16 noviembre 2011

Juicios paralelos (I)

   Somos espectadores directos de uno de los fenómenos más controvertidos de la sociedad, los denominados juicios paralelos, los conflictos nacidos entre determinados juicios aún pendientes de resolución judicial y su valoración, comentario y exposición de opiniones personales por parte de los medios de comunicación. Un hecho, ya sea penal, civil, laboral o de otra índole, se convierte en noticia valorada, en un tema público sobre el que se vierten opiniones de todo tipo, ya sean favorables o adversas.Se produce, en otras palabras, un seguimiento exacerbado de determinados casos judiciales por parte de los medios de comunicación. Los asuntos que engendran una mayor alarma social y por lo tanto, un mayor interés y expectación, son los delitos penales, los crímenes caracterizados por su gravedad, por los protagonistas del suceso o por las circunstancias que rodean al caso. La prensa se hace eco de la noticia y lucha por saciar la curiosidad de la audiencia proporcionando informaciones y detalles que se desligan de la intimidad de los juzgados, convirtiendo en público lo que debería formar parte del más absoluto secreto de sumario mientras se realizan las pertinentes investigaciones policiales y se inicia el proceso judicial.

   Entre los denominados juicios mediáticos destacan de forma sobresaliente el caso Alcasser (el padre de una de las menores acudió a los medios en busca de ayuda y mantuvo durante años que la versión oficial de la justicia era falsa), el caso Wanninkhof (en el que se acusó erróneamente a Dolores Vázquez del crimen de la joven malagueña Rocío), el caso de Sandra Palo (una madre coraje que denunció públicamente la violación y asesinato de su hija), el caso de María Luz (la investigación y el proceso pudieron ser vistos por todo el país a través de la presencia del padre de la pequeña asesinada en los medios), el caso de Marta del Castillo (la búsqueda del cuerpo, los continuos cambios de confesión, las diferentes versiones expuestas por el imputado)… Los medios de comunicación se aferran a estas escabrosas historias y en un circo mediático dominado por la descarnada competitividad se mezclan irremediablemente la información, el enjuiciamiento y la manipulación.

   Por lo que respecta a los principales afectados, los familiares de la víctima, se aprecia una línea general de acercamiento a los medios, un grito desesperado de buscar pistas denunciando públicamente su situación y rogando respuestas. Ejemplos de ello encontramos en el padre de María Luz Cortés o la madre de Sandra Palo, quienes optaron por descubrirse ante la prensa y exponer abiertamente su caso. Probablemente suponga una exposición desgarradora a la fama, la exhibición de un dolor irresuelto, la angustia de vivir indignantes juicios paralelos de unos medios de comunicación hambrientos de noticias impactantes. Pero su actitud resulta comprensible. Están desesperados. Así, en la fase de búsqueda, los portavoces de la familia se dirigen a los medios porque cualquier información puede resultar vital para el caso. Menos pertinente resulta la postura de la madre de El Cuco, menor acusado de encubrimiento de la muerte de Marta del Castillo, al conceder una entrevista televisiva y cobrando por ello.

   Los delitos penales más llamativos salen a la palestra y se produce la conversión de los medios de comunicación en pequeños tribunales, con verdades parciales y contradictorias pero con la capacidad periodística de emitir una sentencia condenatoria o absolutoria, en función de una maleable opinión pública que se guía por lo que conoce del caso a través de los medios. Son los juicios paralelos, los temidos juicios mediáticos que hacen su propia justicia, al margen de la ley, al margen de ciertos derechos fundamentales y al margen de los límites éticos y profesionales (…)

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