30 noviembre 2011

Llegaré hasta el cielo

       Ya no hay obstáculos que me impidan avanzar, lejos han quedado las lamentaciones, el miedo, lo que en otra época tenía nombre de imposible. He emprendido el vuelo con la fuerza que me reporta la experiencia vivida, y me mantengo en una ida y venida constante, en el columpio de protagonista con plaza vacante al cielo. Es cuestión de tiempo, es cuestión de prudencia y de sabia espera. Prometo escribiros, prometo mantener despierta a la luna en las noches que deseéis sean eternas, saltar entre estrellas, hacer la competencia al mismísimo sol. No sé si merecerá la pena, no sé tampoco si volveré de este viaje, si encontraré la felicidad o si una vez conquistado ese cielo necesite de nuevos espacios sobre los que poder reinar. Pero no olvidaré la estela de sacrificio derrochado, las noches lacrimosas, el valor y el carisma de un alma derrotada de antemano. 

   Confío plenamente en mi viaje de ida mientras me columpio firmemente aferrada a los hilos que descuelgan las nubes y me siento una privilegiada desde aquí arriba, porque no necesito valerme de lisonjas ni de tretas, ni de chantajes ni de sonrisas artificiales. Todo lo que me ha llegado y todo lo que está por venir me pertenecerá por lucha y desgaste, por tiempo invertido, por la entrega de otros sueños, por lo inalcanzable de mis más bellas fantasías. Todo será un título justo que me redimirá ante el mundo, un título de graduada en la vida y en la educación. Prometo escribiros, porque vuestro apoyo en los momentos más bajos ha sido mi analgésico más efectivo, mi resurrección después de las caídas. Prometo cederos mi columpio a vosotros, que tanto habéis valorado mi triunfo, porque sabéis lo que cuesta ganar un sitio en el cielo, y dejaros en las noches más tristes acercaros para preguntarle a la luna por qué evita mirarme, por qué siente envidia de mis ojos y de todo lo que, por derecho propio, me pertenece.

29 noviembre 2011

Estudiar a distancia (II)

   (...) En mi caso concreto, y por una vocación jurídica que nació en mis primeros años de carrera presencial, decidí iniciar la aventura de mis estudios universitarios a distancia en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia). Para mí era un terreno totalmente desconocido. Pronto me empapé de su metodología, de su sistema de exámenes presenciales, de sus tutorías presenciales (voluntarias) en el Centro Asociado de mi localidad (nunca he asistido), de sus cursos virtuales. 

   Una vez matriculado, cada asignatura presenta una guía didáctica en la que se indica el temario a tratar, la bibliografía pertinente y el modelo de examen. Los libros son muy extensos y el susto es muy grande cuando descubres que todo es materia de examen y que, por lo tanto, cualquier epígrafe puede caer como pregunta de evaluación. Si no eres disciplinado, la UNED no es tu universidad. He tenido que hacer verdaderos esfuerzos memorísticos para abarcar materias interminables y complejas, con los tecnicismos característicos del lenguaje jurídico y el añadido de la comprensión lógica de los casos prácticos que se incluyen en el examen (en la mayoría de las asignaturas). Para quien sienta curiosidad, mis notas siempre han sido muy buenas y en la UNED también he logrado matrículas y sobresalientes pero mi esfuerzo ha sido sobrehumano y aún me quedan muchas lágrimas y mucho estudio por delante. 

   Una asignatura en la UNED equivale a meses de estudio concienciado y concentrado. He tenido que renunciar a unas cuantas asignaturas por falta de tiempo material para estudiar y eso resulta muy frustrante. Quizá porque siempre me he exigido demasiado. Pero he de decir que lo mejor es matricularse de un mínimo abarcable de asignaturas porque es preferible aprobar unas pocas con buena nota (o con un cinco raspado, que en la UNED es un verdadero mérito) antes que ir a por todas y no presentarse a ninguna con el desgaste añadido de haber estudiado sin resultados. Expreso esta opinión porque lo he vivido así. Si no tienes un control, abandonarás o tu proyecto se convertirá en prácticamente inviable por el elevado número de años que deberás invertir (a no ser que se tenga ya un trabajo y se estudie por puro placer). 

   De acuerdo a mis pautas y a mis experiencias anteriores, yo he valorado mucho la posibilidad de un estudio autodidacta y de forma aislada porque necesitaba un cambio con respecto a la presencial y porque creo que no hay mejor forma que aprender que la de una asimilación correcta de los contenidos a través de la comprensión y una estrategia centrada en la memorización de la teoría, imprescindible para afrontar un caso práctico. La gran ventaja es la eliminación de la toma y cotejo de apuntes y su sustitución por un libro ya dado, el referente que tendrán en cuenta los profesores del departamento pertinente. 

   Es tu obligación fijar unos horarios de estudio diarios porque la desidia se puede convertir en la peor de tus compañeras. Jamás recomendaría la UNED para los más jóvenes, a no ser que no tengan más opción. Lo digo por su dureza y por la extensión de los temarios. Pregúntale a un alumno de derecho de una universidad presencial cuántos folios tiene de media para cada asignatura y la diferencia es brutal si lo comparamos con la UNED. No en balde tiene esta universidad tan buena fama y de ella han nacido grandes opositores y grandes ejemplos de superación. 

   Sí he de confesar que echo de menos el compañerismo y el intercambio de impresiones, la disponibilidad de un tutor que te anime con un gesto o escuchar mi nombre y apellidos de un profesor que me conoce y ha visto mi evolución. Pero la corrección imparcial de un examen en el que no se tienen en cuenta ni trabajos, ni asistencia a clase ni participación activa es una de las consecuencias inevitables del estudio a distancia. 

   Quería aprovechar estas líneas para mandar un abrazo muy fuerte a todos esos valientes que afrontan la misión de estudiar en la UNED, con sus familias, sus trabajos, sus miedos, sus fobias, sus fracasos, sus angustias, sus altibajos. Me quito el sombrero y reconozco su mérito, más allá de los suspensos que minan la ilusión por momentos o de los aprobados que saben a gloria. Poco a poco, la meta se ve cada vez más cerca. Como siempre he dicho, no quiero un título para colgarlo en la pared, sino para demostrar mi valía en una sociedad que exige tanto, en un mundo en el que, tarde o temprano, estar preparado académicamente se premiará como el mayor de los logros.

28 noviembre 2011

Estudiar a distancia (I)

   Como cada vez son más las personas que deciden estudiar a distancia, me gustaría explicar mi experiencia al respecto y las conclusiones a las que he llegado después de varios años siguiendo este método, tanto en estudios universitarios (Licenciatura de Derecho en la UNED, Universidad Nacional de Educación a Distancia), como en diferentes cursos de formación complementaria que consideraba necesarios para complementar mi curriculum. 

   La educación a distancia supone decir adiós a las clases presenciales, a la elaboración de apuntes, al contacto directo con los profesores, a las caras conocidas. Las principales técnicas que hay que utilizar para no hundirse en el desánimo (porque, a diferencia de lo que algunos comentan, el estudio a distancia requiere de mucha constancia y una metodología estricta) son la disciplina, la tenacidad, el esfuerzo y sacrificio y una óptima planificación del tiempo. No hay que olvidar que la inexistencia de un horario riguroso obliga al estudiante a elaborar su propio calendario académico y su particular plan de estudios. Y con ello me refiero a que cada uno distribuye su tiempo del modo que estime más oportuno y productivo conforme a su disponibilidad y sus aptitudes. 

   La responsabilidad exigida es mayor que en los estudios presenciales porque el ritmo lo marcas tú, no el profesor de turno o la academia, y los plazos de estudio marcados condicionan los resultados posteriormente obtenidos. La autonomía te proporcionará satisfacción si has sabido optimizar el tiempo de estudio y si has rendido lo suficiente de cara a la nota final. En principio, tendemos a asociar estudios a distancia con facilidad, comodidad, flexibilidad, libertad. Son muchos los que se enfrascan en la aventura de realizar una carrera a distancia creyendo que es como un título vendido en la tómbola pero resulta que no les queda más remedio que abandonar porque no era tan fácil como ellos creían. No era regalado, vamos. Siguiendo el hilo, remarco la importancia de una buena organización del tiempo disponible, la información previa y fiable sobre el curso o la carrera de interés, la utilización de las tecnologías de la información para adaptarlas al aprendizaje y utilizarlas como complemento de formación (foros virtuales, chats, buscadores…). 

   Otro factor clave es la motivación. Si no sientes pasión por lo que haces, terminarás por considerar obligación lo que en realidad debería ser un aprendizaje voluntario. Es otra de las trampas de este tipo de estudios. No hay obligación de asistir a clases y si te puede la vagancia o el aplazamiento continuo del estudio, estás perdiendo el tiempo y el dinero. No te encuentras en un aula, no estás rodeado de compañeros, nadie marca un control, no hay un profesor que te explique y oriente, no hay un horario temporal sobre el que apoyar el estudio y distribuir la materia. Tú mismo marcas el aprendizaje de una forma constructiva y autónoma, asimilando conocimientos y estableciendo metas realistas. A pesar de que recomiendo a la gente joven la experiencia de los estudios universitarios de forma presencial (recuerdas con nostalgia las explicaciones en la pizarra, las clases aburridas y el contacto con personas que tienen tus mismas inquietudes e intereses), también he de decir que estudiar a distancia es un viaje apasionante, en solitario pero con la mágica posibilidad de ser dueño del tiempo y sus minutos, de la materia que aprendes cada día, de la actualización correspondiente, de los conocimientos que se aferran en la mente. Qué duda cabe, eres autodidacta (...)

23 noviembre 2011

A la sombra de tus tacones

       No sé qué es lo que me das ni lo que has hecho de mí. Soy marioneta en tus manos, ave herida en tus delirios, esclavo de tu arrogancia y de tu manera de amar. Hoy tampoco me libraré de tu hechizo, de tu blanca e hipnotizante piel, del oscuro camino que marcan tus besos. Eres mi perdición y yo acudo a tu llamada cada vez que tienes sed de caricias, tu canto de sirena me destruye y enamora y me vuelve ciego y sordo. Eres caprichosa y hábil entre las sábanas, dominas el juego y mantienes el látigo en alto, dispuesta a magullar mi orgullo si trato de darte la espalda y arrancarte del alma. Vivo aprisionado entre tu perverso escote, a la sombra de tus rojos tacones, a la intemperie de tus sedosos muslos, sin salida posible. 

   Me utilizas a tu antojo, me buscas en tus noches solitarias pero nunca amaneces a mi lado. Eres mujer de todos, entregada a los brazos de otros desconocidos. Eres siniestra, retorcida, fácil pero inaccesible, un laberinto sin escapatoria posible, un beso de carmín y vacío, una bruja que utiliza su escoba para escapar del amor y de sus pretextos. Y sufro porque no me conformo con ser tu amante vagabundo, uno de tantos, uno más en tu colección. Y trato de no verte más, de conocer otros brazos más dulces y comprensivos pero tu silueta me llama y el látigo me condena una vez más. Y aquí estoy, de nuevo dónde tú querías, naufragando entre tus excitantes caderas, saboreando tu fino cuello, a la sombra de tus tacones, a la vera de tu falso abrazo.

22 noviembre 2011

Libros de Estilo (II)


   (...) Un ejemplo paradigmático lo constituye el periódico El País y su Libro de Estilo, el primero que se distribuyó en todas las librerías para ponerlo al alcance de quien quisiera adquirirlo. La decisión de ponerlo a la venta se debe al interés que muchos lectores mostraron por poseer este instrumento de trabajo. También hay que tener en cuenta que era una época en la que la prensa más escandalosa irrumpió en la intimidad de muchos personajes. El director de El País en 1990, Joaquín Estefanía, explicaba: “Vimos que algunos medios estaban violentando la libertad de expresión y decidimos dotarnos de un sello de calidad para que la gente supiera cómo trabajamos aquí”. Más de treinta años después de su aparición, el Libro de Estilo de El País (cuya primera edición vio la luz en 1977) lleva más de 70.000 ejemplares vendidos, no sólo en España sino también en Argentina, Chile, México, y otros países de Latinoamérica. La tarea de usar mejor el idioma, propósito principal de estos manuales de estilo, se reduce más bien al ámbito de la redacción del medio respectivo, con la excepción del Libro de Estilo de El País, que está teniendo un mayor ámbito de utilidad no sólo en España sino también en Hispanoamérica, por tratarse de uno de los periódicos de referencia más importantes del mundo hispano. 

   Pero, ¿a qué se debe el éxito de este manual de uso interno? Tal vez resida en la importancia cada vez mayor que se da a los medios de comunicación. Éstos se caracterizan por entrar en el hogar de los ciudadanos de una forma extremadamente fácil, convirtiéndose de ese modo en los principales transmisores de modos de pensar, formas de actuar, valores y antivalores. Por lo que respecta a la prensa escrita, los lectores tienen derecho a conocer los procedimientos internos y el modo de redactar de su medio habitual, para saber si realmente éste sigue un comportamiento ético en el desarrollo de su trabajo y elabora la información de acuerdo a unas reglas coherentes y adecuadas. El Libro de Estilo de El País pone en manos del público todos los principios que regulan su actividad periodística para que juzgue por sí mismo el trabajo y la calidad del periódico. 

   Es el lector quién traza los límites al diario, exigiendo claridad y transparencia a la hora de narrar los hechos, reclamando veracidad y rigor en la información publicada. Son muchos los ciudadanos que, aun sin tener nada que ver con el mundo de la comunicación, han comprado este manual para uso privado. Su contenido, dividido en un manual periodístico, dos diccionarios y un apéndice, marca la trayectoria profesional de este medio y la de sus colaboradores. A su comprador no sólo le mueve un mero interés periodístico al adquirir el Libro sino el deseo de conocer a fondo la personalidad y la forma de trabajar de su diario. 

   Los medios de comunicación juegan un papel vital en la sociedad, al contribuir a la difusión de un idioma culto y cuidado. Pero en ocasiones, éstos ignoran o no obedecen la norma lingüística, lo que produce la incorrección idiomática y la aparición de vulgarismos, errores gramaticales o extranjerismos innecesarios que contrarrestan su actividad culturizante y educadora. Destacan el denominado dequeísmo, el uso de muletillas, el uso abusivo de súper, la mutilación de los finales en –ado... Hay que tener en cuenta que el mercado mundial de las noticias, cada vez más competitivo, demanda textos correctamente escritos, lo que hace que los medios se esfuercen en la tarea de usar mejor el idioma. A este propósito responden los libros de estilo, manuales que deben luchar por mantener la unidad idiomática y prevenir sobre esos errores lingüísticos que deterioran y empobrecen el lenguaje. 

   Actualmente, la sociedad de la información nos invade y la lengua se convierte en un instrumento esencial para el comunicador. Las noticias redactadas deben de ser claras y concisas, sencillas y veraces, que permitan un mejor entendimiento por parte del lector. El español es dinámico y abierto a las influencias externas. Del mismo modo, la globalización de la información está generando todos los días nuevas palabras y formas de comunicarnos. Aunque los libros de estilo no constituyen una solución por sí sola eficiente, sus principios de coherencia, ética y humildad profesional buscan un dominio mayor de la lengua, una riqueza léxica y una calidad literaria mediante la utilización correcta de palabras, dentro del marco de un periodismo moderno, en el que muchas de las barreras lingüísticas que antes existían se diluyen y desaparecen.

21 noviembre 2011

Libros de Estilo (I)


   Los libros de estilo son las normas propias de cada medio de comunicación, es decir, las pautas a seguir en las publicaciones diarias. Su existencia normaliza el trabajo del periodista y establece un estilo que se mantiene en los diferentes textos que se publican en el medio respectivo. Esto no significa que dicho manual elimine la creatividad y la libertad de los comunicadores en lo referente a la creación de sus trabajos. El estilo es una manera de escribir, una forma peculiar de ejecutar un texto periodístico. Los profesionales en este campo gozan de un estilo libre y personal siendo el libro de estilo una especie de orientación que les permite conocer sus limitaciones a la hora de presentar al lector sus textos, así como documentarse sobre que situaciones y qué tipo de libertad se puede tener en las aplicaciones. 

   Un libro de estilo debe ser considerado como un manual de referencia que contiene una serie de principios útiles para el profesional, orientados a facilitar la construcción de informaciones periodísticas. Contiene un conjunto de normas prácticas de obligado cumplimiento para todos los cargos del periódico, los redactores y colaboradores, creadas por el propio medio para regular la actividad periodística en cada publicación y homogenizar el producto informativo, así como impedir la aparición de errores en las páginas de los periódicos, o, en su defecto, ayudar a mitigarlos. Recoge la política editorial, la responsabilidad profesional, el trabajo con las fuentes de información y el tratamiento de la información y la publicidad. 

   Después de quedar suspendida la obligatoriedad del epítome y el compendio de la RAE, los medios de comunicación se quedaron sin modelos de referencia y, ante este vacío del uso español dejado por la Academia, nacieron los manuales de estilo de los medios, convertidos con el paso del tiempo en modelo para el hablante medio español. Dichos libros se han ido modificando a lo largo de los años, debido a la constante evolución lingüística. La lengua no es algo estático. Un idioma evoluciona continuamente, hecho que hace necesario la ampliación de las ediciones de los libros de estilo ya publicadas. 

   Si bien es cierto que no todos los medios cuentan con un libro de estilo, el periódico que lo crea pretende establecer un símbolo de identidad, una garantía de transparencia con respecto a los lectores. A través de su manual muestra unas características personales sobre la forma de llevar a cabo sus publicaciones, una forma interna de trabajar que le define y le diferencia de los otros medios. Se puede decir que detrás de cada libro de estilo se esconde la personalidad del periódico que lo ha creado, así como un compromiso de credibilidad y profesionalidad con los asiduos clientes de sus publicaciones. El libro de estilo constituye una peculiar forma de hacer partícipe al lector de los principios y normas fundamentales que rigen un estilo propio de hacer periodismo y presentar textos informativos al público masivo. 

   Por lo que respecta a su intención, un libro de estilo tiene como máximo objetivo conseguir homogeneizar el lenguaje, hacer uso de un español lo más correctamente posible, que no difiera de un autor a otro. Se presenta como una guía que ayuda al periodista a resolver sus dudas: le informa sobre cuáles son los usos comunes del idioma español, aquellos que están prestigiados socialmente. Es una herramienta indispensable para aquellos que, sin ser profesionales de la documentación, necesitan crear textos destinados al público (...).

17 noviembre 2011

Juicios paralelos (II)

    (…) El daño más grave que ocasionan las valoraciones y juicios emitidos por los profesionales periodísticos surge del menoscabo de una serie de derechos fundamentales como el derecho al honor y a la propia imagen y la presunción de inocencia de los sospechosos. La libertad de información se encuentra por tanto frente al muro de dichos derechos constitucionales y puede retraerse y centrare en el aspecto informativo o saltar ese muro y romper en pedazos los límites de toda ética y profesionalidad. Sí es cierto que existe la libertad de expresión y el derecho a una información veraz, así como el principio de publicidad (con sus tasadas limitaciones por razones de orden público y protección de derechos y libertades) como básico del sistema democrático, no deja de ser menos cierto que el límite a la libertad de expresión aparece recogido en el artículo 20.4 CE, en el respeto al honor, la intimidad, la propia imagen y la protección de la juventud y la infancia.

¿Hasta qué punto la publicidad de un juicio resulta dañina para el caso en curso? Los afectados y principales interesados en descubrir la verdad pueden verse afectados psicológicamente por informaciones falsas, la credibilidad de la justicia puede tambalearse ante una posicionada opinión pública que reparte arbitrariamente sus golpes y se sensibiliza con las víctimas, y la calidad de las garantías procesales puede verse mermada ante la utilización indebida de informaciones y datos que se hacen innecesariamente públicos.

El debate público lo impregna todo, pese a la vulneración de la presunción de inocencia, la desprotección de los menores, el daño psicológico para los familiares de las víctimas y los linchamientos colectivos de sospechosos que aún no han escuchado la sentencia por parte de un juez. No podemos y no debemos caer en las trampas del sensacionalismo. Los medios de comunicación son vitales en un estado democrático como garantizadores de la libertad de expresión y de información. Pero hay límites que nunca deben ser cruzados y uno de ellos es la posibilidad de realizar juicios paralelos sobre asuntos que deben ser resueltos en los tribunales. Los medios de comunicación no pueden actuar como jueces. Y eso es precisamente lo qué está ocurriendo.

La valoración moral y jurídica de los medios acerca de la conducta y comportamiento de los presuntos culpables y la reconstrucción de los posibles hechos convierten a éstos en jueces y fiscales, abogados defensores y juristas en potencia. El acoso periodístico a los afectados, el dictamen de una sentencia mediática a priori por la prensa, la distorsión de la realidad por los profesionales de los medios, los comentarios de periodistas sin la formación jurídica necesaria para opinar sobre cuestiones legales y los pormenores de casos en proceso… Hoy día, hasta los personajes del corazón se permiten el lujo de opinar sobre los delitos penales, convirtiendo a la víctima en verdugo y al verdugo en inocente y haciendo de verdaderos dramas sociales un lamentable show televisivo.

El drama hecho espectáculo, unos padres desesperados que no olvidan, unos límites constitucionales que se pisotean sin escrúpulos, una desaparición hecha negocio, las valoraciones y comentarios de una muerte horrible paseada por los platós y convertida en negocio y entretenimiento, mezcla de morbo e indignación. Mientras tanto, la justicia está de capa caída. Porque todos comentan y opinan y juzgan al margen del sistema. Mientras que los verdaderos profesionales están trabajando en el caso. Y los medios nos embriagan de discursos de populismo para engancharnos con el amarillismo más deprimente, con el sensacionalismo más cruel, con unos periodistas convertidos en jueces de un circo mediático en el que todo vale, desde la sensibilización hacia los padres de la víctima hasta el linchamiento público de un sospechoso todavía sin sentencia. Son los daños colaterales de los juicios paralelos. Juzguen ustedes. O mejor aún, dejemos las sentencias para los jueces.

16 noviembre 2011

Juicios paralelos (I)

   Somos espectadores directos de uno de los fenómenos más controvertidos de la sociedad, los denominados juicios paralelos, los conflictos nacidos entre determinados juicios aún pendientes de resolución judicial y su valoración, comentario y exposición de opiniones personales por parte de los medios de comunicación. Un hecho, ya sea penal, civil, laboral o de otra índole, se convierte en noticia valorada, en un tema público sobre el que se vierten opiniones de todo tipo, ya sean favorables o adversas.Se produce, en otras palabras, un seguimiento exacerbado de determinados casos judiciales por parte de los medios de comunicación. Los asuntos que engendran una mayor alarma social y por lo tanto, un mayor interés y expectación, son los delitos penales, los crímenes caracterizados por su gravedad, por los protagonistas del suceso o por las circunstancias que rodean al caso. La prensa se hace eco de la noticia y lucha por saciar la curiosidad de la audiencia proporcionando informaciones y detalles que se desligan de la intimidad de los juzgados, convirtiendo en público lo que debería formar parte del más absoluto secreto de sumario mientras se realizan las pertinentes investigaciones policiales y se inicia el proceso judicial.

   Entre los denominados juicios mediáticos destacan de forma sobresaliente el caso Alcasser (el padre de una de las menores acudió a los medios en busca de ayuda y mantuvo durante años que la versión oficial de la justicia era falsa), el caso Wanninkhof (en el que se acusó erróneamente a Dolores Vázquez del crimen de la joven malagueña Rocío), el caso de Sandra Palo (una madre coraje que denunció públicamente la violación y asesinato de su hija), el caso de María Luz (la investigación y el proceso pudieron ser vistos por todo el país a través de la presencia del padre de la pequeña asesinada en los medios), el caso de Marta del Castillo (la búsqueda del cuerpo, los continuos cambios de confesión, las diferentes versiones expuestas por el imputado)… Los medios de comunicación se aferran a estas escabrosas historias y en un circo mediático dominado por la descarnada competitividad se mezclan irremediablemente la información, el enjuiciamiento y la manipulación.

   Por lo que respecta a los principales afectados, los familiares de la víctima, se aprecia una línea general de acercamiento a los medios, un grito desesperado de buscar pistas denunciando públicamente su situación y rogando respuestas. Ejemplos de ello encontramos en el padre de María Luz Cortés o la madre de Sandra Palo, quienes optaron por descubrirse ante la prensa y exponer abiertamente su caso. Probablemente suponga una exposición desgarradora a la fama, la exhibición de un dolor irresuelto, la angustia de vivir indignantes juicios paralelos de unos medios de comunicación hambrientos de noticias impactantes. Pero su actitud resulta comprensible. Están desesperados. Así, en la fase de búsqueda, los portavoces de la familia se dirigen a los medios porque cualquier información puede resultar vital para el caso. Menos pertinente resulta la postura de la madre de El Cuco, menor acusado de encubrimiento de la muerte de Marta del Castillo, al conceder una entrevista televisiva y cobrando por ello.

   Los delitos penales más llamativos salen a la palestra y se produce la conversión de los medios de comunicación en pequeños tribunales, con verdades parciales y contradictorias pero con la capacidad periodística de emitir una sentencia condenatoria o absolutoria, en función de una maleable opinión pública que se guía por lo que conoce del caso a través de los medios. Son los juicios paralelos, los temidos juicios mediáticos que hacen su propia justicia, al margen de la ley, al margen de ciertos derechos fundamentales y al margen de los límites éticos y profesionales (…)