En tu vida y en la mía ya no existen alternativas. Lejos quedaron nuestros días al límite, nuestras fiestas al alba, nuestro perfecto binomio. El tiempo se llevó lo mejor, los recuerdos más gratos, la poesía del alma, el amor que nos dimos. Todo parece quedar hoy muy lejano, borroso a la luz de mis anhelos. Por nuestras vías ya no pasan trenes, por nuestras venas la adrenalina de antaño se ha transformado en un licor dulce y empalagoso, el licor de la conformidad. Los ayeres me confunden y me roban la estabilidad. Imposible volver a tus brazos, ya no somos los mismos. La vida nos ha cambiado. Todo lo que esperábamos llegó demasiado pronto y la madurez nos impuso sus propias condiciones. No quería olvidar tus besos, no pretendía arrojar al olvido los excesos ni los pecados pero la vida tenía otros planes para nosotros. Nos creímos soberanos de nuestros días pero fuimos tragados por sus ingratas noches. Los proyectos en común se perdieron con el sonido del último tren que vimos juntos. Ni siquiera los remordimientos llaman a la puerta porque el futuro que imaginamos sencillamente nunca existió. Procuro no recordarte en exceso. Las estaciones están vedadas para mí. También el pintalabios rosa, los números impares, las fiestas afónicas e inesperadas. Al alba ya no hay resaca sino serenidad. Y tu imagen se aleja de mis retinas. Nuestros días murieron sin nosotros saberlo, nuestros sueños no despertarán jamás de su cálido y consentido letargo.
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