la adrenalina de antaño se ha transformado en un licor dulce y empalagoso, el licor de la conformidad. Los ayeres me confunden y me roban la estabilidad. Imposible volver a tus brazos, ya no somos los mismos. La vida nos ha cambiado. Todo lo que esperábamos llegó demasiado pronto y la madurez nos impuso sus propias condiciones. No quería olvidar tus besos, no pretendía arrojar al olvido los excesos ni los pecados pero la vida tenía otros planes para nosotros. Nos creímos soberanos de nuestros días pero fuimos tragados por sus ingratas noches. Los proyectos en común se perdieron con el sonido del último tren que vimos juntos. Ni siquiera los remordimientos llaman a la puerta porque el futuro que imaginamos sencillamente nunca existió. Procuro no recordarte en exceso. Las estaciones están vedadas para mí. También el pintalabios rosa, los números impares, las fiestas afónicas e inesperadas. Al alba ya no hay resaca sino serenidad. Y tu imagen se aleja de mis retinas. Nuestros días murieron sin nosotros saberlo, nuestros sueños no despertarán jamás de su cálido y consentido letargo.
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Alocada

   Dicen que soy una cabecita loca, una chica con demasiados pájaros en la cabeza, una peonza que baila sin sentido sobre un suelo de madera, resbaladizo y cuesta abajo. Que no pienso todo lo que digo pero digo todo lo que pienso. Que sobrevuelo mis momentos bajos y encuentro consuelo en las canciones y en las amigas. Que creo comerme el mundo pero me atraganto con un pedazo de tierra. Que hablo de verdades pero me creo todas sus mentiras. Que vivo en mi satélite y que rara vez atino en mis decisiones. Que juego a ser la más lista pero me ahogo en esta sopa de letras que es la vida. Sí, puede ser. ¿Y por qué no?, ¿acaso no tengo derecho a equivocarme?, ¿es que no puede una vivir su adolescencia cometiendo mil veces el mismo error y cayendo en la trampa de perseguir sueños de mentira?, ¿tengo que mantenerme en pie cuando el mismo mundo se tambalea? Mejor fallar y sentir la caída que no haberlo intentado nunca. Ya desandaré el camino de la perdición y volveré a empezar. Aunque tropiece, tengo derecho a ser hoy una alocada, a perder un poco mi reputación, a dejar en números rojos mi credibilidad. Ya maduraré. Ahora dejadme, por favor, con mis canciones y mis vicios. Aunque caiga de bruces al suelo.
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Las grietas de una sentencia: Caso Marta del Castillo

   ¿Es la justicia un ideal platónico? La sociedad española se hace esta pregunta tras la publicación de una sentencia de ciento cuarenta y dos páginas plagada de contradicciones y desaciertos. La sentencia por el caso de Marta del Castillo. El Ministerio Fiscal formuló en sus conclusiones definitivas que los hechos relatados eran constitutivos de asesinato, agresión sexual, encubrimiento, amenazas condicionales y delito contra la integridad moral. Sin embargo, la Audiencia Provincial de Sevilla únicamente ha condenado a Miguel Carcaño como “autor responsable de un delito de asesinato, definido y circunstanciado, a las penas de veinte años de prisión e inhabilitación absoluta por el mismo tiempo, y la prohibición de residir en la misma localidad o ciudad donde lo hagan los padres y las hermanas de Dª Marta del Castillo por espacio de 30 años, así como de aproximarse a menos de 500 metros y de comunicarse por cualquier medio con ellos por el mismo espacio de tiempo, así como al pago de 1/7 parte de las costas causadas (…) En el orden civil D. Miguel Carcaño Delgado indemnizará a D. Antonio Abad del Castillo y Dª Eva Casanueva en 140.000 euros a cada uno de ellos y a L. y M. en 30.000 euros para cada una de ellas, por el daño moral causado por la muerte y desaparición de Dª Marta del Castillo”

   Si bien es necesario en un Estado de Derecho como el nuestro mostrar un respeto por las decisiones judiciales, parece que este caso se ha pretendido zanjar a golpe de contradicciones. Esa es la sensación general. La justicia se nos presenta como una gran desconocida, selectiva a la hora de relatar los hechos y de las principales pruebas que imputaban a unos u otros. El arma homicida nunca apareció y las diferentes versiones proporcionadas por los implicados han distorsionado una verdad que la justicia no ha podido dilucidar. ¿Fue realmente un cenicero el objeto empleado por Miguel Carcaño para matar a Marta del Castillo?, ¿Por qué se ha absuelto a Samuel Benítez alegando que estaba en Montequinto cuando se han desechado a ciertos testigos y llamadas que le ponían entre la espada y la pared?, ¿Por qué se ha prescindido de las dos declaraciones de este chico en sede policial cuando a los jueces les queda claro que nadie le maltrató ni le obligó a autoinculparse?, ¿Por qué creerse que la novia del hermano de Carcaño estaba dormida y no se enteró de lo que sucedía en el piso si una llamada telefónica demuestra que estuvo hablando a las dos de la madrugada con su pareja?, ¿Por qué la absolución de Francisco Javier, hermano de Carcaño, cuando un taxista reconocía en el juicio haberle llevado la fatídica noche a la calle León XIII?

   La polémica es aún mayor si de un único caso se desprenden dos sentencias diferentes, la del menor en la que se condena a éste por encubrimiento y la de los otros imputados (mayores de edad) en la que sólo se condena a Miguel Carcaño. El relato de los hechos difiere en ambas y quebranta el principio de seguridad jurídica. Es la ausencia de toda lógica. Dicen que la justicia no tiene quién la explique. Y más cuando, en casos como éste, se arrincona a una familia que no ha podido completar su duelo porque no tienen un sitio al que llevar flores. Y todo porque unos chavales ignorantes y paletos han mantenido un pacto de silencio y se mantienen fieles al mismo (demasiadas consideraciones hacia ellos), ajenos a la verdad y sin mostrar el mínimo interés por confesar dónde está el cuerpo de la que ellos llamaban su amiga. 

   Una excesiva protección a los menores y de nuevo unos grandes olvidados, las víctimas del caso. Y ellos pueden cambiar su declaración cuando les venga en gana, mentir sobre el paradero de un cuerpo que aún no ha aparecido, reírse de la policía y de la mismísima justicia. Y de jurado popular pasamos a tribunal profesional porque se dio especial relevancia a una violación que más tarde no pudo ser probada. Y en función de la Ley del menor se instruyeron dos procedimientos diferentes. El Cuco como mero encubridor de Carcaño y el principal imputado como homicida con agravante de superioridad. Y más grave es la afirmación por parte de la verdad judicial de que existe un culpable que anda suelto (a tenor de esta frase de la sentencia): “Entre los dos y con ayuda de al menos de un tercero desconocido colocaron el cuerpo inerme de Dª Marta del Castillo en una silla de ruedas, que usaba la madre fallecida de D. Miguel, y de esa manera lo sacaron de la vivienda haciendo desaparecer el cadáver en lugar que se desconoce”. ¿Quién es esa tercera persona?, ¿Quién es ese desconocido que ha quedado libre?

   Entre tanta estrategia de confusión por parte de los implicados y tanto bombo a la necesidad de respetar la presunción de inocencia, la compleja trama creada y el grado de autoría de unos y otros no ha sido esclarecida con la suficiente contundencia por el órgano judicial. Los magistrados han cuestionado a la familia de Marta del Castillo por acudir a los medios de comunicación a mostrar su reprobación y descontento pero no podemos olvidar que vivimos en un país con libertad de expresión y los ciudadanos tenemos derecho a conocer la opinión de unos padres que han protagonizado en sus carnes la investigación de la desaparición de su hija, la búsqueda de culpables y diecinueve sesiones de un juicio oral que ha concluido en la resolución del descontento. Y el único condenado, Miguel Carcaño, durmiendo entre rejas y con la frialdad de haber proporcionado hasta seis versiones diferentes. Y en el aire la pregunta más importante; ¿En qué se basan los magistrados para dar credibilidad únicamente a una de sus declaraciones, credibilidad que no se sostiene para condenar al resto de imputados? Impunidad, es lo que transmite la sentencia. Y con los ojos cerrados un sistema judicial burlado y desacreditado por unos niñatos que esconden bajo su cínica sonrisa todas las claves del caso.
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