Lejos quedó aquel inicial periodismo de denuncia, ese deseo de informar con veracidad, la fuerza de un medio de comunicación como instrumento de contrapoder, de defensa del individuo y crítica de una política poco transparente y alejada de la legalidad.
Hoy día, la información es sinónimo de mercancía. La industria mediática se rige por los criterios comerciales; se imponen los criterios de rentabilidad sobre los de interés público. Esto provoca el descenso de su calidad, acompañado de un paulatino proceso de evasión de la responsabilidad social por parte de los grandes conglomerados empresariales productores de información. Estamos frente a la desaparición del propio derecho a la información y la desaparición del ciudadano a favor del consumidor. Si el derecho a la información no está suficientemente garantizado por los poderes públicos, la sociedad presencia la sustitución de la soberanía popular por la dictadura mediática, que en vez de informar a la opinión pública la modula de acuerdo con sus intereses.
Este contexto hace inevitable una serie de preguntas que manifiestan la naturaleza de la amenaza actual de la Sociedad de la Información: ¿de qué manera se enfrentan los medios de comunicación a la vorágine informativa? Cuando los medios cobran conciencia de su propio poder nos encontramos ante una situación problemática y complicada: ¿quién garantiza que esa capacidad de persuasión sea empleada de la forma adecuada?, ¿está el ciudadano recibiendo toda la información, toda la verdad y conociendo todos los hechos o sólo una parte? Y si es así, ¿qué parte de la verdad, de los hechos, de la información y por qué esa parte y no otra?
Atrás quedó la función educativa e informativa de la televisión como medio de información y comunicación. Si en sus inicios el buen periodismo pudo cosechar éxitos, a lo largo de su evolución la profesión ha ido adquiriendo unos tintes sensacionalistas que recurren a los tópicos del entretenimiento y la espectacularidad. Su único objetivo es incrementar su audiencia. Los medios de comunicación dependen actualmente de las grandes empresas, de los anunciantes y de las cuotas de audiencia. Ya no se difunden injusticias ni se practica el periodismo de denuncia porque no es rentable. La credibilidad de los medios se merma cada vez más mientras que el periodismo se convierte en un negocio sometido al poder político.
El periodismo es hoy día sinónimo de herramienta. Herramienta que muy pocas veces se utiliza para el simple hecho de informar y que demasiadas veces se convierte en un arma capaz de asesinar los ideales de veracidad y honestidad que tanta falta hacen en la profesion.
ResponderEliminarPD: Porcierto... ¿tu tambien estudias periodismo en la UPV?
!Yo tambien! jaja
un abrazo
Hola Iker. Yo en primer lugar hice Comunicación Audiovisual y luego accedí al segundo ciclo para hacer 3º y 4º de periodismo. Terminé en el 2008 y empecé la Licenciatura de Derecho. La verdad es que no busqué trabajo de lo nuestro pero lo cierto es que está el tema complicado. Me imagino que estarás con el grado, claro... Cualquier pregunta o duda, ya sabes dónde encontrarme...
ResponderEliminarUn abrazo y suerte con la carrera, que es muy bonita.