ESTHER DE LÓZAR CUEVAS

Dedico este pequeño espacio de intelectualidad a mi gente, que me regaló unas alas inmensas; a la vida, que me enseñó a emprender el vuelo sin estrategias ni maquillaje; a la educación, que me hizo libre. Esta mariposa de altos vuelos recupera su pluma... y escribe. ¡Bienvenidos a mi blog!

"La pluma es más poderosa que la espada y escribir con ella es considerablemente más fácil" (Feldman)

"Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito" (Shakespeare)

"El alma tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que la sostiene" (Victor Hugo)

"La peor lucha es la que no se hace" (Karl Marx)

"Lo que con más trabajo se adquiere, más se ama" (Aristóteles)

Jaque mate

       Yo sólo quería encontrar mi sitio, reivindicarme, vivir mi juventud sin remordimientos ni penas. Dar sentido a mis actos, a las mentiras que encuentran su sitio en el diván de la memoria y allí deciden anidar, impasibles, imborrables pero sin luz, en lacerante estado de coma. No tenía la menor intención de conservar absolutamente nada de lo que estaba viviendo. Sólo quería disfrutar de aquellos momentos. Los vacíos también cuentan y hasta los secretos. Mi mundo particular crecía y moría con mis sentimientos, con una adversidad con la que no conté y que supo jugar muy bien sus cartas, con los silencios de quienes consideraba mi apoyo, con la traición de algún amigo. Rebeldía y castigo, daño gratuito y una tardía reflexión. 
   Siento que he perdido la partida. El peso de la conciencia abruma y devuelve las heridas, los sueños no realizados, las promesas malgastadas, el eco de una voz sabia a la que no hice caso. Cada movimiento en el tablero es un error de cálculo, una ficha de inmadurez, un paso equivocado. La locura de lo que llaman juventud no logra vencer a la sensatez dormida. Blanco o negro, qué más da, si nunca he sabido jugar. He sido una chica difícil que siempre se ha dejado llevar por sus pasiones y el ajedrez requiere raciocinio y estrategia. Y he pedido perdón pero no he conseguido persuadir a la veterana dama que me mira a los ojos, se burla de mi falta de técnica y derroca a mi rey. Es lo que tiene el peso de la conciencia, un jaque mate para el arrepentimiento y la recapacitación. Un jaque mate directo al corazón. Menos mal que sigo creyendo en mi misma y en mis posibilidades. Menos mal que siempre hay tiempo para otra partida.
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Sin testigos

       Sin testigos. Sin nadie que nos mire, sin nadie que repruebe nuestro amor. Dime ahora lo que sientes por mí, he esperado demasiado. Estaba cansada de apariencias, de formalidades, de mentiras. De vivir en un mundo hipócrita y desgastado, obsoleto y lleno de prejuicios. Que el juez dicte su sentencia, que yo me mantendré al margen de sus leyes. Encarcelada antes que libre, pero muerta en vida. Tú eres el hombre al que amo, por más que se empeñen en separarnos. No quiero vivir a escondidas, arrepentida de lo que nunca fui capaz de hacer, odiándome a mi misma por no haber sabido romper con todo. Es mi naturaleza, mi manera de gritarles a todos mi profunda incomprensión. Me duele cada mirada, cada ironía, cada gesto de reproche, cada palabra vertiendo censura sobre mi relación. Donde ellos tratan de instalar el conformismo, yo me lleno de rebeldía y rompo todas las reglas. Me basta con saber que te tengo a mi lado y que ahora no hay testigos que nos señalen, ni murmuraciones tras cada esquina. 

   Seremos dos enamorados viviendo a contracorriente, con la palabra renuncia siempre en los labios pero con la alegría que supone el no haber convertido una vida entera en lacerante secreto. Me despido de lastres y cadenas y me aferro al amor y a tus ojos de cielo. La sentencia que tenga que cumplir no será más dolorosa que la condena que supondría vivir sin tu amor. Por ello no tengo miedo. Voy a vivir lejos de todo lo que lastima, de las sombras que denuncian porque envidian lo que no fueron capaces de defender en su pasado. Sin testigos maliciosos, sin inquisidores con el alma negra que, de tanto condenar, se olvidaron de vivir en libertad.
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Sexo en la universidad

   A comienzos de este año la Universidad Politécnica de Valencia ha sido noticia y no precisamente por la calidad de su enseñanza, estudios de investigación o su innovación tecnológica. El motivo de tanta expectación ha sido una grabación efectuada desde los jardines del campus donde se capta a una pareja en pleno acto sexual en la escuela de arquitectura técnica (en un despacho y sobre un sofá rojo para más detalle). 

   Las redes sociales han calentado el horno y en menos de un día la famosa secuencia ha llegado a recibir más de 300.000 visitas. Los artífices de la grabación y posterior reproducción y difusión se refieren a la escena como el ritual de apareamiento del homo estudiantilus. Y tras el espectáculo surge un negocio improvisado consistente en la comercialización de camisetas (a 10 euros) con la silueta de la pareja y con lemas como “Chingando en la UPV” o “UPVsex”. ¿Realidad o ficción?, ¿Casualidad y faena para los pillados o simple montaje? El humor predomina entre los encuestados (“en mi universidad dan créditos de libre erección”, comenta un alumno de la UPV en Twitter) pero tan reprobable me parece la actuación de la pareja como la actitud de los videoaficionados que publican sin ningún tipo de miramiento su grabación en un espacio público. Ambas formas de actuar trascienden los límites de la intimidad, los primeros por no respetarse a sí mismos y exponerse a hechos como éste y los segundos por jugar con el morbo y convertir en público una escena íntima que no les correspondía en ningún caso difundir. Será cuestión de falta de respeto, de ausencia de valores o del desmoronamiento de lo que otros denominarían decencia y buen gusto. 

   Siempre me he preguntado cómo es posible que el ser humano sea tan básico y simple (estúpido dirían los más sinceros) y recurra a subterfugios tan ridículos para satisfacer su curiosidad. El sexo, claro, ¿qué sino? Y resulta lamentable que una universidad española de excelencia internacional se convierta en la comidilla de la red por un hecho como éste. Sin embargo, el lado cómico se ha manifestado en toda su extensión y de la mano de los que siempre tratan de ver el punto positivo a la cosa, de esos listillos que lo mismo te irritan que te hacen reír y que, aprovechando el momento caliente, proponen crear hasta una “optativa de chingue”, idealizando la posibilidad de que un universitario pudiera, entre polvo y polvo, sacarse la carrera.
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El fraude de las prótesis PIP

   El miedo y la angustia se ha apoderado de todas las víctimas de las prótesis mamarias de la casa francesa Poly Implant Prothèse, los famosos implantes conocidos como PIP. La histeria colectiva se ha desencadenado tras uno de los horrores más deleznables y vergonzosos de la historia de la cirugía estética: la colocación y venta en el mercado de unas prótesis mamarias rellenas de un tipo de silicona industrial (y no para uso médico) que con aditivos carburantes es empleada en la industria del caucho o en la construcción de barcos. 

   Ya en el año 2010 la empresa Poly Implant Prothèse (PIP) fue sometida a una investigación judicial sin resultados. La muerte de una mujer francesa con implantes PIP debido a un linfoma desarrollado por la destrucción de la prótesis de mala calidad desató las alertas y reabrió el caso. Un cínico Jean-Claude Mas, fabricante de las PIP, ha reconocido abiertamente la utilización consciente de silicona industrial para bajar los gastos y subir las ganancias y la implicación de la compañía alemana Bayer, no certificada para fines médicos y que, pese a ello, proporcionó al fabricante el gel silicónico para intervenciones quirúrgicas. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), dependiente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ha explicado que las comunidades autónomas han facilitado la práctica totalidad de sus datos y se estima que el número de mujeres portadoras de prótesis PIP en España es de 18.500, habiéndose implantado unas 37.000 prótesis. Nuestro país ya ha retirado 391 implantes PIP, de los que el 70% presentaba rotura.

   Quistes, infecciones, nódulos, calambres, dolores, roturas, derrame de líquido, toxicidad, cáncer, atrofia glandular. Efectos secundarios aún por analizar pero presentes todos ellos en portadoras de prótesis PIP. Destapado el fraude, parece que nadie quiere hacerse responsable de los graves riesgos sanitarios (aún por confirmar debido a la insuficiencia de conclusiones sólidas) que perjudican al último eslabón de la cadena, las mujeres que decidieron operarse. De la satisfacción de sentirse más bellas a la desesperación de saberse embaucadas por mercenarios sin escrúpulos. Hoy todos callan. Ni el Ministerio de Sanidad (responsable subsidiario de la garantía de dichos implantes y encargado del sello de calidad europea del que gozaban) ni fabricantes, distribuidores ni cirujanos responden a las reclamaciones y preguntas de unas víctimas desorientadas y mutiladas, sin información ni recursos y con patologías extrañas que afectan a su salud. 

  La cirugía estética es una especialidad médica cuya práctica sólo está autorizada a un facultativo y su reconocimiento legal se halla en el Real Decreto 1277/2003, de 10 de octubre por el que se establecen las bases generales sobre autorización de centros, servicios y establecimientos sanitarios. Dentro de la oferta de asistencias se define la Cirugía estética como la unidad asistencial en la que un médico especialista en cirugía plástica, estética y reparadora u otro especialista quirúrgico en el ámbito de su respectiva especialidad es responsable de realizar tratamientos quirúrgicos, con finalidad de mejora estética corporal, facial o capilar. La correcta intervención quirúrgica hace necesaria por tanto la presencia de un médico con título homologado en nuestro país y la autorización administrativa de la clínica donde se practique (garantía de que ésta cuenta con los medios técnicos, instalaciones y profesionales adecuados). 

   Cumplidos estos requisitos queda por preguntarse por qué se cometió el error de dar luz verde a la distribución de unas prótesis con un gel nocivo, por qué los profesionales de la cirugía continuaron implantándolas aún sabiendo su elevada tasa de roturas (desde 2005), por qué cometió tan terrible error nuestro sistema de control sanitario. Alguien debe responder por los errores y secuelas, por la investigación de las consecuencias que produce un gel tóxico en el cuerpo femenino, por los costes de la retirada de las prótesis y las pertinentes indemnizaciones a las afectadas. Independientemente de la visión personal que cada uno tenga sobre la cirugía plástica, no se puede culpar de la situación a la mujer que decide operarse por motivos de estética. Cada uno es libre de utilizar su cuerpo como desee. Los culpables son sus fabricantes, propietarios de la marca, distribuidores, clínicas y cirujanos conscientes de su peligro y que decidieron seguir explotando un negocio lucrativo, el de las apariencias que terminan explotando, como las intoxicadas prótesis PIP. Ausencia de las notificaciones de roturas a Sanidad, el mantenimiento de la marca por muchos cirujanos por poseer un precio más barato al de otras marcas, mejores pero más caras. Una pura y dura cuestión económica. Así, la implantación de las PIP costaba entre 4.000 y 6.000 euros mientras que el coste para la clínica era únicamente de 100 euros por las dos prótesis. El pago de la operación de extracción de los implantes defectuosos asciende a 3.000 euros.No es difícil hacer cálculos. 

   La estafa de los implantes mamarios, comercializados en sesenta y cinco países, ha hecho temblar las hasta ahora cuantiosas ganancias de un pingüe sector, ha destapado la depravación del bisturí, la corrupción u omisión médica y la búsqueda de beneficio a costa del cuerpo de una mujer que, en busca de libertad y autoestima, se ha hecho esclava de su propio cuerpo. Soñaban con unos pechos más grandes o menos caídos y sus ilusiones se estrellaron contra una sustancia fría y tóxica. Su deseo convertido en drama. La salud amenazada, la belleza deshinchada.
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Hoy mando yo

   Espero que te haya quedado bien claro. Hoy mando yo, independientemente de tus trucos de magia y de tu capacidad de liderazgo. Soy la reina de mis días, una noticia de máxima actualidad, la fotografía que guardarás con añoranza, el libro que inevitablemente volverás a leer. Soy una estrella que destila elegancia, esa niña que guarda sus sueños bajo llave en el baúl de la niñez, un pastel sin fecha de caducidad, una promesa que no te atreverías a romper, el secreto que mejor sabrás guardar, un gesto de complicidad, la superación personal en su estado más puro. Hoy mando yo, que para eso tanto he luchado, te quito tu puesto de heroína corrompida y me asigno la corona. No quiero dramas, que bastante he sufrido. Digo adiós a mis miedos y a tus vicios, serían una carga demasiado pesada en mi sendero de gloria. Lo tengo todo planeado, todo bajo control. ¿Cómo crees sino que he llegado hasta aquí? Hoy ha caído tu imperio, querida vida, tu opositora te ha derribado. De todas mis revoluciones ésta ha sido sin duda la más metódica, la más disciplinada, la más estudiada. Tranquila, que no voy a perder mi tiempo pidiéndote explicaciones ni reclamándote lo que me has robado por el camino. Pero mi desafío sigue en pie, no quiero hablar de pactos. Hoy te robo los papeles, señora vida, y me apunto esta victoria. Hoy, por fin, mando yo.
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El negocio del bisturí

   El bisturí se ha convertido en el rey de uno de los negocios más lucrativos del siglo XXI: la cirugía estética. El cuerpo humano se convierte en una mercancía sometida a la lógica del mercado, en un alarmante campo de intervención amparado en cánones de belleza engañosos promovidos y publicitados por una sociedad en la que todo se compra, hasta la mujer “perfecta”. Deseos insatisfechos conducen a una mujer que ha luchado tanto por la igualdad a condenarse a las cadenas de la ingeniería genética con el fin de encontrar en su nuevo físico los retazos de una feminidad que ellas mismas enterraron con su insatisfacción estética. 

   La concepción de la belleza y la perfección personal ya no está en el alma sino en la imagen. Es el credo de las apariencias, un latigazo más de una sociedad narcisista y homogénea caracterizada por el culto al cuerpo, la pesadilla de las dietas, la obsesión por las cirugías. En España, cada día, cerca de 900 personas se someten a una intervención de cirugía estética. Según datos proporcionados por la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (S.E.C.P.R.E), España es el primer país europeo y cuarto de ámbito mundial en número de operaciones estéticas, por detrás de Estados Unidos, México y Argentina. 

   Liposucciones, prótesis mamarias, sustancias sintéticas, soportes artificiales, intervenciones quirúrgicas. La mujer se convierte en amiga íntima del botox y sus resultados: labios carnosos, caras estiradas y sin arrugas, cejas altas, pechos turgentes. Los conflictos existenciales irresueltos se dulcifican bajo las apariencias de unas operaciones que luchan denodadamente contra el inflexible paso del tiempo. La transformación está al alcance de todos. Ese es el mensaje que lanzan las campañas publicitarias y hasta los programas que muestran el antes y el después de las mujeres que pasan por el quirófano. En un mundo desestructurado como el nuestro la imagen se ha convertido en un factor clave (con la consiguiente autoflagelación) para la tan ansiada aceptación social por parte del individuo. 

   Son las consecuencias de una libertad mal entendida por parte del género femenino, la búsqueda de la felicidad dentro del artificio y la mutilación del cuerpo, la obsesión por una belleza perfecta, la victoria de la apariencia por encima del sentimiento. La acérrima creencia en una juventud eterna que no existe y que imposibilita envejecer con dignidad. Y el bisturí frotándose las manos (y su negocio creciendo) ante tanta insatisfacción personal y tanto autoestima por los suelos.
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Caprichos del tiempo

         No sé si el tiempo me devolverá las palabras que una vez se mecieron en los labios pero que me sentí incapaz de pronunciar. No sé si este señor inmortal e infinito hará gala de sabiduría y eternidad y me regalará las frases que olvidé escribir en las líneas de mi desgastado cuaderno o si tendrá la amabilidad de susurrarme al oído todo lo que nunca me atreví a contarte y que parece olvidado ya. Si el reloj de la vida recuerda, a pesar de los años transcurridos, los besos que nos dimos, las miradas que nunca cruzamos, un agradecimiento callado, unas palabras de perdón que nunca llegaron a pronunciarse, una traición que encubrimos, una verdad que no nos quedó más remedio que ocultar, entonces yo me fundiré en sus agujas y trataré de ver a través de sus ojos. Tiempo pasado, tiempo perdido, tiempo olvidado, tiempo añorado. He enterrado su cuerpo en la arena de una playa sin nombre un día que no recuerdo, a una hora inexacta y sin minutos para poder recoger su esencia y retroceder a mi antojo sus manecillas. 

   Si el tiempo guarda todos esos instantes y todas esas palabras mágicas y posibles, me gustaría que volviera atrás, que deshiciera su minutero, que congelase sus latidos. A un año, a un día, a un segundo concreto para rectificar mis errores, borrar mis faltas, rememorar una voz que se fue, pulir los malentendidos, abrazar un recuerdo dormido. Pero este señor se empeña en avanzar impertérrito, sin escuchar mis súplicas, ajeno al dolor humano y a la añoranza de los años pasados. He frenado todos los relojes y he quemado todos los calendarios pero es imposible engañar al tiempo. Sólo quería una cita con él, yo, simple mortal, esclava de sus minutos y de sus caprichos, títere de sus designios, presa de sus antojos. Una cita, un día cualquiera, a una hora indeterminada, con los minutos por determinar, con los segundos sin establecer. Pero no me lo ha concedido. Sólo pedía un instante a un señor que tiene todo el tiempo del mundo. Comprendo que es imposible volver atrás y que el presente rápidamente se transforma en pasado. Lo comprendo ahora, cuando el reloj abandonado sin vida en aquella playa se asoma a la superficie, se despierta de su letargo e inicia su lento e incesante tic tac.
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Inconfundible

   Ayer te vi. Inconfundible entre la multitud, ajena al mundo exterior. Con tu mirada ausente, con tus ganas locas de sentirte mujer. La melena despeinada, el cigarrillo en los labios, el humo en el corazón. Tenías mucha prisa por llegar pero no ibas a ningún sitio en concreto. Te morías de ganas de esconderte del mundo pero no tenías miedo de la niebla matutina. Tus sentimientos desnudos corrían por la calle principal y desaparecían en las esquinas. Tus miedos se reflejaban en los escaparates, tu niñez se colaba en los coches aparcados, los besos que echabas de menos se perdían entre el tráfico. Los balcones recibían tus fracasos, se alimentaban de ellos. El eco de lo que una vez fuiste se colaba por la alcantarilla, tus actos equivocados colgaban de las hojas de una maceta que dejaste atrás, tus razones absorbían el aire y se contaminaban con el humo y los pensamientos de los transéuntes. Tus sueños en forma de globos ascendían al cielo mientras un niño desconsolado lloraba su descuido y su pérdida. Inconfundible tu juventud en flor, la arrogancia que destila tu paso oscilante pero caótico por una ciudad acostumbrada al conformismo y la homogeneidad. Ayer te vi. Ausente pero con carácter. Tratando de encontrarte en una ciudad sin nombre y sin ganas de insolencias ni provocaciones. Etérea, lejana, real. Inconfundible.
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Un yerno "casi perfecto"


   Parecía el yerno perfecto. Un hombre atractivo, con don de gentes, ex medallista olímpico. Por ello, la opinión pública se estremeció a finales del año pasado, cuando el nombre de Iñaki Urdangarín apareció en el sumario de Palma Arena (presunta trama de corrupción en las Islas Baleares con una treintena de políticos y cargos ejecutivos imputados). Es el primer miembro de la monarquía implicado en un caso judicial. 


   La expectación mediática gira en torno a la pieza número 25 del caso Palma Arena, la Operación Babel, más conocida como el Caso Urdangarín. La Fiscalía Anticorrupción acusa al Instituto Nóos, asociación sin ánimo de lucro y relacionada con la organización de eventos deportivos (presidida por Urdangarín entre 2004 y 2006), de apropiación de dinero público (nada menos que 5,8 millones de euros) pagado por el gobierno balear y la Generalitat Valenciana entre esas fechas, así como de la creación de sociedades mercantiles fantasma a las que desviar estos fondos. 

   La institución monárquica se resiente y el Rey Juan Carlos se desvincula sutilmente de las presuntas actividades delictivas de su yerno, al calificar su conducta de “poco ejemplar” y de especificar en su discurso navideño que “la justicia es igual para todos”. En su declaración ante el juez, el duque de Palma afirmó no saber nada. Ni del paraíso fiscal de Belice. Ni del funcionamiento de la gestión administrativa de Nóos. Ni de facturas ni documentos. Ni de la contabilidad ni relaciones entre sociedades contenidas en el sumario. Nada de nada. Comparecía para, según sus propias palabras, “demostrar su inocencia y defender su honor” pero se ha limitado, en un interrogatorio que ha durado veintidós horas, a la negación y el desconocimiento. La pelota en el tejado de su ex socio, Diego Torres, experto en estrategia empresarial y para muchos, el cerebro de las operaciones fraudulentas. 

   Es lamentable que un hombre que lo tenía todo en la vida y que gozaba del cariño de la Familia Real y del respeto de los ciudadanos vea mermada su reputación y seriamente perjudicada su credibilidad por unos negocios corruptos. Y es la mejor excusa para apedrear a la Casa Real, el punto débil de una monarquía hasta hoy muy bien valorada. Es muy cómodo acrecentar el patrimonio personal a costa de ser un personaje público y utilizar la vinculación con la Corona para cometer irregularidades y jugar con el dinero público. Su imagen desmejorada es consecuencia de los varios delitos en los que podría haber incurrido derivados de sus actividades empresariales: malversación, desvío de fondos públicos, tráfico de influencias y falsedad documental. Delitos que pueden traducirse en 15 años de cárcel.

   A la Monarquía no le quedará más remedio que pronunciarse, lanzar un comunicado cuando se conozca la decisión del juez. En la balanza queda de un lado el individuo y de otro la democracia y la vinculación del Rey con su Estado de Derecho. Los españoles esperan justicia. Que se juzgue a Urdangarín como ciudadano. Nada de privilegios ni impunidad. 

   Era el yerno perfecto. Pero cuando su figura fue retirada del Museo de Cera de Madrid y apartada de la Casa Real, Urdangarín se quedó en eso, en apariencias, pura fachada. Y la Zarzuela temblando, pensando que opinarán los juancarlistas del asunto, con el consorte ideal imputado y los graves efectos colaterales para una institución a la que no le ha quedado más remedio que rendir cuentas. Y la ambición una vez más como telón de fondo de una historia de corrupción y desfalco en una España en plena crisis económica y con los indignados esperando a que una justicia, alejada de protocolos y vínculos nobiliarios, juzgue a todos por igual.
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En tu ausencia

           En tu ausencia he olvidado tus poemas, las caricias, las heridas. He sido libre, he conocido otros brazos, lugares recónditos y olvidados, he aprendido a escuchar al mar y a sus ninfas de dorados cabellos. He sido caballero de princesas abandonadas, promotor de sinceras esperanzas, fuerte en mis convicciones, exitoso en mis ambiciosos proyectos. Volaba en otros cielos, te borraba del mapa, conquistaba otros espacios, me enamoraba de esa mujer que se sinceraba y creía en el compromiso, de una persona de carne y hueso que amaba el desorden y se reía suavemente de sus propios secretos, sin compartirlos jamás conmigo pero regalándome su compañía. Demasiado sencillo, demasiado fácil…

  En tu ausencia he recordado cada lunar de tu cuerpo, las canciones, tu risa cristalina, tu arrolladora sinceridad. He quedado preso de tus caprichos, incapaz de vivir a la orilla de otros sueños, sin calma ni valor, con un miedo atroz a sumergirme en las aguas gélidas habitadas por sirenas sin encanto ni pasión. He sido débil en un mundo vacío y sin gracia, masticando mis fracasos y esperando, siempre esperando. Prisionero en una jaula apuntalada que me impedía ver el sol y sus destellos, rechazando a mujeres más reales que tú pero ninguna con tu descarnada visceralidad, con tu desquiciante perfeccionismo y tus verdades desnudas. Firmo mi declaración de amor en una estación descolorida mientras espero tu regreso, has ganado una vez más. Te busco en el andén camino a un paraíso imaginario para decirte que sin ti no soy nada, que vuelvas pronto, que los tacones de tus zapatos rojos se me clavan en el alma. Pero que prefiero vivir bajo la amenaza de su aguijón a verme privado de unos ojos que me condenan a ser nada más que un mendigo ante una reina descarada. En tu ausencia he querido ser dueño de mi vida, en tu ausencia he comprendido que soy mero esclavo de la tuya.
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Octava derrota

   Ya suman ocho. Las derrotas me pesan como plomo, son lágrimas en mi diario de adolescente. No existo para ti, no hay miradas de complicidad ni palabras o gestos que me animen a hablar contigo. Es mi remolino el que me condena a repetir las mismas curvas y a creer en mis posibilidades. Los golpes me aturden, las caídas se acumulan en el alma y me hacen sentir la frustración en su estado máximo. Hay otros peces en el mar, pero es mi obsesión de vivir a contracorriente la que me conduce a ti. No tienes novia, quizás tengas tus historias y tus comeduras de cabeza, como yo. Tu aire de chico malo me seduce y me quita el habla. Te contaría que soy una chica normal, con sus manías y sus defectos pero también con sus virtudes y muchos sueños por cumplir. Te diría también que me tiene loca tu mirada azul, tu voz, esa sonrisa encantadora y segura de sí misma. Pero sumo y sigo porque aún no me has hecho ni una pizca de caso. Y mañana en el instituto masticaré la novena. Otra derrota más para la colección, hasta que me mires o hasta que la corriente me trague mar adentro.
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La revolución del estudiante

   Ahora les toca a los estudiantes. Los nuevos recortes en educación y la reforma laboral del PP han promovido manifestaciones de jóvenes por diferentes ciudades de nuestro país. Bajo lemas como “nuestras armas son los libros”, las calles se han vestido estos días de revuelta estudiantil, de ácida crítica a la merma de calidad de una educación que precisamente los políticos han erigido como símbolo necesario para enfrentar la crisis. Una crisis que hoy por hoy cuenta con más de cinco millones de parados (la mitad jóvenes) y que afecta a una generación tan preparada como desorientada. 

   A los recortes de sueldos, becas o actividades extraescolares se sumará una reducción en las plantillas y un aumento de las horas lectivas. Todo el mundo tiene derecho a manifestarse y en esta ocasión los estudiantes lo hacen en defensa de una educación pública digna. La austeridad presupuestaria golpea de nuevo a la enseñanza, dentro de un contexto social incierto y en declive y bajo la sombra de una reforma laboral que hace temblar a los interinos docentes y reduce las plantillas de los centros, entre otras medidas. Sin educación no hay progreso. La mejor inversión de un país es su formación, la preparación de unos jóvenes que sin duda alguna son el futuro. Si renunciamos a la inversión en recursos humanos y calidad, si vapuleamos el sistema educativo y lo entregamos a las fauces del capitalismo, habremos perdido. 

   La crisis no puede convertirse en excusa política para arremeter contra este servicio social. A la palestra los sueldos vitalicios, los enchufismos de las instituciones públicas, la duplicidad de cargos inútiles pero muy bien remunerados. Pero claro, de eso no queremos hablar. Preferimos recortar las alas a los que están formándose, a los que aspiran a demostrar sus conocimientos y vivir algún día de ellos. Por ello los estudiantes toman las calles. Porque dicen no a las estrategias mercantilistas y de privatización educativa. Es una sublevación justa y pacífica pero apasionada. Su rebeldía está justificada, su opinión crítica les induce a actuar. Son protagonistas con iniciativa, con ganas de comerse un mundo que está de capa caída. Esperemos que entre recorte y recorte, sus sueños no se estampen contra la papelera de unos reajustes equivocados, de un progreso mal entendido, de un fracaso que se masticará a largo plazo.
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De puntillas

   Pasaba por la vida de puntillas, no quería molestar. Sobre los dedos de los pies apoyaba ella todo su peso, sus angustias, sus incertidumbres. No quería nunca llamar la atención, escapaba de los lugares ruidosos, de las muchedumbres y del eco de las voces potentes y escandalosas. El color de sus uñas era el de la discreción y se escondía entre los pliegues de su timidez y de la reserva a la que le conducía su sentido común. Nunca un movimiento en falso, tampoco un tono más elevado que otro. Paseaba su prudencia en silencio por las calles de la moderación y los papeles secundarios. Dejaba el protagonismo a los demás, permanecía en un eterno segundo plano, observando y comprendiendo, midiendo cada paso, siempre de puntillas, siempre a escondidas. Era una mujer que no había arriesgado nada en la vida o que quizá lo hubiese perdido todo. Escapaba de su sombra, de su pasado, de su futuro. Sin hacer ruido, para dejar también de existir en su presente. La existencia pesa demasiado para sostenerla únicamente con la punta de los dedos. Es como un suicidio diario, una penitencia a cuestas. Pero ella sobrevivía así, en la oscuridad, en sus desconocidas verdades, en todo lo que callaba. De puntillas, esperando no destacar a la luz del día, rogando desaparecer antes de que sus miedos descubrieran su paradero, sus inconfundibles pisadas a medias.
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