Desde que en España se produjera el cambio político (transición) y la consecuente concesión de licencias, la radio analógica sufre una serie de consecuencias negativas que aún hoy día le siguen perjudicando. La multiplicación excesiva de emisoras, incluidas las que retransmiten ilegalmente, no ha traído consigo ni un pluralismo informativo (en parte debido a la politización del medio) ni un cambio en el estilo, en la forma del mensaje, porque la mayoría de ellas se basan en los mismos patrones y ofrecen parrillas prácticamente idénticas. Otra desventaja es la variabilidad de compañías que forman parte del sector, es decir, la inestabilidad empresarial que domina el ámbito radiofónico; las grandes compañías entran y salen constantemente del mercado, lo que impide que se trabaje a largo plazo. Se renuncia al perfeccionamiento de los contenidos y se opta por la imitación y la sencillez.
En plena era de lo audiovisual, la radio debe enfrentarse al poderoso medio televisivo y debe hacerlo desde la originalidad y la presentación novedosa de programas y contenidos. Sin embargo, hoy día, la radio comercializa su programación y se basa en procesos de concentración que conllevan una homogeneización de la oferta; los programas, (aunque esto no significa que no haya excepciones) carecen de innovación y creatividad, por lo que el oyente se encuentra ante los mismos contenidos y temáticas. Este medio de comunicación mantiene el tratamiento tradicional dado durante décadas a la información y al entretenimiento y a pesar de la proliferación de emisoras y por onsiguiente, el aumento implícito de competitividad, no es capaz de tratar sus contenidos desde otro punto de vista o incorporar novedades relevantes a su parrilla. Por ejemplo, la radio generalista recurre a las estrellas mediáticas, como es el caso de Iñaki Gabilondo, para asegurar la audiencia.
La tecnología y el horizonte que se abre gracias a su digitalización y a la llamada ciberradio pueden traer consigo un nuevo aire para este medio y conseguir modificar sus arraigados planteamientos. En ambos casos se puede decir que el oyente puede aportar sus ideas a través de la interactividad. Es muy probable que la radio del futuro se rija por la ley de mercado y ofrezca aquello que sea demandado por el público. No cambiará de forma drástica sus contenidos pero si la forma de trabajo de los profesionales del medio, sobre todo a la hora de organizar y presentar redacciones. El oyente se convertirá en un juez muy estricto que demandará contenidos nuevos y una programación más selectiva e incluso personalizada. Será la calidad del producto lo que diferenciará a una y otra emisora y la combinación de un sonido más cuidado y de servicios de imágenes permitirá a la radio mantener e incluso elevar su audiencia frente a su principal competidor, el televisor.
Aunque en España la nueva tecnología no ha conseguido consolidarse definitivamente porque la analógica está muy extendida entre la población, el futuro de la radio se encuentra en el sistema digital y en Internet por lo que sus profesionales así como todas las fases de producción serán sometidas a los cambios necesarios: una emisora que no esté trabajando de forma digital o no tenga página web será una emisora caduca.
El horizonte todavía está lleno de interrogantes por lo que respecta a la evolución del medio radiofónico. No obstante, tal y como afirma Enrique Bustamante, la industria radiofónica está madura, tras más de ochenta años de historia, y su trayectoria le avala para salir reforzada de los retos derivados del desarrollo tecnológico en la etapa presente.
En plena era de lo audiovisual, la radio debe enfrentarse al poderoso medio televisivo y debe hacerlo desde la originalidad y la presentación novedosa de programas y contenidos. Sin embargo, hoy día, la radio comercializa su programación y se basa en procesos de concentración que conllevan una homogeneización de la oferta; los programas, (aunque esto no significa que no haya excepciones) carecen de innovación y creatividad, por lo que el oyente se encuentra ante los mismos contenidos y temáticas. Este medio de comunicación mantiene el tratamiento tradicional dado durante décadas a la información y al entretenimiento y a pesar de la proliferación de emisoras y por onsiguiente, el aumento implícito de competitividad, no es capaz de tratar sus contenidos desde otro punto de vista o incorporar novedades relevantes a su parrilla. Por ejemplo, la radio generalista recurre a las estrellas mediáticas, como es el caso de Iñaki Gabilondo, para asegurar la audiencia.
La tecnología y el horizonte que se abre gracias a su digitalización y a la llamada ciberradio pueden traer consigo un nuevo aire para este medio y conseguir modificar sus arraigados planteamientos. En ambos casos se puede decir que el oyente puede aportar sus ideas a través de la interactividad. Es muy probable que la radio del futuro se rija por la ley de mercado y ofrezca aquello que sea demandado por el público. No cambiará de forma drástica sus contenidos pero si la forma de trabajo de los profesionales del medio, sobre todo a la hora de organizar y presentar redacciones. El oyente se convertirá en un juez muy estricto que demandará contenidos nuevos y una programación más selectiva e incluso personalizada. Será la calidad del producto lo que diferenciará a una y otra emisora y la combinación de un sonido más cuidado y de servicios de imágenes permitirá a la radio mantener e incluso elevar su audiencia frente a su principal competidor, el televisor.
Aunque en España la nueva tecnología no ha conseguido consolidarse definitivamente porque la analógica está muy extendida entre la población, el futuro de la radio se encuentra en el sistema digital y en Internet por lo que sus profesionales así como todas las fases de producción serán sometidas a los cambios necesarios: una emisora que no esté trabajando de forma digital o no tenga página web será una emisora caduca.
El horizonte todavía está lleno de interrogantes por lo que respecta a la evolución del medio radiofónico. No obstante, tal y como afirma Enrique Bustamante, la industria radiofónica está madura, tras más de ochenta años de historia, y su trayectoria le avala para salir reforzada de los retos derivados del desarrollo tecnológico en la etapa presente.
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