ESTHER DE LÓZAR CUEVAS

Dedico este pequeño espacio de intelectualidad a mi gente, que me regaló unas alas inmensas; a la vida, que me enseñó a emprender el vuelo sin estrategias ni maquillaje; a la educación, que me hizo libre. Esta mariposa de altos vuelos recupera su pluma... y escribe. ¡Bienvenidos a mi blog!

"La pluma es más poderosa que la espada y escribir con ella es considerablemente más fácil" (Feldman)

"Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito" (Shakespeare)

"El alma tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que la sostiene" (Victor Hugo)

"La peor lucha es la que no se hace" (Karl Marx)

"Lo que con más trabajo se adquiere, más se ama" (Aristóteles)

Poderosa Sociedad de la Información



   El fenómeno de la globalización ha propiciado el nacimiento de una poderosa Sociedad de la Información, una acelerada forma de vivir y representar todo un estilo de vida donde el tiempo, el espacio y la relación se hallan estructuralmente vinculados. Independientemente de los beneficios que ésta pueda aportar, la vida del individuo se trastoca por la irrupción ininterrumpida de nuevas tecnologías y unas cantidades ilimitadas de información. La evolución tecnológica encuentra en los medios de comunicación su agente beligerante y presenta el conocimiento como discurso único y forma general de la verdad-realidad. 

   En la sociedad tradicional los conocimientos tenían un marco distinto de esta nueva sociedad de la información, pues aquellos se recogían y se intercambiaban a través de la transmisión directa, interpersonal. Ahora, el hombre se halla ante la sociedad global y los canales masivos; no hay relación directa entre emisor y receptor porque los medios de comunicación aparecen como los grandes intermediarios. Se produce una mediatización tecnológica del conocimiento. Dentro de este contexto, el ser humano se encuentra ante un gran reto puesto que los nuevos avances condicionan el pensar y la circulación de los conocimientos abren nuevas formas de vivir en la sociedad. 

   Este emergente proceso arrastra consigo una serie de amenazas en lo referente a la información y el conocimiento: 

- como consecuencia de esta revolución tecnológica, el periodista ha perdido el monopolio de la información. Hoy todo el mundo informa y cualquier institución, ya sea empresarial, cultural o política, tiene su propio medio de información. El profesional de la información se encuentra ante el desafío del siglo XXI; asumir las nuevas tecnologías y los profundos cambios que se operen desde la profesionalidad y el compromiso 

- la multiplicidad de canales de difusión crea en nosotros la falsa sensación de estar muy bien informados. Sin embargo, detrás de este espejismo, se encuentra una gran concentración de producción de la información. Los medios presentan el mismo tipo de noticias, a través de una rigurosa selección 

- la desinformación es otro aspecto negativo de los procesos comunicativos: la información se mezcla con las estrategias de los grandes medios de comunicación y sectores políticos para ocultar la verdad o modificar ciertos aspectos de un hecho para persuadir e influir en las masas 

- la información es sinónimo de mercancía. La industria mediática se rige por los criterios comerciales; se imponen los criterios de rentabilidad sobre los de interés público. Esto provoca el descenso de su calidad, acompañado de un paulatino proceso de evasión de la responsabilidad social por parte de los grandes conglomerados empresariales productores de información. Nos enfrentamos a la desaparición del propio derecho a la información y la desaparición del ciudadano a favor del consumidor. Si el derecho a la información no está suficientemente garantizado por los poderes públicos, nos encontramos ante la usurpación de la soberanía popular por la dictadura mediática, que en vez de informar a la opinión pública la modula de acuerdo con sus intereses 

- la era de la información refuerza viejas desigualdades: a pesar de la frenética expansión de Internet en los países más desarrollados y de la tan predicada globalización de la información, lo cierto es que hoy día el acceso a este medio todavía está restringido en algunas partes del mundo. Así, frente a la hegemonía de Estados Unidos en lo referente a los medios de comunicación que se insertan dentro de la industria multimedia, existen países en los que este medio apenas se ha difundido. A este país le siguen Europa, Asia y Canadá. Oceanía, Latinoamérica y África son los países con menor número de medios de comunicación on line. Esta desigual distribución de los mass media ha llevado a hablar de la llamada brecha digital, y por lo tanto brecha cultural, como parte del proceso de ampliación de las asimetrías comunicacionales que distancian cada vez más a los países ricos de los pobres. Dentro de esas asimetrías destaca la posición hegemónica de Estados Unidos, en particular respecto a una América Latina con un escaso desarrollo de Internet. No se debe olvidar que, a pesar de las tendencias globalizadoras, Internet continúa siendo un fenómeno predominantemente norteamericano; un poco menos de la mitad de todos los usuarios de la red, y más de la mitad de todos los ordenadores del mundo, están todavía en Estados Unidos. La sociedad de la información todavía no ha llegado para todos. Generalizar el acceso y crear generaciones con una nueva cultura informacional son los principales escollos que se deben salvar para alcanzar una verdadera comunicación global 

- las noticias son las mercancías que antes caducan, bienes altamente perecederos. El valor de una noticia decrece exponencialmente con el tiempo. Obligan, por tanto, a una temporalidad fugaz. La producción masiva produce una saturación de información masiva: se generan una gran cantidad de noticias sin evaluar el interés o los criterios de selección. La saturación informativa no significa un mayor pluralismo. La cantidad domina totalmente sobre la idea de cantidad 

- las grandes corporaciones que dominan el mercado mundial de la comunicación son dueñas de los canales por donde circulan los mensajes y acaparan una porción creciente de la producción y difusión de los contenidos. Es muy difícil, dentro de este contexto, el poder hablar de una pluralidad informativa y de una diversidad tanto de perspectivas como de opiniones 

   Esta situación pone de manifiesto que, pesar de vivir en la denominada sociedad democrática, la globalización es de carácter selectivo, esclava de los intereses de los centros de poder; las potencias mundiales y los negocios internacionales. La información se convierte en una valiosa mercancía para los sectores protagonistas de la toma de decisión. Por lo tanto, bajo el nombre de globalización de la información se oculta la hegemonía de los poderosos. 

   Este contexto nos conduce a una serie de preguntas que manifiestan la naturaleza de la amenaza actual de la Sociedad de la Información: ¿de qué manera se enfrentan los medios de comunicación a la vorágine informativa y qué diferencia, en el seguimiento de los hechos, a los mass media poderosos, supranacionales con los de ámbito nacional, regional o local? Cuando los medios cobran conciencia de su propio poder nos encontramos ante una situación problemática y complicada: ¿quién garantiza que esa capacidad de persuasión sea empleada de la forma adecuada?, ¿está el ciudadano recibiendo toda la información, toda la verdad y conociendo todos los hechos o sólo una parte? Y si es así, ¿qué parte de la verdad, de los hechos, de la información y por qué esa parte y no otra?
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Cerrado por exámenes

    


     Estoy en mi primera semana de exámenes. El extensísimo volumen de mis materias me exige dedicarme por completo a ellas. Vuelvo en febrero, cuando finalice esta primera convocatoria. Para dar ánimos a todos los estudiantes me remito a una frase de Albert Einstein: "Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber". O esa otra que dice que "lo que con mucho trabajo se adquiere, más se ama".  
 
     Me despido hasta nuevo aviso de mis seguidores. Esta mariposa de altos vuelos necesita de todo el tiempo posible para lograr su cometido. Volveré con más artículos interesantes. ¡Hasta la vista!
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Llegan los exámenes...

El lunes que viene inicio la semana de exámenes de la carrera de Derecho de la primera evaluación. Me presento en principio a seis asignaturas: el primer parcial de Historia del Derecho (300 folios), el primer parcial de Penal II (150 folios ), el primer parcial de Mercantil I (220 folios), el primer parcial de Mercantil II (150 folios) y las asignaturas cuatrimestrales Teoría del Derecho (190 folios) y Derecho Eclesiástico (193 folios). No existen trucos ni estrategias de última hora. Sólo el estudio limpio, consciente y motivado y unas correctas técnicas de estudio que nos permitan potenciar la memoria y agilizar los extensos temarios con los que nos encontramos a lo largo de la carrera.
El mejor consejo que puedo dar, conforme a mi experiencia, es conocernos a nosotros mismos, potenciar los puntos fuertes, ser conscientes de las debilidades, valorar de forma objetiva nuestras circunstancias y nuestras posibilidades para saber hasta donde se puede tensar la cuerda. Y por supuesto, la planificación. Es primordial. Es necesario disfrutar de la carrera, hacerse una idea del desarrollo de cada asignatura, de su extensión y dificultad y poner en práctica un plan mensual y diario para ir logrando objetivos y asimilando los contenidos.
En muchas ocasiones, se siente un vacío inmenso, una terrible desesperación. Estudiar no resulta sencillo (independientemente de los estudios que uno haya escogido) y se necesita de grandes dosis de autoconfianza para dar un paso y avanzar hacia el final de una etapa, el logro del título académico. Yo no quiero que existan límites, al menos límites personales, creados por mi. Hay que decir adiós al miedo, a la incertidumbre y a la falta de autoestima. La mente es una herramienta maravillosa, capaz de recordar una melodía de hace cincuenta años o de relatar una historia que creíamos olvidada hace mucho. No debemos creer a aquéllos que nos dicen que no merece la pena malgastar el tiempo entre libros porque lo que realmente estamos haciendo es invertir. Creo que, como dice esa frase anónima, “para empezar un gran proyecto, hace falta valentía. Para terminar un gran proyecto, hace falta perseverancia”.
Con estas palabras quería infundir ánimos para todos los estudiantes que, al igual que yo, se enfrentan a varias semanas en las que mantener el ritmo, la paciencia y la memoria resulta del todo imprescindible para abordar con buen pie las convocatorias de exámenes. Aparte del DNI en la mano y los contenidos en la mente, propongo unas gotas de entusiasmo en el desayuno y el afán de superación en los ojos y en el espíritu, por que al final en el examen se refleja y transmite, no únicamente lo estudiado, sino lo que cada uno es y lo que cada uno siente. Los exámenes se acercan… Muy pronto, nos veremos las caras. ¡Os deseo lo mejor para todos!
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Eres lo que lees (II)


   Al hilo del artículo anterior, considero necesario hacer hincapié en el escaso índice de lectura en los jóvenes que inician los estudios superiores, esos futuros egresados que, tras la selectividad, se enfrentan a un mundo nuevo, a una etapa formativa caracterizada por su extensa y compleja bibliografía, por la polisemia lingüística y los tecnicismos o terminología específica propios de la rama de conocimiento elegida. Una terrible contradicción si nos paramos a pensar en el lema de la universidad como madre del intelecto, figura suprema del razonamiento y de la cultura, cuya máxima aspiración es la formación por y para el conocimiento. 

   Y digo contradicción porque nunca será un buen universitario aquél que no sabe leer y que no escucha el silencio que acompaña a un texto o desconoce esa belleza natural y sublime de una biblioteca como dueña y señora de todos esos conocimientos que sólo anhelan los ávidos de curiosidad, los forjados en la batalla de la lectura comprensiva y reflexiva. Y entiendo que resulta difícil formar hombres cultos cuando una falta de lectura, traducida en el actualmente denominado analfabetismo funcional, se hace patente en la imposibilidad del universitario de distinguir las ideas principales de un texto cualquiera, en la incapacidad para realizar un resumen de lo leído y en el desconocimiento absoluto de los esquemas conceptuales, herramienta básica para asentar unos contenidos por lo general arduos y extensos. 

   A estas graves deficiencias educativas derivadas del desuso de la actividad lectora se suman la escasa capacidad memorística, las malas prácticas derivadas de la era audiovisual y la deformación de un lenguaje que a los más rezagados les queda demasiado grande. Y es que los universitarios hoy día utilizan otras novedosas técnicas en detrimento del libro y sustituyen el arte del saber por la ley del mínimo esfuerzo, del aprobado fácil, del estudio estrictamente necesario. 

   La cultura universitaria es la gran perjudicada, los docentes son testigos y el sistema universitario español se resiente. El absentismo y el abandono de la Universidad (en España el 30% de los estudiantes no llegan a terminar la carrera) tiene como una de sus causas, y es mi humilde opinión porque lo he visto y vivido, la falta de motivación de un alumno que no asimiló la clave del estudio. No obstante, me pregunto si todos aquellos que, pese a su falta de lectura, consiguen el tan ansiado título superior, han sido o serán capaces de emplear sus conocimientos en la práctica con la dosis adecuada de raciocinio y sentido crítico. Y es que ya lo dijo el filósofo y escrito Miguel de Unamuno: “Cuánto menos se lee, más daño hace lo que se lee”

   Comprender la teoría para dominar la práctica. No creo que sea tan complicado. Universitario con espíritu crítico y comprometido con su época, juez de los libros que lee. Porque la biblioteca existe. Y es un lugar maravilloso. Y el inconformismo intelectual también. Y quienes lo sientan, serán propietarios de pequeñas parcelas de conocimiento, hablarán porque conocen, explicarán porque entienden, serán protagonistas de lo que escriban. Y el mundo del saber, tan inmenso, tan colosal, les hará una reverencia al pasar y, si tiene tiempo, se arrodillará ante ellos.
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Eres lo que lees (I)


   El siglo XXI vive inmerso en el proceso de globalización y se caracteriza por los intercambios de ingentes cantidades de información y de la utilización masiva de nuevas y cada vez más avanzadas tecnologías de la comunicación. Frente a estos sucesos, los libros de texto y el nivel de competencia lectora quedan relegados a una esquina de nuestros usos cotidianos. 

   La escasa cultura de los jóvenes españoles resulta preocupante cuando se traduce en un suspenso tras otro, reflejo en multitud de ocasiones de una apatía por la lectura o una desconcentración total debido a la imposibilidad de abordar un texto con soltura y con una entonación correcta. Decimos adiós a las comas, a los puntos, al sentido literal de una frase, a la comprensión global de un texto. ¿Cómo aprobar si no se memoriza lo que no se ha asimilado ni entendido porque se lee mal?, ¿cómo estructurar los conceptos en la mente si no somos capaces de comprender lo que se está leyendo?, ¿dónde queda la lectura crítica y responsable? 

   Leer es entablar una conversación con el autor del texto, filósofo del número, matemático de las palabras, y a partir de ahí, comprender sus propósitos, respirar sus ideas, hallar respuestas, bucear en el infinito mar del conocimiento. Pero parece ser que nosotros, la juventud, preferimos recurrir a las abreviaturas, al moderno lenguaje de los móviles y otras tecnologías virtuales, a las faltas de ortografía que se perdonan en el colegio pero que se pagan caro en la universidad. Sacrificamos los sinónimos y los tecnicismos, el diccionario deja de existir, la ampliación de vocabulario no nos interesa. 

   La falta de lectura y los consecuentes resultados académicos entre los estudiantes hacen estragos en el actual sistema educativo y bajo las alas de esta epidemia se conjuga el fracaso escolar como un mal endémico y difícil de erradicar. ¿Es un problema social o personal?, ¿se debería llevar a cabo un reforzamiento de las bibliotecas públicas y una potenciación de los planes de lectura en los colegios, por ejemplo?, ¿o quizá la lectura es cuestión de pura motivación, de su inicio a una edad temprana y avalada por el apoyo de los padres? 

   Sea como sea, lectura y aprendizaje van de la mano. Excelente binomio para los que dominan su técnica, para aquellos que han sabido hacer de la educación un arte. Porque ellos entenderán las preguntas. Y sabrán la respuesta (...)
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La ética médica


  A pesar de que la ética regula las experimentaciones humanas, los remotos casos que exponían al hombre a los más aberrantes experimentos volvieron a cobrar fuerza ante el dilema de sacrificar a unos cuantos por el bien de la humanidad entera. Cuando en el oscuro pasado, hombres, mujeres y niños se convirtieron en materia de experimentación, se llevaron a cabo perversos y macabros ensayos que convirtieron a las desdichadas personas en “Conejillos de Indias”, en tiempos en los que se carecía de regulaciones éticas que protegieran la integridad y dignidad de la persona, al respaldarse en la inmoral excusa de ampliar los horizontes del saber y sacrificar individuos que consideraban una carga social o pertenecían a grupos discriminados.


   Algunos países e instituciones regularon estrictamente tales investigaciones, mientras que otros ignoraron las precauciones morales y la protección de los derechos del individuo al buscar la expansión de los horizontes de la ciencia. Ejemplo de ello es el caso de las guerras, en las que las investigaciones aparecen como un imperativo patriótico para impedir la agresión del enemigo y salvar el militar personal propio. Dentro de este contexto, es necesario plantearse: ¿hasta dónde llegan los limites de la experimentación clínica humana?Actualmente asistimos a una creciente sensibilización sobre la bioética, consecuencia de las nuevas situaciones que plantean los avances tecnológicos y biomédicos y de las reflexiones surgidas a raíz de los errores cometidos a lo largo de la historia en nombre de la ciencia. Estas situaciones hacen necesario el establecimiento de unos requisitos éticos y de una normativa legal, así como del conocimiento de estas normas de actuación, especialmente por parte de médicos e investigadores. 

   Los continuos avances científicos están brindando indudables beneficios a toda la humanidad en los campos más diversos de la ciencia, pero también han suscitado preocupantes dilemas éticos. Sin duda, la polémica viene precedida por las atrocidades cometidas en los experimentos médicos con los prisioneros del los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. La justificación de los programas nazis, que comprendían eutanasia involuntaria, esterilización forzada, eugenesia y experimentación humana, se hallaba fuertemente influenciada por la forma de concebir la dignidad humana. Hoy, debe ser nuevamente examinado el desarrollo histórico de dicha concepción puesto que las discusiones acerca del valor del ser humano son actualmente parte integral de la ética médica y de la bioética. Debemos aprender la lección que se deriva de cómo la dignidad humana acabó tan tergiversada, con el fin de poder evitar que se repitan hoy similares distorsiones. La realidad es que los científicos nazis despojaron a la ciencia de cualquier atisbo de moralidad y sus experimentos se convirtieron en sinónimo de sadismo y perversión. ¿Dónde quedó olvidada la integridad física y psicológica de miles de seres humanos, víctimas del lado más oscuro de la medicina?, ¿cómo pudieron los intereses enfermizos de una ideología fascista primar sobre los derechos humanos más básicos? La vulnerabilidad de los seres humanos debe ser protegida a través de cauces éticos y jurídicos. Los aberrantes capítulos de experimentación humana hicieron patente la necesidad de implantar una ética universal, consensuada, que respetase los límites entre lo admisible y lo inadmisible, entre lo que puede hacerse y lo que debe estar prohibido.

   Actualmente, sin olvidar el pasado (“porque un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”), es necesario fomentar un sano desarrollo de las investigaciones y reivindicar con claridad el valor de la vida humana por encima de cualquier otro interés contrario. La clave para el avance se encuentra en un correcto y digno procedimiento basado en los principios de autonomía y libertad moral del hombre: la ética del investigador debe tener siempre presente que el derecho y bienestar de los individuos estén debidamente protegidos, que los riesgos involucrados sean mínimos y sobre todo, que el paciente sea consciente de todo antes de aceptar su participación (consentimiento informado), especialmente en los países en desarrollo, dadas sus circunstancias socioeconómicas, leyes y reglamentos. 

   Las directrices éticas y la legislación vigente deben prestar una especial atención en lo que se refiere a la participación en investigaciones y experimentos científicos de personas que no puedan prestar directa y libremente su consentimiento informado; menores, ancianos, incapacitados, personas que sufran trastornos mentales, accidentados, enfermos, presos… Es toda la sociedad la que está afectada y la que tendrá que ir marcando cuáles son los cauces por los que puede discurrir, con garantías éticas y legales, la experimentación humana del presente y del futuro.

   La dignidad humana es el bien supremo y su valor es incuestionable. El ser humano está por encima de cualquier tipo de investigación o ensayo clínico y existen límites a la experimentación que deben ser infranqueables, como el derecho a la vida y a la autonomía personal del individuo. ¿Qué clase de progreso sería aquél que, para avanzar científicamente, convirtiese a la persona humana en instrumento de caprichos médicos?, ¿Realmente es lícito recurrir al mal para hacer el bien?, ¿Quién considera lo que está bien o mal?, ¿Pueden unos pocos, en nombre de la ciencia, jugar a ser Dios?, ¿Todo lo legal es ético?

   Las investigaciones presentes y futuras deben orientarse a la mejora de la situación humana y apostar por una sensibilidad ética que impregne de valores morales la base del sistema científico. Libertad, responsabilidad y moralidad deben ser los tres principios que rijan la conducta y el procedimiento a seguir por cualquier investigador profesional. ¿Qué mejor valor ético que la unión implícita de la conciencia del investigador y la confianza del investigado? Si es cierto que existe una crisis moral, la mejor medicina será la educación bioética de todos los agentes involucrados en el proceso investigador: patrocinadores, investigadores, profesionales sanitarios, pacientes… 

   Tal vez el hombre no conozca de límites. En una sociedad cada vez más materialista y salpicada de individualismo, los intereses imperialistas y económicos de aquellos que ostentan el poder hacen peligrar la dignidad de los más desamparados. La Ley y los gobiernos deben perseguir los experimentos ilegales y degradantes que todavía hoy se ocultan en el campo de la medicina. Los avances de la humanidad no pueden estar justificados en el sufrimiento de unos pocos. Es necesario apostar por una ciencia verdadera, ligada ineludiblemente a la fe más profunda. Aunar conocimientos y criterios éticos. Ese el verdadero avance. Porque, ¿qué sería del ser humano si sacrificamos lo que somos? Nos perderíamos en los tortuosos caminos de una ciencia distorsionada, en el vacío incierto de un progreso que, paradójicamente, nos condenaría al más lamentable de los retrocesos: la pérdida de nuestra identidad.
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