Ya no espero más, no me interesa. Han sido muchos años de opresión, de sombras, de silencio. La desafiante autoridad con la que me has golpeado se queda ahí, contigo, colgada de tus manos y de tu inconmensurable indiferencia. Yo digo no a tus gritos, a tu intolerancia, a tu insensatez. He desperdiciado el alma a tu lado pero esta vez no pienso perder el tren de la felicidad. No tengo billete aún, ni destino, ni planes más allá de esta noche. Pero me siento libre, escapo de tu dictadura, de algo que no era amor, de un puñetazo en la mesa, de la inquietud y del miedo que me creaban tus secretos.
En la maleta me llevo un par de recuerdos, los primeros besos, algunas fotografías desgastadas, la llave de lo que no supiste cuidar, la valentía para romper con todo, las ilusiones que dejaste en un interminable estado de espera, la mujer que sigue creyendo en los cuentos de hadas. Encima de la cama te quedó tu parte, la mitad de nuestra relación: la soberbia que acabó con lo nuestro, tu estafa, las faltas de respeto, mi cara de estúpida al creerte una vez más, tu callejón sin salida, el desgaste de la cordura, el carmín en tus camisas. Creo que es el equilibrio justo en función de lo que cada uno aportó a la historia. Sé que en vez de reflexionar, te pondrás hecho una fiera, insultando, condenándome, disculpándote… No estaré ahí para verlo, tengo otras expectativas, no volveré jamás sobre mis pasos. Espero que encuentres la paz, que salves lo humano que queda en ti, que huyas de la persona en la que te has convertido. Junto a tus pertenencias también te he dejado las cadenas que me ataban a ti. Porque hoy soy libre, hoy escapo de tu dictadura.
En la maleta me llevo un par de recuerdos, los primeros besos, algunas fotografías desgastadas, la llave de lo que no supiste cuidar, la valentía para romper con todo, las ilusiones que dejaste en un interminable estado de espera, la mujer que sigue creyendo en los cuentos de hadas. Encima de la cama te quedó tu parte, la mitad de nuestra relación: la soberbia que acabó con lo nuestro, tu estafa, las faltas de respeto, mi cara de estúpida al creerte una vez más, tu callejón sin salida, el desgaste de la cordura, el carmín en tus camisas. Creo que es el equilibrio justo en función de lo que cada uno aportó a la historia. Sé que en vez de reflexionar, te pondrás hecho una fiera, insultando, condenándome, disculpándote… No estaré ahí para verlo, tengo otras expectativas, no volveré jamás sobre mis pasos. Espero que encuentres la paz, que salves lo humano que queda en ti, que huyas de la persona en la que te has convertido. Junto a tus pertenencias también te he dejado las cadenas que me ataban a ti. Porque hoy soy libre, hoy escapo de tu dictadura.
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