Me mantengo frente al cristal de mis anhelos y temo perderme entre ellos. Tardé mucho en aprender a vivir con los pies sobre la tierra. Nadie se puede imaginar lo difícil que me resultó dejar atrás las ensoñaciones que me habían sostenido durante tanto tiempo. Es muy complicado hablar de uno mismo y más cuando desconfías de tu propia argumentación. Hay días en los que no sé quién soy, hay días en los que no tengo recuerdos. Mi memoria se lava las manos y critica mi apego a la soledad, recordándome lo absurdo que le parece seguir siendo fiel a un pasado que parece quedar tan lejos. Hay días en los que me conozco demasiado bien, hay días en los que mis recuerdos más gratificantes se convierten en la justificación de aquellos que no lo fueron tanto.
Sigo fiel a mis recuerdos, aquí, observando fijamente desde la ventana, atrapada en los besos traicioneros de una magia pasada. Todo nos llega en la vida. Ahora comprenderás aquello que dije antes sobre la experiencia. Se debe vivir para saber lo que ésta implica, lo que supone para uno. Una pequeña parte de mi sigue siendo una niña, ahora arropada por la tenacidad y el empeño, la obstinación y el peso de los años a mis espaldas, pero una niña al fin y al cabo.
En el sorteo de la vida, las fichas que me adjudicaron siempre intentaron superar todas mis limitaciones y vacíos. A veces tengo la sensación de que nadie comprende lo que busco tras el frío cristal del tiempo. Entenderlo es muy sencillo. Vida pasada, años pasados..., las sonrisas que brillaron más allá de mis batallas ganadas, de mis ideales perdidos. A día de hoy sigo aquí, tras la ventana, tratando de atrapar con los dedos los reflejos de mi otro yo, de una parte de mí que ya no está porque no ha sabido, o no ha querido volver. Nadie responde tras el cristal. Quizá mañana, la voz más impaciente de mi conciencia tenga más suerte y quede enredada entre las cuerdas vocales de la niña que fui. Quizá mañana.
Sigo fiel a mis recuerdos, aquí, observando fijamente desde la ventana, atrapada en los besos traicioneros de una magia pasada. Todo nos llega en la vida. Ahora comprenderás aquello que dije antes sobre la experiencia. Se debe vivir para saber lo que ésta implica, lo que supone para uno. Una pequeña parte de mi sigue siendo una niña, ahora arropada por la tenacidad y el empeño, la obstinación y el peso de los años a mis espaldas, pero una niña al fin y al cabo.
En el sorteo de la vida, las fichas que me adjudicaron siempre intentaron superar todas mis limitaciones y vacíos. A veces tengo la sensación de que nadie comprende lo que busco tras el frío cristal del tiempo. Entenderlo es muy sencillo. Vida pasada, años pasados..., las sonrisas que brillaron más allá de mis batallas ganadas, de mis ideales perdidos. A día de hoy sigo aquí, tras la ventana, tratando de atrapar con los dedos los reflejos de mi otro yo, de una parte de mí que ya no está porque no ha sabido, o no ha querido volver. Nadie responde tras el cristal. Quizá mañana, la voz más impaciente de mi conciencia tenga más suerte y quede enredada entre las cuerdas vocales de la niña que fui. Quizá mañana.
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