Asimismo, el neoliberalismo es un peligro para la igualdad y la justicia social. Dentro de este contexto, la mujer es una de las mayores víctimas de este sistema económico, de la explotación y marginación, principalmente en países en vías de desarrollo. Se la considera mano de obra barata y fácil de explotar. La generalización de la subcontratación perjudica al sector femenino, que opta por el trabajo itinerante y expuesto a un alto grado de violencia.
Otra de las críticas que podrían realizarse guarda relación con las políticas fiscales restrictivas del modelo, que no reconocen que el gasto público es necesario para el crecimiento y el proceso de privatización y olvida que existen empresas públicas que pueden ser igual de eficientes y productivas que los agentes privados. No basta con que las políticas económicas aborden los desequilibrios económicos si, al mismo tiempo, dan la espalda al bienestar humano entendido en su sentido más elemental: como posibilidad de vivir y desarrollarse en paz. Los problemas reales del bienestar quedan pendientes y afrontarlos es el reto al que deberán hacer frente los gobiernos y la propia ciencia económica si no se quiere que el futuro de la humanidad sea tan dramático como ya lo es para las personas que viven en zonas miserables y paupérrimas. Una economía de mercado liberalizada, que no tiene preocupación alguna por los asuntos sociales ni por las preocupaciones medioambientales, no puede promover el bienestar económico y social global. Las políticas neoliberales deberían redefinirse y reestructurarse de manera que se asegurasen las condiciones de igualdad entre sexos, se protegiera el medio ambiente, se promoviera el desarrollo económico y social y se desarrollasen políticas públicas.
Nos encontramos ante un sistema que se presenta bajo la forma de globalización pero que se esconde al servicio de los intereses mercantiles de las grandes transnacionales y cuyo modelo político responde a una democracia restringida y excluyente. La concentración de poder y riqueza en pocas manos, así como las desigualdades sociales extremas retrasan la conquista de una sociedad democrática y justa. A ello se añaden las profundas repercusiones en los países en desarrollo, donde el poder lo sustentan las grandes transnacionales y el capital financiero, apoyados por los medios de comunicación.
El neoliberalismo propugna la libertad individual, lo que supone un abandono de los derechos colectivos. Crea un sujeto económico egoísta, incompatible con el bienestar social. El individuo por encima de la sociedad, el egoísmo individual como bandera neoliberal. Se busca, de esta forma, el silencio de las masas, la eliminación de identidad cultural, individuos aislados que no actúen ni se movilicen, quedando atrapados sin saberlo en un sistema que beneficia a los más poderosos, destruye la esfera social y pública y vulnera los derechos humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario