La Educación Nacional de Universidad a Distancia (UNED) ha sido mi opción para cursar la carrera de Derecho. Por su metodología de educación a distancia permite la realización de unos estudios superiores a todos aquellos que prefieren este sistema ya sea por simple planificación y preferencia por sus técnicas de aprendizaje o bien por razones laborales, de residencia o cualquier otra. Es la universidad pública con mayor número de estudiantes del país, más de 200.000 y dispone de una amplia oferta formativa entre la que destacan 27 grados, 43 títulos de Máster universitario oficial y 41 programas de Doctorado.
Tras haber realizado mis dos primeras Licenciaturas de forma presencial y en una etapa en la que compaginaba el estudio de oposiciones y formación complementaria con un trabajo a jornada completa, opté por la matriculación en esta universidad pública que me ofrecía la posibilidad de un estudio solitario pero autónomo y responsable, a distancia. Entre los recursos del estudiante destacan las tutorías presenciales, los cursos virtuales, la biblioteca o las aulas AVIP.
Pronto descubrí que la UNED es sólo para unos pocos. Estoy muy ilusionada con la Licenciatura de Derecho (cuya extinción definitiva se producirá en el año 2015) pero he de confesar que los contenidos a veces resultan inabarcables, los temarios son extensísimos y los exámenes, combinación en la mayoría de las ocasiones de teoría y casos prácticos, son muy complicados. El sistema de evaluación consiste en acreditar el dominio de unos conceptos y una terminología propia a partir de un elevado nivel de exigencia, lo que conlleva por otra parte, una mayor y más sólida formación del alumnado, reconocida en los ámbitos profesionales y entre los preparadores y cuerpo de opositores a las diferentes profesiones jurídicas. Los programas de cada asignatura se exigen completos, sin reducciones ni posibilidades de derogación del temario, una diferencia enorme con la presencial, en la cual el profesor nunca llega a dar la materia en su totalidad debido a una decisión propia o a la falta de tiempo.
Me considero una persona afortunada porque gracias a mi fuerza de voluntad mis resultados académicos han sido siempre exitosos. Confieso que en la UNED me he venido abajo en un par de ocasiones ante la renuncia de varios exámenes, el agobio mental, la presión psicológica, la falta de tiempo material disponible… Pero siempre me han gustado los retos. Ya he aprendido que en esta universidad se requiere de una disciplina estricta y de una gran motivación. Si alguno de estos dos ingredientes te falla, no estás en el sitio indicado.
La UNED apuesta por la figura del estudiante activo, capacitado para organizar su propio trabajo, preparar las asignaturas con la bibliografía básica y complementaria, estudiar a un ritmo personal y adecuado a las necesidades de cada persona. Sus exigentes requisitos provocan el abandono académico de muchos estudiantes que, decepcionados o con una sensación de fracaso interior, deciden tomarse un tiempo, pasarse a la presencial o dejar los estudios definitivamente. Por todas estas razones, creo que puedo sentirme orgullosa de avanzar, lenta pero segura, por los vértices de esta universidad que me ha permitido estudiar de otra forma y no creer en límites ni fracasos personales. La UNED no es perfecta, ni mucho menos, y quizá demasiado dura para la gran mayoría de los mortales, pero siempre he creído que ningún camino fácil me conducirá a un lugar que merezca la pena. Para bien o para mal, con mis alegrías y mis decepciones, soy de la UNED.