Retoques de última hora en el espejo, el brillo de labios recién extendido, el timbre que suena, los nervios que se disparan. No seas tan dura con ella, es una adolescente como otra cualquiera, que desea vivir su vida al máximo, nada más. Ya no obedece a la primera, ya no ríe tus bromas, ya no quiere acompañarte al fin del mundo, ya no saca tantos sobresalientes, ya no es la niña que lo creía todo. Ahora se le abren nuevos horizontes, otras alternativas, otro color. No te preocupes demasiado, es temporal, es una fase más, la más cambiante y la más dolorosa quizá, la más irritante, la de mayores altibajos. La vida es así, ella busca su identidad, su equilibrio. No le des más vueltas porque lo suyo es lo de todas. No está enferma, no cometerá más locuras que las que le permita su sentido común, no tirará por la borda su educación ni sus valores. No busques razones para su desobediencia repentina, para sus lágrimas inconexas, para su aparente falta de seriedad. Sólo ha quedado con el chico de sus sueños. Lo que le pasa a ella es muy sencillo. Simplemente se enamoró.
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