ESTHER DE LÓZAR CUEVAS

Dedico este pequeño espacio de intelectualidad a mi gente, que me regaló unas alas inmensas; a la vida, que me enseñó a emprender el vuelo sin estrategias ni maquillaje; a la educación, que me hizo libre. Esta mariposa de altos vuelos recupera su pluma... y escribe. ¡Bienvenidos a mi blog!

"La pluma es más poderosa que la espada y escribir con ella es considerablemente más fácil" (Feldman)

"Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito" (Shakespeare)

"El alma tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que la sostiene" (Victor Hugo)

"La peor lucha es la que no se hace" (Karl Marx)

"Lo que con más trabajo se adquiere, más se ama" (Aristóteles)

Cerrado por exámenes




Me despido del blog hasta marzo puesto que inicio mi mes de exámenes. Gracias a todos por estar ahí, sois mi mejor excusa para seguir escribiendo. 

Un abrazo y hasta pronto.
La Pluma Crítica
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Mis historias

          No sé si mis historias complacerán a la reina de las letras. Dicen que no hace caso a los novatos, que su memoria abarca siglos de versos y que entre sus neuronas quedaron atrapados los intelectuales más perfeccionistas, los escritores más osados. Su reinado es codiciado por artistas y sabios, envidiado por falsos poetas, ambicionado por todos aquéllos que aman y cultivan las palabras como la máxima expresión de un sentimiento o de un recuerdo que teme morir olvidado si no es expresado por escrito, inmortalizado en papel, comprendido por unas pupilas irisadas, devorado a través de la piel. 

   Los privilegiados que han visto de cerca su rostro temen perderse en las sílabas que se escapan de sus labios, en los inaccesibles vocablos, en las expresiones nunca antes escuchadas, en estructuradas frases y decadentes acentos, en la trampa de una prosa formalista y lejana hasta para un erudito que ha gozado de reconocimientos y prestigio. Aún me queda mucho camino, me pierdo entre las letras que descuelgan las nubes y trato de no quedar presa entre las garras de un diccionario sin significados ni esencia. A once pasos de la reina de las letras, quizá a cincuenta, quién sabe, la distancia es por ahora relativa, un punto de partida, una forma de conectarme a la vida de una reina impoluta. Quisiera que ella leyera lo que escribo, valorara mis palabras y hasta mis vacíos. Si desaprueba lo que hago no me quedará más remedio que volver sobre mis pasos. Dicen que no hace caso a los novatos pero yo por si acaso sigo con mis historias, sin hacer caso a las malas lenguas ni al desquiciante toque de queda. Esperando encontrarme con la reina de las letras, anhelando algún día, por qué no, poder competir con ella.
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Estúpida madurez

   Estúpida madurez, incomprensibles adultos. Ellos creen saber siempre lo que me conviene, lo que debe o no hacerse, lo que necesito llevar en mi equipaje de niña buena. Ellos, sí, los mayores, que me miran con ojos atentos y siempre vigilan mis pasos, y dicen que no entiendo porque aún soy pequeña, y me prohíben escuchar sus historias, y esconden ante mí sus problemas, y me hablan de disciplina y seriedad. Son cosas de mayores, dicen. Como si no supiera yo que los adultos crearon las armas, idearon las guerras, se hicieron enemigos. Y se matan entre ellos y hasta se dejan morir de hambre. Sus ideologías y sus patriotismos les ciegan, su ilógica madurez llena los telediarios de acontecimientos espantosos y bajo sus abrigos esconden ellos sus secretos y sus pecados. Y luego me riñen a mí… Qué incomprensibles son ¿verdad? Que no me vigilen tanto que yo no pienso crecer ni creer en su mundo de mentira. Me quedo con mis cuentos de ficción y mi vestido de princesa. Luego vendrán desesperados y me pedirán que cambie sus engaños por mis caramelos. Estúpida madurez.
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Madonna, la reina de la transgresión

   Siguiendo con el asunto tratado esta semana, se puede decir que ese deseo de la mujer de romper con la norma vigente y desestabilizar el sistema patriarcal que oprime a la mujer también se aprecia en otros ámbitos culturales, tales como el mundo de la imagen, por ejemplo, en los videoclips o vídeos musicales. Laura Mulvey afirma, con respecto al cine, que los hombres aparecen como sujetos de la historia y las mujeres como objetos de su mirada. Pero siempre existen excepciones, entre ellas Madonna y su comportamiento como estrella del pop y como mujer decidida y capaz de cuestionar la desigualdad sexual por medio de sus letras y sus imágenes; esta cantante invierte esta interpretación tradicionalista que sitúa a la mirada del hombre como aspecto dominante y a la mujer como objeto de deseo. En sus vídeos, dedicados fundamentalmente a la creación de imagen, son las mujeres las que toman el mando de las relaciones y aparecen representadas como dueñas de la mirada. 

   Esta gran artista, capaz de mantenerse 20 años en el mundo del espectáculo, sigue hoy día logrando impresionantes ventas y continúa presente en los medios debido a sus innumerables escándalos. Tocarse la entrepierna en algunos conciertos o recurrir a la religión como reclamo de atención a su trabajo han sido actuaciones muy discutidas. “Hace tiempo que dejé de buscar el reconocimiento de otras personas. Una tiene que hacer lo que tiene que hacer”, afirma la diva. 

   Por su capacidad de representar las contradicciones y misterios de su tiempo hizo que su impacto superase al de rivales de la talla de Prince o el propio Michael Jackson. Pero para entender el éxito de Madonna y su supervivencia en un mercado exigente y cambiante, hay que tener en cuenta el contexto social de los 80, marcado por un modo de vida patriarcal, puritano, donde los hombres tienen el protagonismo absoluto en el mundo de la música, fundamentalmente en la rama del rock. 

   Es lógico que las adolescentes de su época estén, por una parte, inmersas en un sistema patriarcal al que inconscientemente imitan y obedecen y, por otra, embelesadas ante la oportunidad que representa Madonna de romper con los cánones establecidos y establecer un modelo de mujer independiente y liberal. Si Madonna fue capaz de enganchar a la juventud con las letras de sus canciones, fue porque abrió en ella una alternativa al sistema establecido, la ruptura de una norma hasta entonces nunca cuestionada.

   Sus fans, admiraban fundamentalmente de ella su auto-satisfacción, el encuentro de un placer físico que nada tiene que ver con los hombres. “Es sexy pero no necesita de los hombres... es autosuficiente”, llegarán a decir. Mientras la prensa presentaba y presenta el cuerpo femenino como un problema constante donde las espinillas o el tamaño inadecuado de los pechos, entre otras cuestiones, acomplejan a las más jóvenes, Madonna es una forma eficaz y contundente de enseñarlas a amarse a sí mismas. La cantante representó para la mayoría de las adolescentes la trasgresión de la norma, la creación de una imagen desenfadada y atrevida, la ocasión de miles de mujeres de identificarse con la idea de emancipación, libertad, independencia. 

   Sus vídeos son una clara alusión a un protagonismo hasta entonces vedado a la mujer en los espacios públicos. En ellos se puede ver a las adolescentes en sus mundos reales, participando en las actividades de la calle, haciendo grafitis, fumando, integrándo­se en tribus urbanas o subculturas, bailando, divirtiéndose, incluso delinquiendo. Ahí está el éxito de Madonna; en la exaltación de la feminidad frente al icono masculino de poder y fuerza, como podemos ver en algunos de sus videos, como “Material girl” o “Erótica”.

   Una crítica a la sociedad patriarcal y al papel dominante de los hombres; “para un hombre ser una mujer sería degradante” pero en secreto le gustaría saber que se siente, y una defensa a la mujer; “fuerte por dentro”. A pesar de la inexistencia de referencias sexuales, la MTV la definió como impropia y la censuró. Tal vez por considerarla una ofensa al sistema. Asimismo, expresiones como “me encantaría ponerte en trance” o “pon las manos sobre todo mi cuerpo” fueron criticadas por su contenido sexual. De nuevo la mujer dueña de su sexualidad. El erotismo es la forma empleada por Madona para desterrar el mito de la mujer como objeto sexual y placer para los hombres. 

   En vídeos como “Like a virgin”, Madonna aparece alternativamente representando a una mujer pura y virginal, vestida de blanco, y a una mujer fatal y desenfadada, vestida de negro. En “Material girl” hace de mujer ambiciosa que domina y es consciente de su control sobre los hombres. Es su forma de burlarse del sistema opresor y de esas absurdas pero arraigas representaciones de la mujer que hace tanto tiempo surgieron en el campo artístico y literario. No sólo denuncia al sistema por medio de sus canciones y sus imágenes. Sus fotografías transgresoras y atrevidas muestran a una clase de mujer muy distinta a las ensalzadas por la publicidad, y su mirada reta desafiante al espectador. Puede que sólo sea su deseo de vender el que le lleve a adquirir y repetir ciertos gestos y actitudes pero está claro que, sea por la razón que sea, Madonna realiza una auténtica crítica a esa ideología dominante que subyuga a la mujer y que sigue vigente en nuestros días.

   Como las grandes estrellas, Madonna también contó con detractores. Muchos llegaron a escandalizarse con sus canciones cuando, en realidad, ella lo único que hizo fue mostrar la parte oculta de cada mujer, ese deseo sexual tantas veces reprimido y matado por una sociedad recogida en el recato y contraria a la exaltación de la sexualidad. Su consolidación como artista reside en el mero hecho de exponer públicamente y sin tapujos los eternos temas “tabú”, las propias preocupaciones e inquietudes que miles de adolescentes debían guardar para sí. El pudor salió del armario con esta rubia, pelirroja o morena, una eterna diva que permitió a las mujeres de su época poder valorarse de una forma hasta entonces desconocida, dejar el recato a un lado, expresarse libremente, eliminar la subordinación que las ataba a los hombres.
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Ruptura con el eterno femenino

   La opresión y la subordinación que desde diferentes campos ha sido sometida la mujer han levantado voces de rebeldía y la negativa de parte del colectivo femenino a seguir siendo un objeto deseado exento de sentimientos y pasiones. Son mujeres de carne y hueso, que nada tienen que ver con los mitos y estereotipos de esas mujeres fatales o exóticas vampiresas. 

"Untitled" (Cindy Sherman)
   Por lo que respecta al ámbito pictórico, las dificultades con que se ha enfrentado la mujer que quiere ser sujeto del arte expresan una dialéctica entre el impulso de crear y el de permanecer en el papel que le ha sido atribuido. Es complicado el papel de la mujer artista a la hora de representarse cuando desde siempre ha sido ella misma la representada. En el campo de la fotografía y realizando una crítica de la representación destacan artistas como Bárbara Kruger, Jenny Holzer, Sherrie Levine y Cindy Sherman. 

"Untitled" (Cindy Sherman)
   Por ejemplo, las fotografías de Cindy Sherman suponen una crítica al papel asignado tradicionalmente al sector femenino. Esta fotógrafa nos habla de las posiciones de libertad de la mujer en el siglo XX, una mujer renovada cuya imagen cambia mediante el disfraz. Titulando cada una de las fotografías "Untitled", Sherman despersonaliza las imágenes; no es Sherman quien está en ellas, ella es el modelo y el director y la imagen es su concepto. Su apropiación del espacio en ambos lados de la lente desestabilizó la tradicional oposición entre el artista y el modelo, el objeto y el sujeto”

"La lluvia dorada" (Elke)


 Otras artistas también rompen con el concepto clásico de la mujer. La deconstrucción de los códigos sexistas habituales se aprecia, por ejemplo, en el trabajo de Elke Krystufek, quien realiza una reivindicación de la sexualidad femenina frente a la represión a la que la mujer ha sido sometida en el ámbito sexual. 
"Jenniffer Mille" (Zoe Leonard) 



            
   La identidad femenina se deconstruye con trabajos artísticos de carácter ambiguo, en los que la mujer adquiere rasgos propiamente masculinos por medio del vello corporal y la barba. Entre las diferentes fotografías que destruyen ese ideal de belleza asociado a lo femenino destaca Jenniffer Mille (1995), obra de la artista neoyorkina Zoe Leonard. Se trata de una crítica y de una revisión de los conceptos de masculinidad y feminidad, así como el de la identidad; una mujer que puede ser hombre, un hombre dentro del cuerpo de una mujer.

Orlan
   Un ejemplo extremo lo representa la artista Orlan, quien en busca de nuevas identidades ha pasado por diversas operaciones quirúrgicas con el fin de insertarse en el rostro los rasgos emblemáticos de la belleza clásica. Ya en la mitología griega, un ejemplo de mujer ideal era la Venus, que según la leyenda el artista Zeuxis creó combinando los rasgos de las mujeres más bellas de Crotón. Esa forma de representar la figura femenina mediante el ensamblaje de los miembros anatómicos más hermosos ha sido una constante en la historia del arte, llevada a cabo hoy día por medio de la mutilación y fragmentación corporal. Orlan utiliza como material su propio cuerpo para demostrar que ese canon de belleza, al aplicarse a la mujer, produce en realidad un monstruo. Su propio autorretrato, lejos de representar la belleza ideal, presenta una imagen que impide su placer estético.
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Mi rebeldía y yo

   No, hoy no me apetece seguir absurdos protocolos. Me siento sobre las reglas establecidas esperando mi justo castigo pero feliz de poder dar de nuevo una calada a mis días rebeldes. Hoy digo adiós a las formalidades y a hipócritas etiquetas. No me convencen los cánones instaurados, tengo la incorregible manía de cuestionármelo todo. Tú quieres que vaya con vestido, yo me presentaré en pantalones. Que dices blanco, yo voy al negro. Contemplo todo aquello en lo que a uno no le queda más remedio que convertirse y descubro que necesito escapar de vez en cuando de los exacerbados impuestos que me pide la vida, de la cortesía fingida, de las palabras puntuales. No sé cuánto tiempo estaré dispuesta a vivir con el disfraz y bajo el velo de lo políticamente correcto. Pero ahora me da por ser rebelde, quitarme el antifaz y gritarle a este perturbado mundo que hoy me sublevo y que, cuando llegue el día, estaré dispuesta a liderar mi propia revolución.
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Pobre mariposa del olvido

       Afuera llueve, hace frío. La mariposa del olvido me observa desde el otro lado del cristal. Las gotas de agua resbalan por sus alas difuminadas y su mirada me dice que le queda poco tiempo. Quisiera creer en su poder de distracción y perderme entre sus colores ya apagados pero el pasado me llama, me duele, me devuelve la ilusión, me la quita, juega frente a frente con mi sentido común, me hace sonreír, conserva mis recuerdos, amenaza con cerrar sus puertas, me deja entrever la sonrisa inconfundible de las personas a las que amé. 

   A mis ochenta primaveras hoy me da por volver la vista atrás. A una época distinta, de sensaciones a flor de piel, de guerra y transición, de penurias y rosas blancas. Fui una mujer que se agarró con fuerza al tren de la salvación, que halló un pequeño islote en el mar de confusión que la envolvía. Amé y odié, creí y dudé, todo muy deprisa, todo a la vez. Amasijo de sentimientos que, sin ningún tipo de fundamento, trataba de escribir sobre el papel. No fue nada fácil, te lo aseguro. Yo no hice otra cosa más que vivir. Puede que aceleradamente, sin control, sin equipaje, rozando la locura, pero eso ya no fue mi culpa. No era mi intención alimentarme de ilusiones antiguas ni de momentos que naufragaron. No me podía quedar a la sombra de un tiempo mejor, por muy tentadora que fuera la idea. Sólo quería encontrarme tal como era. Huyendo de lo inseguro, mostrando mis heridas a un horizonte más comprensivo. Mientras el tiempo pasaba, me identificaba cada vez más con el olor a café en la madrugada, con el ruido familiar de nuestras sencillas conversaciones, con la dulce expresión de la diminuta bailarina. En esas cosas, a simple vista tan insignificantes, encontraba yo la felicidad. En lo que consideraba mío, en los gestos sin traducción, en los abrazos que se dan porque sí, porque se quiere. Fue como una prolongación de la vida. 

   La mariposa del olvido se confunde con el silencio de la tarde y comprende que su misión es inútil porque hoy quiero recordar. Pero me niego a hablar de mi vida como un álbum de ayeres. No son acontecimientos los que marcaron mi vida, sino las diferentes personas que pasaron por ella. Ahora que estoy palpando con delicadeza el frágil cristal de mis recuerdos, me pregunto a donde habrán ido las tardes que vivimos, las promesas que nunca nos atrevimos a romper, las profundas miradas que eran capaces de decirlo todo.
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La mujer en el cine (II)

"Batman"
   (...) Aunque el cine comercial en la actualidad exhibe historias más heterogéneas, el tipo de línea argumental donde la heroína es salvada por el héroe de las garras del malo de turno, continúa existiendo en el género de la acción y aventura, y en otros como el policiaco o el de terror. Se puede decir, en palabras de la propia Mulvey, que el héroe masculino “sigue, vigila y se enamora de la perfecta imagen de la belleza y del misterio femeninos. Una vez que se confronte con ella, su impulso erótico consistirá en dominarla y forzarla a hablar mediante persistente interrogatorio”

   Los dispositivos visuales y narrativos erigidos por el cine clásico llevan a que el espectador masculino se identifique felizmente con el protagonista y, que a través de éste, ejerza una mirada activa y satisfactoria sobre la mujer. ¿Pero qué sucede con el goce de la espectadora? Según Mulvey, la mujer espectadora sólo tiene una posibilidad para conseguir cierto placer al mirar tales imágenes que no es otra que identificarse con el personaje femenino situándose a su vez en una posición pasiva de ser mirada; posición definida como masoquista. Pero, ¿si se identifica con la mujer objetualizada de la película no pierde su carácter activo de sujeto? Mientras el sujeto masculino permanece sin desconcierto sobre su identificación, a la mujer se le pide que se estimule con imágenes no pensadas para ella.

   Lo cierto es que la mujer acude al cine a ver esas películas donde la mirada femenina es negada; es difícil de entender que se divierta e identifique con las imágenes proyectadas en la pantalla, puesto que la ideología patriarcal subyacente en las mismas ordena el propio inconsciente de la mujer. Existe en la cinematografía un machismo que, por desgracia, hoy día sigue vivo entre las propias mujeres y niñas educadas en una sociedad católica y patriarcal de la que se siente prisionera la propia productora cinematográfica, Laura Mulvey. Hasta en los dibujos animados se perfila perfectamente ese tipo de mujer asexuada, vacía totalmente de poder, ignorante, pasiva, que friega, barre, cose, cocina... entre los muros del hogar que no abandona; y esa otra cara de la moneda que encarna la malvad, una mujer ambiciosa, activa, con ansias de poder y de vida y que finalmente es derrotada: “Blancanieves”, “La Cenicienta”… Los dibujos animados presentan una desigualdad basada en el reforzamiento de unos roles sexistas; el hombre adquiere la fuerza, la mujer la belleza.

   El cine, junto a la televisión, es uno de los medios de difusión de ideas, actitudes y modelos de vida más influyentes que existen. Con el cine aprendemos a besar, a resolver situaciones difíciles… Pero el problema reside en que la gran pantalla como medio de comunicación apenas promueve la capacidad crítica o la curiosidad intelectual, contribuyendo eso sí, a la transmisión y perpetuación de historias y roles patriarcales donde la desigualdad entre sexos es un hecho.

   Pero las mujeres han cambiado, ya no son esos seres pasivos que se limitaban a las labores del hogar y cuyo fin último de la vida sexual era la fecundación. Ya no dependen económicamente de sus maridos; sino que pueden valerse por sí mismas. Pese a ello, en pleno siglo XXI, en la mayoría de las historias, el personaje femenino aparece fragmentado entre la mala y fálica (prostituta y amante) y el papel de mujer sumisa y débil (madre, esposa), siendo ambas usadas como imágenes para la contemplación, personajes subordinados a los apetitos y necesidades del protagonista masculino, donde sus instintos sexuales quedan en un segundo plano. Unos estereotipos que claramente no se corresponden con la realidad. Esta imagen de la mujer y de lo femenino que seguimos viendo en el cine deja de ser un reflejo de las mujeres reales para convertirse en una construcción. Una construcción ficticia creada por ese sistema de representación occidental y patriarcal donde la imagen de la feminidad está culturalmente establecida. 

"Marlene Dietricht" 
   Remontándonos a los años 1939 hasta 1945, la mujer americana fue solicitada a ocupar los puestos de trabajo de los millones de americanos que marcharon al frente; siendo ellas las que mantuvieron en pie la economía del país durante todo el tiempo que duró la guerra. Una vez llegada ésta a su fin, los excombatientes volvieron a sus hogares, mostrando serias dudas sobre su capacidad para poder relacionarse con el sexo contrario. Unas mujeres que habían dejado a un lado las labores del hogar para dedicarse a otra tarea, no menos importante, como era el levantamiento económico del país. Señoras que fueron clasificadas por muchos hombres de infelices y enfermas. 

   Es en este contexto donde se comprende la construcción (y no decimos representación, pues es el modelo femenino recatado, puro, virgen y bondadoso el más representativo de lo que en la realidad se daba) de esa figura mitológica de la femme fatale en el cine negro, cuyo objetivo no era otro que manifestar esa inseguridad de los excombatientes. Recodemos a esa Marlene Dietrich o a una más cercana Sharon Stone en “Instinto básico” (1992), mujeres conscientes de su sexualidad, la cual aceptaban y utilizaban con gran inteligencia a su favor con el fin de conseguir lo que querían. 

"Instinto básico" 

   Este icono de mujer fatal nos ofrece una imagen femenina que se niega a ocupar ese rol familiar y pasivo, pero tal resistencia resulta inútil pues como hemos podido analizar, tal estereotipo no logra romper con el sistema patriarcal dominante: la mujer aparece representada a través de su sexualidad pero fuera de esta fuerte seducción y de su hechizo y mirada amenazante parece no tener nada que decir; se trata, en realidad, de otro arquetipo de mujer creado por y para el hombre, lleno de exotismo, misterio y agresividad que hace más interesante para el hombre el intento de conquista de esta figura femenina. En su libro “Máquinas de amar”, su autora Pilar Pedraza afirma que la mujer es objeto en dos sentidos: como objeto imaginario o como objeto amenazador. La mujer que se construye para su admiración, sin mancha (Galatea, Pigmalión), y la mujer que se construye para su destrucción, insoportable a la mirada.

   La narrativa clásica de Hollywood destila todo un discurso patriarcal que condena y castiga a las mujeres que no ocupan su espacio y su rol y trasgreden las normas del sistema establecido. De ahí el final trágico para la femme fatale , ya que sólo de esta manera podrá perdonársele que haya sido una mujer altiva y curiosa por los goces de la carne, evitando de esta forma que la espectadora caiga en la tentación de imitarla. 

   De todo ello se deduce que la mujer permanece atrapada dentro de un sistema patriarcal donde el protagonista masculino es quien mueve la diégesis, mientras que la protagonista femenina permanece fuera de ese círculo. ¿Cómo podemos transformar tal situación? Laura Mulvey propone para tal fin liberar la mirada de la cámara a través de su materialidad en el tiempo y en el espacio y a la mirada del público a través de la dialéctica, del distanciamiento apasionado. Una actuación realmente difícil debido a la aceptación inconsciente de un tipo de cine (prioritariamente el proveniente de Hollywood) en el que el papel de la mujer se limita a complacer al hombre, el espectador ideal al que va dirigido el discurso cinematográfico.

"Thelma y Louis" 

   ¿Es posible que la perspectiva femenina se haga visible dentro del cine dominante? El placer visual al ver cine está manipulado y dirigido predominantemente al género masculino pero también existen excepciones y se puede hablar, aunque muy tímidamente, de la creación de un nuevo lenguaje cinematográfico que habla, no sólo del deseo de ambos géneros, sino de un protagonismo exclusivamente femenino. El hombre es quien actúa, quien controla los acontecimientos, quien decide qué hacer y de qué manera. Este modelo cinematográfico predominante se rompe con ciertas películas que ponen de manifiesto un punto de vista femenino incuestionable. Recordemos aquí el caso de “Thelma y Louise”, dos amas de casa que adoptan de la manera más inesperada un rol masculino y viven durante la película al margen de la ley, sucumbiendo a un inevitable destino trágico que les espera en el precipicio del Gran Cañón. 

   Sin embargo y desafortunadamente, son muy pocos los ejemplos que permitan a la mujer liberarse de ese papel secundario y de imagen poseída porque en nuestra cultura están muy arraigadas esas convenciones cinematográficas que permiten y justifican la universalidad de la mirada masculina. De nuevo, al igual que sucede con el arte, la publicidad y los demás medios de comunicación, en el cine impera el tradicional orden patriarcal como reflejo de desigualdad sexual. Y la mujer es la que sale perdiendo.
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La mujer en el cine (I)

"El Graduado"
   Al igual que en los demás campos de comunicación, en el ámbito cinematográfico es el hombre el poseedor de la mirada y la mujer la imagen observada. La mirada protagonista es la del hombre, tanto del protagonista de la película como el propio espectador que observa en la pantalla a un protagonista masculino con el que se siente identificado y a una figura femenina como objeto de deseo, en un segundo plano. 

   En el artículo “Placer visual y cine narrativo”, su autora, Laura Mulvey, indaga en el cine clásico realizado en Hollywood durante los años treinta, cuarenta y cincuenta donde descubre como este cine narrativo reproduce en su interior esos roles masculinos y femeninos propios de una sociedad patriarcal como es la de Occidente. El hombre como dueño de la mirada y como protagonista que guía y soluciona la trama mientras que la mujer aparece en un segundo plano, como sujeto pasivo, mero fetiche. Basándose en el concepto freudiano y lacaniano del psicoanálisis y la semiología, Mulvey señala cómo esa diferencia sexual queda marcada a través de la mirada cinematográfica (masculino/sujeto activo y femenino/objeto pasivo). Basta con que indaguemos en los grandes géneros cinematográficos de Hollywood como el western, el bélico, la ciencia ficción, el de aventuras,… clasificados como propios del mundo masculino para que tal interpretación quede confirmada.

   Las condiciones de exhibición (la oscuridad del auditorio…) y las convenciones narrativas de los films, tal y como señala Mulvey, permiten al espectador satisfacer ese deseo de mirar a un mundo privado y prohibido. Siendo ese propio acto de mirar la fuente de la cual obtiene placer el propio espectador. Y ese placer visual que el hombre experimenta al situarse frente a la pantalla es lo que se conoce como escoptofilia. 

"La tentación vive arriba"
   Mulvey, en su texto, hace mención a dos formas de obtener ese placer escoptofílico: la primera surge de tomar a otra persona (mujer) como objeto de estimulación sexual a través de la vista. Las conocidas como pin-up (que promueve la apariencia de la mujer como un espectáculo sexual), entre las que destacamos a Marilyn Monroe. Esa rubia de curvas voluptuosas y sonrisa sexy que la hacían encantadoramente sexual aparece en películas como “La tentación vive arriba” como un entretenimiento y objeto sexual cuyo cometido se reducía a mostrar ese espectacular cuerpo y su escaso intelecto, convirtiéndola tal y como señala el título de la película, en una tentación tanto para el protagonista como para el espectador.

   “Por qué me gastaría 3 dólares y 95 centavos en el miserable ventilador. No sirve para nada. Mañana lo llevaré a la tienda y le exigiré que me devuelvan mi importe. Y esta noche…con este calor cómo voy a dormir. Supongamos que me quedo con el ventilador, lo meto en la nevera, dejo la nevera abierta y también la puerta del dormitorio y se establecerá una fuerte corriente de aire helado. ¡Demasiado frío!”. (Marilyn Monroe; “La tentación vive arriba”)

   Y la segunda forma, desarrollada a través del narcisismo y de la constitución del ego, surge de la identificación con la imagen vista. O lo que es lo mismo, el espectador tiende a identificarse con la estrella masculina estereotipada al percibirlo como su sustituto en la pantalla; y a través de él (protagonista masculino), el espectador pasará a controlar y poseer a esa mujer, concebida como ente sin voz, en el interior de la trama. 

"American beauty"
   Esa figura femenina que definíamos como paciente y débil plantea a su vez un problema recóndito. Según Freud, su falta de pene implica una amenaza de castración para el hombre, y por lo tanto de displacer. El personaje femenino como portadora de diferencia sexual se concibe como un peligro para el hombre; peligro que según la propia productora cinematográfica, queda resuelto en el discurso cinematográfico a través de dos formas: mediante lo que se denomina vouyerismo, donde el placer del varón reside en el hecho de probar las culpas de la mujer, en la reafirmación de su control o en el sometimiento de la persona culpable (personaje femenino) a través de una opresión sádica o del perdón; o mediante la fetichización de esa imagen femenina, donde ésta deja de ser la portadora de la culpa para convertirse en un objeto perfecto, cuyo cuerpo fragmentado por los primeros planos pasa a ser el contenido del film y donde el protagonista del mismo queda exento de toda actividad fuera de la mera contemplación. 

   En los dos casos se efectúa una separación precisa de los papeles de ambos sexos que Mulvey relata como efecto de la ideología “patriarcal”, la cual encubre un pensamiento sexista sobre los mecanismos de identificación y del placer visual. Mientras la mujer aparece supeditada a los deseos y necesidades del protagonista masculino; él, al contrario, aparece definido como poseedor de la mirada y como provocador de los acontecimientos narrativos.

   Podemos afirmar que el modo esencial de ver a la mujer no ha cambiado mucho desde entonces. Las mujeres siguen siendo representadas de un modo distinto a los hombres, y no porque lo femenino sea diferente de lo masculino sino porque, tal y como afirma John Berger, siempre se supone que el espectador “ideal” es un varón y la mujer está destinada a complacerle (...)
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Buenas noches y buena suerte (III)

       (...) El periodismo televisivo como           contrapoder y responsabilidad social
El periodismo de “Buenas noches, y buena suerte” se presenta como modo de vida, como defensa de las libertades cívicas y del derecho de toda persona a conocer la verdad. Nada sabemos sobre la vida personal de los protagonistas, sólo conocemos sus actos y sus creencias a partir de sus actuaciones en su medio de comunicación. Su valentía y su constante compromiso, su deseo de que la libertad de expresión no se pierda por el camino. La profesión periodística, liderada por Murrow, es capaz de hacer frente a las diferentes presiones corporativas y desenmascarar los trapos sucios de la actividad política de aquella época, aún con riesgo de represalias. En un clima de miedo y represión, un buen periodismo fue capaz de tratar el lado oscuro de la política y vencer a un senador poderoso.

Poco a poco, la televisión se ha ido alimentando de programas superficiales, de publicidad y de prensa sensacionalista. Pero todos estos ingredientes ya aparecen con nitidez en los comienzos televisivos. En los años cincuenta, el  presidente de la CBS, William Paley, es un hombre sensato, que se mueve entre sus propios intereses empresariales y la responsabilidad cívica. Permite a Murrow realizar su reportaje pero es una víctima de las presiones del poder político y en una de sus conversaciones le dirá a Murrow: “Lucho por mantener la licencia con los mismos políticos a los que tú estás atacando”. En el siguiente fragmento de conversación entre ambos se muestra esa tendencia a renunciar a la verdad por miedo a posibles represalias;
-          “Déjalo, McCarthy se autodestruirá, y todos ellos”  (William)
-          “Dijiste que la Dirección no intervendría” (Murrow)
-          No fabricamos las noticias, las presentamos” (William)

En contraposición al periodismo sometido al poder político, el equipo de Murrow desarrolla un periodismo ejercido como contrapoder, como herramienta de denuncia y de responsabilidad social; la televisión presentada como arma contra los abusos del poder, como medio puesto a disposición de los ciudadanos. Por ello, en su reportaje, Murrow realiza una crítica a la actuación de McCarthy al cuestionar su política; “La línea entre la investigación y la persecución es muy difusa y el Senador la ha traspasado a menudo. (...) No debemos olvidar que acusar no es demostrar y que una sentencia depende de las pruebas y del debido proceso judicial. No vamos a entrar por miedo en una época de sinrazón si nos afianzamos en nuestra historia y democracia y recordamos que no descendemos de hombres cobardes, de hombres que tuvieran miedo a escribir, a asociarse, a hablar y a defender en su tiempo las causas impopulares (...). Los actos del Senador de Wisconsin han causado alarma y revuelo en nuestros aliados extranjeros y han dado aliento a nuestros enemigos. ¿De quién es la culpa? No es suya. Él no ha creado este Estado de temor, sólo lo ha explotado y con bastante éxito.

El Senador McCarthy decide participar en el programa pero no argumenta ni desmiente las palabras de Murrow sino que se limita a acusar al presentador de comunista; “Murrow es el símbolo y el más listo de la jauría de chacales que se lanzan a la yugular de todo aquél que combata a los comunistas y a los traidores. Hace 20 años se dedicaba a la propaganda de la causa comunista. (...) Pido a todos aquellos americanos que aman este país que se unan a mi en mi causa”

En su segunda intervención pública, Murrow rebate el discurso de McCarthy; “El Senador McCarthy intervino para corregir errores que hubiéramos podido cometer en nuestro reportaje. Dado que el Senador no se refirió a las declaraciones que hicimos, podemos concluir que no detectó error alguno. (...) Afirmó, pero no aportó pruebas, que yo había sido miembro de la Internacional Obrera. Esto es falso”.

“Buenas noches, y buena suerte” muestra la independencia de los profesionales a la hora de redactar y elaborar los reportajes y la libertad de expresión en un medio de comunicación que acababa de nacer. Se concede la oportunidad al ciudadano de conocer aquellos hechos de verdadero interés para la sociedad del momento y que, por cuestiones políticas, se silenciaban. En lugar de convencer, se pretende mostrar la verdad para que los espectadores adquieran un punto de vista propio sobre el asunto. En este caso no se puede hablar del poder político sino del poder de un medio de comunicación. La responsabilidad social se manifiesta en el acercamiento al público de una materia a simple vista incuestionable, de forma veraz, evitando sesgos individuales o de partido y respetando rigurosamente los datos consultados. 

Dentro de un contexto de rigurosa dedicación al trabajo y de ética profesional, los intereses económicos y políticos pierden relieve y se oscurecen, para situar en un plano protagonista a Murrow o, lo que es lo mismo, a la televisión como medio de información y como servicio para la sociedad.
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Buenas noches y buena suerte (II)

(...) El periodismo de Murrow y su equipo: 
ética profesional
         
El periodismo ejercido por Murrow y su equipo es un claro ejemplo de ética y del triunfo de la verdad en una época donde la cultura del miedo resultó ser el instrumento más poderoso para el poder político. Hoy día, sumergidos en una programación lineal y homogénea destinada al entretenimiento y a la caza de la mayor audiencia posible, alejada de ese periodismo de verdad representado por Edward Murrow, es positivo, y conveniente, acudir a los inicios de la andadura de la televisión, cuando los valores morales de un equipo de profesionales fueron capaces de plantear el cuestionamiento de  todo un sistema político. La película “Buenas noches, y buena suerte” es una muestra de profesión periodística independiente, un recuerdo de aquel enfrentamiento real entre periodismo y política norteamericana.

        Denuncia de los abusos del poder y defensa de las libertades básicas de todo ciudadano. Con ese objetivo, el equipo de Murrow inicia la elaboración de un reportaje polémico sobre los métodos poco ortodoxos del Senador McCarthy: un acto de valentía siempre supeditado a la ética y al buen quehacer periodístico. El propio Murrow comenta; “Tras un examen de conciencia no puedo encontrar justificación alguna para este hecho ni aceptar que en cada caso tenga que haber dos partes bien argumentadas”.

        Ellos desean denunciar públicamente una situación injusta y su gran éxito se basa en el desarrollo de un periodismo libre, no contaminado por ninguna clase de ideología política, implicado en la actualidad más inmediata y contrastado.  “No podemos juzgar rumores, calumnias, habladurías o hechos no demostrables”. Esa es su política. Analizan en una de las salas de la CBS los juicios realizados a personas declaradas culpables de simpatizar con el comunismo (en los que no se aportan pruebas ni argumentos sólidos) y las explicaciones y discursos del Senador. Proporcionan la posibilidad de que las partes afectadas y, en especial, McCarthy, participen en el programa para rectificar posibles errores del reportaje y proporcionen a la audiencia su propia versión de los hechos. “Escucharemos cualquier crítica o corrección en torno al caso Radulovich”.

        La ética profesional de estos periodistas nos muestra una profesión alejada de los vaivenes de las relaciones entre poder y medios. La libertad de expresión y la veracidad son sus únicas armas. En una de sus reuniones, Murrow comenta; “Si ninguno hubiésemos leído un libro peligroso, tenido un amigo que fuera diferente o colaborado alguna vez por el cambio, seríamos la clase de personas que Joseph McCarthy querría. Seguiremos adelante”. Su autodeterminación y su personalidad carismática, inmutable ante las acusaciones de pertenencia comunista lanzadas públicamente por el Senador, son claves para comprender la crítica que su reportaje recibe por parte de un periódico de la época; “Periodismo comprometido, de gran responsabilidad y audacia, con una televisión contaminada por la timidez y la indecisión”.

        El periodismo como una forma de trasladar al ámbito profesional todo aquello que uno lleva dentro, independientemente de la ideología, de las tendencias políticas o de cualquier tipo de partidismo. El derecho de toda persona a un juicio justo, la injusticia de acusar a alguien sin pruebas y la necesidad de criticar la hipocresía encubierta por un sistema político superficialmente democrático son los ejes de “Buenas noches, y buena suerte”, una atrevida e innovadora manera de luchar por la justicia y la conciencia crítica en una sociedad atemorizada por la amenaza del comunismo.  Durante la retransmisión en directo del reportaje, Murrow explica; “Nos proclamamos defensores de la libertad en el mundo pero no podemos defender la libertad ajena olvidándonos de la propia”.

        Su forma de hacer periodismo es directa, sincera, comprometida y responsable, marcado por códigos éticos muy difíciles de rebatir. La crítica de Murrow es brillante y sofisticada, y sus discursos una forma sutil de poner en cuestión lo que hasta ese momento parecía incuestionable. En su segundo reportaje, el periodista, como réplica a las acusaciones que McCarthy vierte sobre él,  confiesa; “No estoy de acuerdo con su ideología política. He examinado mi conciencia y mi trayectoria y no puedo afirmar que siempre haya sido justo y sensato pero he intentado buscar la verdad con diligencia e informar de ella”. 
        
        Por lo que respecta al protagonista, cabe mencionar la agudeza de Murrow al augurar una decadencia televisiva si se renunciaba al periodismo de verdad en función de los criterios comerciales y de entretenimiento. En su discurso de 1.958 realiza una crítica a la televisión del momento, mencionando su capacidad de escapismo y de aislamiento con respecto a la realidad; “Si este instrumento sólo sirve para entretener, divertir y aislar, la lucha está pérdida”. Su integridad está presente en cada una de sus palabras; “Somos una sociedad opulenta, acomodada y autocomplaciente; adolecemos de una alergia innata a la información que nos perturba. Los medios son un reflejo de esta situación. Como no dejemos de considerarlos un negocio y no reconozcamos que la televisión está enfocada básicamente a distraernos, engañarnos, entretenernos y aislarnos, la televisión y los que la financian, los que la ven y los que la producen, podrán percatarse del error demasiado tarde. Buenas noches, y buena suerte”. (...)
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Buenas noches y buena suerte (I)

         Estos días me gustaría dedicar el protagonismo de mi blog a una película que me fascinó. “Buenas noches, y buena suerte” narra la historia real del desafío mediático que el periodista y presentador televisivo Edward R. Murrow dirigió contra el senador Joseph McCarthy en el año 1.954, cuestionando públicamente sus métodos y su persecución sistemática de comunistas o simpatizantes del comunismo. En los inicios del periodismo televisivo y en unos Estados Unidos dominados por la política demagógica de McCarthy y el temor al peligro comunista, un equipo de periodistas de la cadena estadounidense de radio y televisión CBS (Columbia Broadcasting System decide enfrentarse al senador republicano y a los abusos del poder político.
        Todo comienza cuando el ejército del aire juzga al teniente Milo Radulovich sin presentar pruebas y le expulsa de su trabajo, declarándole ser un peligro para la sociedad según el Reglamento 31.68 ya que, al parecer, su padre y su hermana eran simpatizantes del comunismo. Un equipo de profesionales, liderados por Murrow y Fred Friendly, co-editores de un programa de informativos de la cadena CBS, consideran que los artículos publicados en los periódicos sobre el tema son poco claros y pese a las dudas e inicial reticencia del director, deciden iniciar su propia cruzada contra McCarthy en una lucha por buscar la transparencia de unos procedimientos injustos. El programa sobre el senador McCarthy y el Comité de Actividades Antiamericanas, una auténtica crítica a su política y una defensa de la libertad, es un éxito y en él se ofrece la oportunidad al afectado de acudir al programa y expresarse al respecto. La prensa de la época discrepa: para unos, se trata de un periodismo verdadero y comprometido; para otros, es mera propaganda tendenciosa.

        Gracias al reportaje televisivo el ministro del aire hace público un comunicado en el que readmite al teniente Radulovich en las Fuerzas del Aire. El grupo de periodistas celebra el triunfo mientras que otro caso sale a la palestra: Annie Lee Moss es juzgada por su presunta implicación en asuntos de espionaje dentro del Pentágono, en la sala de descodificación.  El 6 de abril de 1.954 McCarthy participa en el programa y acusa a Murrow de haber sido comunista, haciendo un llamamiento para que todos aquellos americanos que amen a su país se unan a él en su cusa. Murrow realiza una última intervención con la que consigue, gracias a sus argumentos, cuestionar la legalidad del senador y abrir una brecha en su credibilidad.

          Fruto de la labor de unos periodistas, el Senado comienza una investigación sobre McCarthy hasta que en 1.957 es censurado y destituido del Comité de Actividades Antiamericanas. La victoria de un periodista valiente y comprometido frente a un político tan poderoso como corrupto. “Buenas noches, y buena suerte” se desarrolla en los años 50 en Nueva York, en unos Estados Unidos bajo la amenaza del comunismo. Es en esa época cuando el senador republicano estadounidense Joseph McCarthy realizó una acusación pública sobre la infiltración de más de 200 comunistas en el gobierno de Estados Unidos. Su popularidad se sustentó en sus investigaciones agresivas sobre diferentes miembros del Gobierno y otros sospechosos de ser agentes soviéticos o simpatizantes del comunismo infiltrados en la Administración Pública o el Ejército. El fuerte movimiento anticomunista tuvo su punto álgido entre 1.950 y 1.956 y fue conocido popularmente con el nombre de McCarthismo. El comunismo, además de ser una cuestión de política internacional, fue convertido por este personaje en un mal que se había infiltrado en el territorio nacional.

          El senador, al frente del Comité de Actividades Antiamericanas, urdió un sistema inquisitorial que violaba los derechos individuales y con el que destruyó la vida de miles de personas por el simple hecho, por ejemplo, de tener contactos con alguien supuestamente vinculada al comunismo. En todas las empresas, los empleados tuvieron que firmar declaraciones juradas de no pertenecer ni simpatizar ni tener vínculos con el partido comunista ni con nadie comunista o simpatizante del comunismo. La película documental “Buenas noches, y buena suerte” acontece en uno de los períodos más oscuros de la política estadounidense, en un contexto de guerra fría, un enfrentamiento latente entre capitalismo y comunismo.

        “Buenas noches y buena suerte” se desarrolla dentro de la cadena estadounidense de radio y televisión CBS, Columbia Broadcasting System (fundada en 1.927 bajo la denominación de United Independent Broadcasters. En 1.939 lanzó las primeras transmisiones experimentales de televisión que, durante los años cincuenta, la convirtieron en la cadena líder de los Estados Unidos) y muestra los inicios del periodismo televisivo así como sus antiguos métodos para realizar un programa: las reuniones previas, un sólido trabajo en equipo, la utilización del blanco y negro, la intensa actividad que genera la grabación y emisión de reportajes informativos, la importancia de los patrocinadores... Los profesionales del medio, acostumbrados a la radio, tratan de alcanzar el éxito a través del nuevo medio, en el que la fuerza de la imagen y la elocuencia del locutor son aspectos claves para triunfar.
Asistimos al tímido comienzo de la andadura de la televisión, llena de entusiasmo pero también de dudas, donde ya por aquel entonces se manifestaba una clara tendencia al escapismo y a la necesidad de entretenimiento, deseando dejar a un lado todas aquellas informaciones perturbadoras o dolorosas. Asistimos también a una lucha por la verdad en una momento político oscuro en el que, recurriendo a la televisión, un grupo de periodistas deciden romper el silencio y destapar los ilegales métodos de uno de los hombres más poderosos del momento, el Senador McCarthy. Es un homenaje al periodismo de entonces, basado en el compromiso y la necesidad de informar al ciudadano con la verdad, permitiendo que todas las partes afectadas participen y puedan defenderse o exponer sus argumentos. Desde un pequeño estudio de televisión se realiza una crítica al sistema político y a la actuación de McCarthy y se apela al buen juicio del ciudadano para que por sí mismo analice la situación.
La película recrea la fuerza de un medio de comunicación recién descubierto en el que el periodismo de denuncia e investigación aún tenía un hueco entre los programas de entretenimiento. Y es que, incluso en sus inicios norteamericanos, el concepto de decadencia hace presencia en el panorama televisivo, cuando Fred Friendly le dice a Murrow; “Hagamos nuestro primer programa sobre la decadencia de la televisión”, a la vez que se hace patente la importancia de la publicidad y el recurso fácil del camino del espectáculo y el ocio. “La gente quiere pasarlo bien, no quiere lecciones cívicas” le explica el presidente de la CBS a Murrow. Son los años cincuenta. Los programas de debate, investigación y análisis de la actualidad política y nacional se  están viendo sustituidos por los emergentes concursos televisivos; es el declive de la información y la conciencia crítica frente a la popularidad del entretenimiento y el escapismo.
          La profesión periodística se ve actualmente sometida a la nueva economía de mercado. El poder mediático en el mundo se encuentra bajo el dominio de unas corporaciones con intereses dentro y fuera de la comunicación. Esta realidad social contemporánea es fruto de un avance capitalista precipitado tras la Segunda Guerra mundial, que ha supuesto un reparto informativo del mundo que se corresponde con el político y económico.

         Ya antes de la I Guerra Mundial la prensa era considerado un instrumento político y la competencia desenfrenada para llegar hasta un público cada vez más amplio incitó a los periódicos a adoptar una estrategia editorial que privilegiaba el acontecimiento, en detrimento del curso de las cosas y que confería una importancia excesiva a lo que propiciaba la emoción, en vez del uso de la razón. La radio se desarrolla durante los años 20 y 30 y posteriormente surge la televisión, en la década de los 40-50. Los avances en el tratamiento de la información se acentuaron cuando la radio y la televisión adquirieron su autonomía respecto del poder político (entre los años 1950 y 1970, según los países europeos). No obstante, esta etapa duró poco y la publicidad y los grupos políticos comenzaron a contaminar de ideologías e intereses personales a los medios de comunicación.

          El fenómeno de la globalización, que comienza a tomar forma con la aparición de las nuevas tecnologías de la información, simbolizadas por las computadoras, el satélite de comunicación y las redes digitales o de fibras ópticas, ha contribuido a acelerar la competencia encarnizada entre las diferentes empresas de comunicación. La transnacionalización de medios conduce a una sociedad uniformada en términos informativos. El pluralismo es un mero espejismo. Actualmente, los países occidentales más poderosos, encabezadas por las compañías transnacionales americanas, han monopolizado el mundo de las comunicaciones hasta tal punto que el bienestar económico y la identidad cultural de naciones menos poderosas se ha visto fuertemente debilitadas. Ciertos críticos han denominado a este hecho el imperialismo de los medios de comunicación, el dominio de los canales mundiales de comunicación por las naciones tecnológicamente desarrolladas. 

Como consecuencia de la revolución tecnológica, el periodista ha perdido el monopolio de la información. Hoy todo el mundo informa y cualquier institución, ya sea empresarial, cultural o política, tiene su propio medio de información. El profesional de la información se encuentra ante el desafío del siglo XXI; asumir las nuevas tecnologías y los profundos cambios que se operen desde la profesionalidad y el compromiso. Por otra parte, la multiplicidad de canales de difusión crea en nosotros la falsa sensación de estar muy bien informados. Sin embargo, detrás de este espejismo, se encuentra una gran concentración de producción de la información. Los medios presentan el mismo tipo de noticias, a través de una rigurosa selección. La producción masiva produce una saturación de información masiva: se generan una gran cantidad de noticias sin evaluar el interés o los criterios de selección. La saturación informativa no significa un mayor pluralismo. La cantidad domina totalmente sobre la idea de cantidad (...)
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