Estos días me gustaría dedicar el protagonismo de mi blog a una película que me fascinó. “Buenas noches, y buena suerte” narra la historia real del desafío mediático que el periodista y presentador televisivo Edward R. Murrow dirigió contra el senador Joseph McCarthy en el año 1.954, cuestionando públicamente sus métodos y su persecución sistemática de comunistas o simpatizantes del comunismo. En los inicios del periodismo televisivo y en unos Estados Unidos dominados por la política demagógica de McCarthy y el temor al peligro comunista, un equipo de periodistas de la cadena estadounidense de radio y televisión CBS (Columbia Broadcasting System decide enfrentarse al senador republicano y a los abusos del poder político.
Todo comienza cuando el ejército del aire juzga al teniente Milo Radulovich sin presentar pruebas y le expulsa de su trabajo, declarándole ser un peligro para la sociedad según el Reglamento 31.68 ya que, al parecer, su padre y su hermana eran simpatizantes del comunismo. Un equipo de profesionales, liderados por Murrow y Fred Friendly, co-editores de un programa de informativos de la cadena CBS, consideran que los artículos publicados en los periódicos sobre el tema son poco claros y pese a las dudas e inicial reticencia del director, deciden iniciar su propia cruzada contra McCarthy en una lucha por buscar la transparencia de unos procedimientos injustos. El programa sobre el senador McCarthy y el Comité de Actividades Antiamericanas, una auténtica crítica a su política y una defensa de la libertad, es un éxito y en él se ofrece la oportunidad al afectado de acudir al programa y expresarse al respecto. La prensa de la época discrepa: para unos, se trata de un periodismo verdadero y comprometido; para otros, es mera propaganda tendenciosa.
Gracias al reportaje televisivo el ministro del aire hace público un comunicado en el que readmite al teniente Radulovich en las Fuerzas del Aire. El grupo de periodistas celebra el triunfo mientras que otro caso sale a la palestra: Annie Lee Moss es juzgada por su presunta implicación en asuntos de espionaje dentro del Pentágono, en la sala de descodificación. El 6 de abril de 1.954 McCarthy participa en el programa y acusa a Murrow de haber sido comunista, haciendo un llamamiento para que todos aquellos americanos que amen a su país se unan a él en su cusa. Murrow realiza una última intervención con la que consigue, gracias a sus argumentos, cuestionar la legalidad del senador y abrir una brecha en su credibilidad.
Fruto de la labor de unos periodistas, el Senado comienza una investigación sobre McCarthy hasta que en 1.957 es censurado y destituido del Comité de Actividades Antiamericanas. La victoria de un periodista valiente y comprometido frente a un político tan poderoso como corrupto. “Buenas noches, y buena suerte” se desarrolla en los años 50 en Nueva York, en unos Estados Unidos bajo la amenaza del comunismo. Es en esa época cuando el senador republicano estadounidense Joseph McCarthy realizó una acusación pública sobre la infiltración de más de 200 comunistas en el gobierno de Estados Unidos. Su popularidad se sustentó en sus investigaciones agresivas sobre diferentes miembros del Gobierno y otros sospechosos de ser agentes soviéticos o simpatizantes del comunismo infiltrados en la Administración Pública o el Ejército. El fuerte movimiento anticomunista tuvo su punto álgido entre 1.950 y 1.956 y fue conocido popularmente con el nombre de McCarthismo. El comunismo, además de ser una cuestión de política internacional, fue convertido por este personaje en un mal que se había infiltrado en el territorio nacional.
El senador, al frente del Comité de Actividades Antiamericanas, urdió un sistema inquisitorial que violaba los derechos individuales y con el que destruyó la vida de miles de personas por el simple hecho, por ejemplo, de tener contactos con alguien supuestamente vinculada al comunismo. En todas las empresas, los empleados tuvieron que firmar declaraciones juradas de no pertenecer ni simpatizar ni tener vínculos con el partido comunista ni con nadie comunista o simpatizante del comunismo. La película documental “Buenas noches, y buena suerte” acontece en uno de los períodos más oscuros de la política estadounidense, en un contexto de guerra fría, un enfrentamiento latente entre capitalismo y comunismo.
“Buenas noches y buena suerte” se desarrolla dentro de la cadena estadounidense de radio y televisión CBS, Columbia Broadcasting System (fundada en 1.927 bajo la denominación de United Independent Broadcasters. En 1.939 lanzó las primeras transmisiones experimentales de televisión que, durante los años cincuenta, la convirtieron en la cadena líder de los Estados Unidos) y muestra los inicios del periodismo televisivo así como sus antiguos métodos para realizar un programa: las reuniones previas, un sólido trabajo en equipo, la utilización del blanco y negro, la intensa actividad que genera la grabación y emisión de reportajes informativos, la importancia de los patrocinadores... Los profesionales del medio, acostumbrados a la radio, tratan de alcanzar el éxito a través del nuevo medio, en el que la fuerza de la imagen y la elocuencia del locutor son aspectos claves para triunfar.
Asistimos al tímido comienzo de la andadura de la televisión, llena de entusiasmo pero también de dudas, donde ya por aquel entonces se manifestaba una clara tendencia al escapismo y a la necesidad de entretenimiento, deseando dejar a un lado todas aquellas informaciones perturbadoras o dolorosas. Asistimos también a una lucha por la verdad en una momento político oscuro en el que, recurriendo a la televisión, un grupo de periodistas deciden romper el silencio y destapar los ilegales métodos de uno de los hombres más poderosos del momento, el Senador McCarthy. Es un homenaje al periodismo de entonces, basado en el compromiso y la necesidad de informar al ciudadano con la verdad, permitiendo que todas las partes afectadas participen y puedan defenderse o exponer sus argumentos. Desde un pequeño estudio de televisión se realiza una crítica al sistema político y a la actuación de McCarthy y se apela al buen juicio del ciudadano para que por sí mismo analice la situación.
La película recrea la fuerza de un medio de comunicación recién descubierto en el que el periodismo de denuncia e investigación aún tenía un hueco entre los programas de entretenimiento. Y es que, incluso en sus inicios norteamericanos, el concepto de decadencia hace presencia en el panorama televisivo, cuando Fred Friendly le dice a Murrow; “Hagamos nuestro primer programa sobre la decadencia de la televisión”, a la vez que se hace patente la importancia de la publicidad y el recurso fácil del camino del espectáculo y el ocio. “La gente quiere pasarlo bien, no quiere lecciones cívicas” le explica el presidente de la CBS a Murrow. Son los años cincuenta. Los programas de debate, investigación y análisis de la actualidad política y nacional se están viendo sustituidos por los emergentes concursos televisivos; es el declive de la información y la conciencia crítica frente a la popularidad del entretenimiento y el escapismo.
La profesión periodística se ve actualmente sometida a la nueva economía de mercado. El poder mediático en el mundo se encuentra bajo el dominio de unas corporaciones con intereses dentro y fuera de la comunicación. Esta realidad social contemporánea es fruto de un avance capitalista precipitado tras la Segunda Guerra mundial, que ha supuesto un reparto informativo del mundo que se corresponde con el político y económico.
Ya antes de la I Guerra Mundial la prensa era considerado un instrumento político y la competencia desenfrenada para llegar hasta un público cada vez más amplio incitó a los periódicos a adoptar una estrategia editorial que privilegiaba el acontecimiento, en detrimento del curso de las cosas y que confería una importancia excesiva a lo que propiciaba la emoción, en vez del uso de la razón. La radio se desarrolla durante los años 20 y 30 y posteriormente surge la televisión, en la década de los 40-50. Los avances en el tratamiento de la información se acentuaron cuando la radio y la televisión adquirieron su autonomía respecto del poder político (entre los años 1950 y 1970, según los países europeos). No obstante, esta etapa duró poco y la publicidad y los grupos políticos comenzaron a contaminar de ideologías e intereses personales a los medios de comunicación.
El fenómeno de la globalización, que comienza a tomar forma con la aparición de las nuevas tecnologías de la información, simbolizadas por las computadoras, el satélite de comunicación y las redes digitales o de fibras ópticas, ha contribuido a acelerar la competencia encarnizada entre las diferentes empresas de comunicación. La transnacionalización de medios conduce a una sociedad uniformada en términos informativos. El pluralismo es un mero espejismo. Actualmente, los países occidentales más poderosos, encabezadas por las compañías transnacionales americanas, han monopolizado el mundo de las comunicaciones hasta tal punto que el bienestar económico y la identidad cultural de naciones menos poderosas se ha visto fuertemente debilitadas. Ciertos críticos han denominado a este hecho el imperialismo de los medios de comunicación, el dominio de los canales mundiales de comunicación por las naciones tecnológicamente desarrolladas.
Como consecuencia de la revolución tecnológica, el periodista ha perdido el monopolio de la información. Hoy todo el mundo informa y cualquier institución, ya sea empresarial, cultural o política, tiene su propio medio de información. El profesional de la información se encuentra ante el desafío del siglo XXI; asumir las nuevas tecnologías y los profundos cambios que se operen desde la profesionalidad y el compromiso. Por otra parte, la multiplicidad de canales de difusión crea en nosotros la falsa sensación de estar muy bien informados. Sin embargo, detrás de este espejismo, se encuentra una gran concentración de producción de la información. Los medios presentan el mismo tipo de noticias, a través de una rigurosa selección. La producción masiva produce una saturación de información masiva: se generan una gran cantidad de noticias sin evaluar el interés o los criterios de selección. La saturación informativa no significa un mayor pluralismo. La cantidad domina totalmente sobre la idea de cantidad (...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario