¿Podría haberse presentado un presupuesto alternativo? A Rajoy le acompaña la polémica en sus tres primeros meses de gobierno. La subida del IRPF y el IBI, el anteproyecto de la Ley Orgánica de Estabilidad y Sostenibilidad Presupuestaria (control de déficit público), una Reforma laboral que abarata el despido, un Decreto sobre desahucios y un anteproyecto de Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno. A este elenco de medidas desesperadas hay que sumar la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para este año, los más austeros de la historia de nuestra democracia. El fracaso electoral del PP en Andalucía, Comunidad Autónoma que ha optado por un gobierno de izquierdas, y la huelga general de 29 de marzo contra la reforma laboral han sido sólo un reflejo del sentir generalizado de un país en bancarrota. Se otorga al empresario poder absoluto para modificar las condiciones laborales, incluido el salario y ¡sorpresa!, los sueldos de los directivos se limitan y se reducen llamativamente los consejos de administración unidos a unos sueldos de lujo. Pero nadie habla de los sueldos de sus ministros y altos cargos varios, senadores, diputados, presidentes autonómicos, alcaldes… siempre acompañados de “colaboradores” sin trabajo conocido pero con la nómina llena de ceros. Los más osados y desvergonzados hasta se suben el sueldo en tiempos de crisis.
Ha sido el PP un gobierno que, recién llegado a la Moncloa, ha incumplido una de sus promesas electorales: no subir los impuestos. Con los dientes afilados de la oposición (una oposición deslegitimada pero inflexible) en la yugular y una población civil asqueada y preocupada por su futuro, el señor Mariano Rajoy no lo tiene nada fácil. Sin recortes no podemos esperar milagros. El mismísimo presidente del gobierno ha reconocido que los nuevos Presupuestos son “duros, desagradables e incómodos”. Si bien es cierto que la cuantía total era inamovible, fijada por la Comisión Europea, la decisión vital del gobierno era el destino final proporcionado a esas partidas. Así, más de la mitad de esos presupuestos se destinan a pensiones, desempleo e intereses de la deuda (esto último se debe a que en el último año se han gastado 90 millones de euros más de lo que se ingresó); la calidad mermada en los fondos para becas e investigación; un plan de regularización fiscal de dudosa eficacia, la denominada amnistía (utilizada ya durante la transición española para regularizar balances de renta de las denominadas fortunas del franquismo) para conseguir repatriar capitales situados en el extranjero para evadir impuestos y que, para muchos expertos, únicamente servirá para premiar a los defraudadores. Sumar a estos datos el recorte del 13% para el Ministerio de Educación y un 21% en Sanidad, entre otros. Presupuestos de guerra, ha sido la definición del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo.
Tres meses lleva el PP en la Moncloa. Veremos cómo dirige su andadura la derecha española en un contexto internacional donde los mercados mandan y los Estados obedecen. En un panorama nacional donde sólo se habla de subida de impuestos, desahucios, precariedad, desempleo, recortes y crisis. Los tecnócratas del gobierno tendrán que hacer frente a lo que ellos mismos han denominado "situación límite". Mientras, sobre la mesa una realidad dramática traducida en cifras, en ingresos y gastos… unos presupuestos de segunda para un país de tercera.
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