18 julio 2011

Siglos de dominación

   El proceso histórico de cinco siglos de dominación es clave para comprender la situación actual del planeta. El imperialismo del capital comercial comenzó en Europa y significó la extensión de los métodos de dominación extra-económicos con todas las terribles consecuencias para los continentes afectados: explotación de tierras, hambrunas, genocidio, esclavitud... El daño moral y ético causado a lo largo de los siglos es imposible de borrar, puesto que condicionó la vida de muchos pueblos y su futuro, marcado por el subdesarrollo y la dependencia. Europa conquistó América, África y Asia y en sus ansías expansionistas destruyó la forma de vida de naciones e individuos. Se asistió a la exterminación de culturas enteras y a la destrucción de las industrias nacionales de las colonias. 

   En una segunda época, el sometimiento se realizó por métodos exclusivamente económicos y durante el proceso de descolonización, muchos pueblos comprendieron que dependían económicamente de los países desarrollados causantes de su miseria. Por lo tanto, la subordinación económica se mantiene, no son pueblos libres. Se cambia la estrategia, se crean nuevas formas de dominación y los occidentales se lavan las manos de una capítulo histórico destructivo que nunca debió producirse. No se pensó en la cooperación, en el desarrollo conjunto, en la riqueza de culturas y de formas de vida que se perdieron en los deseos colonizadores. El hombre mostró su lado más salvaje y destruyó a sus semejantes, la identidad real de comunidades y los sistemas tradicionales de desarrollo económico de pueblos condenados a la extinción por ser considerados injustamente inferiores. 

  El anhelo de libertad del ser humano continúa hoy día presente porque el proceso descolonizador llevado a cabo tras la II Guerra Mundial fue, en gran parte, un proceso ficticio. La barbarie se disfraza actualmente bajo un neoliberalismo imperialista. Las formas de dependencia se han suavizado, adquiriendo un carácter económico y político ejercido sobre los países en desarrollo, a través de medidas de liberalización y privatización. La prolongación del colonialismo ancestral encuentra su supervivencia en el neocolonialismo, que refleja el control indirecto de los países hegemónicos sobre sus ex colonias. Los países desarrollados, principalmente Estados Unidos, impone sus condiciones a los países oprimidos, que sufren sanciones e incluso son víctimas de numerosas guerras. El mundo no funciona porque las bases de la dominación siguen enraizadas en los países pobres impidiendo un desarrollo al que no parecen no están dispuestos los países ricos. 

 Dentro del proceso de globalización, el Tercer Mundo se presenta como un bloque heterogéneo, las antiguas colonias del mundo occidental. Esta globalización no es nada más ni nada menos que la extensión planetaria de todas las contradicciones que caracterizan el imperialismo desde su nacimiento; se mantiene la explotación, la represión, la dominación y la consecuente rebelión de los pueblos contra el Estado-Nación, movimientos anticapitalistas que se oponen a un sistema económico lleno de injusticias y atrocidades encubiertas. Neoliberalismo es sinónimo de dictadura, un retorno al colonialismo. La globalización actual en los países oprimidos presenta una extensión e intensificación de la dominación económica del imperialismo 

   Los grandes protagonistas del proceso de concentración de riqueza son las multinacionales (destruyen los derechos sociales de la clase obrera, tanto en los países pobres como en los ricos, a través de bajos salarios, condiciones laborales extremas, destrucción de la Seguridad Social...) y los estados imperialistas que defienden sus propios intereses respaldados por instituciones internacionales como el FMI o la OMC. Se permite a entrada de capital extranjero con el único objetivo de hacerse con los recursos valiosos del Tercer Mundo, tal y como ocurrió hace siglos. 

   Por lo que respecta al imperialismo cultural, es Estados Unidos el gran beneficiado, que intenta americanizar a las poblaciones de otros países a través de los medios de comunicación, especialmente el cine, una forma sutil pero eficaz de transmitir los ideales y los estereotipos predominantes en la cultura americana. Lo mismo ocurre con la música, siendo el pop y el rock procedentes de USA, los estilos musicales más exitosos. La producción cultural de los países centrales se traslada a los países dependientes. 

   Hay, por tanto, un cambio en la forma de dominación, otras maneras de poder que condenan igualmente a los países subdesarrollados. La herencia de una época vergonzosa para la historia de la humanidad constituye la maldición del Tercer Mundo, sometido a políticas de subordinación y sumisión económica y política y caracterizado por una deficiente industria tecnológica y productiva. En la globalización actual continúa vigente la dependencia de muchos pueblos y la dominación de éstos por los países ricos. Bajo el nombre de capitalismo y detrás de lo que aparentemente se denomina “democracia” y respeto hacia los derechos humanos se oculta una grave contradicción que amenaza al mundo entero: torturas, genocidios, violaciones, imposición del imperialismo cultural, corrupción política, invasión de países, manipulación de la opinión pública, crisis ecológica planetaria...

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