ESTHER DE LÓZAR CUEVAS

Dedico este pequeño espacio de intelectualidad a mi gente, que me regaló unas alas inmensas; a la vida, que me enseñó a emprender el vuelo sin estrategias ni maquillaje; a la educación, que me hizo libre. Esta mariposa de altos vuelos recupera su pluma... y escribe. ¡Bienvenidos a mi blog!

"La pluma es más poderosa que la espada y escribir con ella es considerablemente más fácil" (Feldman)

"Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito" (Shakespeare)

"El alma tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que la sostiene" (Victor Hugo)

"La peor lucha es la que no se hace" (Karl Marx)

"Lo que con más trabajo se adquiere, más se ama" (Aristóteles)

¡Feliz Navidad!




Que vuestros sueños alcancen esa luz mágica que les impida desvanecerse ante la tormenta. Que vuestras limitaciones se hagan pequeñas y vuestros miedos, cobardes. Que vuestras alegrías florezcan y vuestros triunfos sean colosales. Que, en un mundo marcado por la hipocresía y las apariencias, vuestra autenticidad sea la carta de presentación por la que se os distinga y recuerde.




               ¡Feliz año 2012!
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Nieva en mi interior

     Hoy todo está cubierto de blanco, mis pensamientos, mi melancolía, mi forma de ver la vida. Es la bienvenida a mi invierno particular, al frío más placentero, a las noches cubiertas de mantas y estrellas. Pondré el abrigo a mis recuerdos más íntimos, me perderé entre la nieve y sus secretos, compondré versos sinceros, confesaré mis verdades al sabio viento. Me quedaré congelada entre las ramas de un viejo árbol milenario y seré testigo del lento caer de los copos en los tejados y en las laderas de montañas y prados. 

   Admiraré el encantamiento de la belleza de esta época mágica y grabaré para siempre sus imágenes en mis retinas. La Navidad me tiende su mano y yo acepto la invitación, alejada de la marabunta humana, del frenético consumismo, de la descarnada idolatría. Nieva en mi interior y la nieve se funde al llegar a mis arterias y a los valores que me amarran al camino más inescrutable pero que tan libre me hacen sentir. Algún que otro invierno al calor de la lumbre, la nieve especial en un pueblo especial, la complicidad familiar, el chocolate con churros en la madrugada, la vida a las puertas de un sentimiento teñido de blanco. Me quedaré por un tiempo anclada en la Navidad, en sus historias y sus milagros, como si mi vida se detuviera en mitad del silencio invernal y encontrará su sitio en una foto de postal. ¡FELIZ NAVIDAD!
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¡Adelante!

   Adelante, siempre adelante. Aunque nos asalte el miedo interior, aunque nos tiemblen las piernas. Concentrados en una meta, esperando poder alcanzarla. Con nuestros conocimientos aferrados a los dedos, con el optimismo bordeando los labios, con la paz que reporta lo ya conseguido confundido entre la piel y los huesos. Nuestros sueños se ven lejos pero en el fondo están tan cerca cómo queramos sentirlos. Es sólo cuestión de atravesar esa alfombra acolchada que no es más que el tiempo cargado de minutos, de esperanza, de lucha. 

   La guerra ha comenzado, nos veremos en una u otra batalla, con la espada siempre desenvainada. Las trampas y la desesperación que nos cegarán serán las heridas que sangrarán y fortalecerán los anhelos que nunca mueren y que, tarde o temprano, formarán parte de la victoria final. Adelante, a pesar de las mentiras, de las críticas y los temores infravalorados, a pesar de las ausencias y los devastadores sacrificios. No miremos atrás, que la batalla del aquí y del ahora es la más importante. No nos sabemos el camino, son infinidad de desviaciones. En cada entrada hay un letrero. Probablemente haya tantos como personas. Yo sigo para adelante, amigo. No tengo título aún para mi camino pero sé que soy su única protagonista. Y eso me vale, porque miro al futuro haciendo ruido en mi presente. Voy adelante, siempre adelante.
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Iniciativa Gizonduz (II)


(...) El trabajo doméstico: 
participación igualitaria

   Uno de los aspectos centrales de Gizonduz es la implicación del hombre en las tareas domésticas y el cuidado de las personas. Si bien es cierto que el papel tradicional representado por los hombres y mujeres está experimentando una profunda transformación, aún permanece latente el discurso de género, nacido de la mano del mundo industrial contemporáneo y consolidado a lo largo del siglo XX en Occidente y que otorga al hombre el monopolio del espacio público y confina a la mujer, como esposa y madre, dentro de las responsabilidades del ámbito doméstico. 

   Con el objetivo de alcanzar un compromiso activo por parte de los hombres en el desempeño de las labores del hogar, Gizonduz propone una serie de medidas dirigidas al sector masculino en general, como por ejemplo la creación de programas de formación, master o postgrados en materia de igualdad o la entrega a los padres primerizos de un manual con pautas y explicaciones en lo referente a cuestiones sobre paternidad y que incluirá reflexiones sobre la influencia de la figura paterna en la transmisión de valores no sexistas. 

   Los más beneficiados serán los trabajadores de las administraciones públicas, ya que la mayoría de las disposiciones de Gizonduz se centran específicamente en este colectivo. Permisos para asistir a los cursos de preparación al parto, ampliación del permiso de paternidad a los hombres que hayan participado en los programas de sensibilización y formación de Gizonduz, así como excedencias y reducciones laborales para atender a familiares con enfermedad crónica o problemas de movilidad forman parte de las medidas dirigidas a los funcionarios que el proyecto de Emakunde llevará acabo en los próximos dos años en la sociedad vasca. El objetivo de estas medidas, según destacó el Lehendakari, Juan José Ibarretxe, “es aumentar en el 20% el tiempo que dedican los hombres al trabajo doméstico y al cuidado de los hijos”. Además, se prevé que se duplique el porcentaje de funcionarios hombres que comparten el permiso de maternidad o paternidad, y elevar al 10% el porcentaje de hombres que reciben ayudas del Gobierno Vasco para la reducción de la jornada y las excedencias para el cuidado de las personas.


    Nueva forma de entender 
    la masculinidad

En un artículo titulado “Una herida abierta”, Izaskun Moyua, la directora de Emakunde, explica que en la sociedad actual “estamos encontrándonos con un nuevo modelo de hombre, aún minoritario, que hace suya la reivindicación de la igualdad, impulsada durante la historia por las mujeres casi en solitario y a contracorriente. Este hombre sabe que la igualdad le hace más hombre, más persona, y que puede contagiar con sus conductas a los demás. Porque tenemos claro que sin la aportación e implicación de los hombres, la consecuencia de la igualdad se aleja”

   Desde Emakunde, por tanto, se crítica el modelo de masculinidad tradicional y se defiende un cambio profundo del comportamiento masculino a través de la aplicación práctica y efectiva de las políticas de igualdad recogidas dentro de la Iniciativa Gizonduz. 

   Nos encontraríamos frente a un hombre que se cuestiona el sistema, un hombre que sustituye las armas de poder, autosuficiencia y heroidicidad por un modelo de convivencia más justo e igualitario, reconociendo la importancia de la mujer dentro del espacio público y compartiendo con ella el trabajo doméstico y el cuidado de los familiares. Se busca un avance en el cambio de los modelos y patrones socio-culturales de conducta en función del sexo actualmente imperantes con el deseo de corregir aquellos factores generados por las situaciones estructurales que padecen las mujeres y reforzar las oportunidades de desarrollo humano tanto de las mujeres como de los hombres. No será fácil para el colectivo masculino enfrentarse al patriarcado, el sistema de dominación más antiguo de la historia de la humanidad y posiblemente, el más sutil y difícil de identificar en algunos momentos. Pero merece la pena apostar por el cambio. Dejar la capa de virilidad a un lado para mirar a la mujer desde otra perspectiva, sin los estereotipos ni prejuicios culturales de otros tiempos. Apostar por el cuidado, la asertividad, la expresión de los sentimientos y emociones. Romper con los tópicos. Porque la lucha por la igualdad también es asunto de hombres. 


Emakunde: 20 años de historia

  Emakunde ostenta con orgullo un inquebrantable denuedo. Y no es para menos, ya que para comprender la fuerza y la importancia del incipiente discurso feminista en Euskadi es necesario remontarse a 1988, año en el que fue creado El Instituto Vasco de la Mujer con la finalidad de lograr una igualdad real de género en todos los ámbitos de la sociedad vasca. En aquellos momentos, la problemática que envolvía a la población femenina sobrevivía en la clandestinidad: no era de dominio público y asuntos como la violencia de género o el acceso de la mujer al espacio público permanecían ignorados dentro del entramado social. Los estereotipos y patrones culturales de conducta en función del sexo han condicionado la vida de la mujer y su estigmatización aún pervive como elemento desestabilizador dentro del exacerbado neoliberalismo occidental. 

   Las injusticias descarnadas contra el sexo femenino y la permanente resignación de éste a permanecer en un segundo plano en lo concerniente a las decisiones importantes de la vida encendieron la mecha de Emakunde y el fuego lleva ya veinte años ardiendo en la lumbre. Y en la memoria. Con Emakunde, la revolución adquirió nombre de mujer. A lo largo de dos décadas, esta Institución ha luchado por un modelo social más democrático y equitativo enfrentándose al rechazo inicial que su nacimiento generó en diferentes sectores y apostando por políticas de igualdad que permitiesen a la mujer vasca alcanzar un mayor desarrollo personal y profesional. 


   Recursos y materiales: la Igualdad como bandera

   Emakunde surgió de la nada pero con las ideas muy claras. El ancestral conformismo de la mujer estereotipada hasta la saciedad quedó fuera de su diccionario. Rechazaron que la sumisión de antaño fuera hereditaria. Con la única intención de promover un cambio profundo de mentalidad, las primeras mujeres de este novedoso ente desarrollaron una sólida estructura institucional que les permitió expandirse y dar a conocer sus proyectos e ilusiones. Hoy día, entre sus funciones prioritarias se encuentran el análisis y evolución del grado de participación de mujeres y hombres en diferentes ámbitos sociales para detectar posibles situaciones de desigualdad, así como las tareas de formación tanto del propio personal del Instituto como de los profesionales de las diferentes administraciones u otros organismos y el asesoramiento a entidades, colectivos y particulares sobre materias de Igualdad en la Comunidad Autónoma Vasca. Asimismo, esta Institución ha constituido el motor de las políticas en favor de la Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres en relación directa con las Diputaciones Forales y los Ayuntamientos. 

   El compromiso de Emakunde para con la sociedad vasca se materializa en una serie de recursos y catálogo de publicaciones entre los que destacan los informes anuales sobre la situación de las mujeres y de los hombres en Euskadi, estudios, jornadas abiertas, conferencias y actividades temáticas diversas, folletos, cursos, carteles y una publicación periódica de carácter trimestral, bilingüe y gratuita; la revista Emakunde. La presencia de la mujer en el mercado laboral, la educación, la actividad política, la familia y el espacio doméstico o los medios de comunicación y la publicidad son algunas de las cuestiones tratadas desde Emakunde y cuyas cifras y datos de estudio están a disposición de la sociedad vasca en su página web oficial, www.emakunde.es.
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Iniciativa Gizonduz (I)

   ¿Se imaginan a un hombre luchando por la igualdad de sexos, comprometido con la causa feminista e involucrado en las labores del hogar y cuidado de las personas? Estas premisas marcan el camino de la Iniciativa Gizonduz, elaborada por Emakunde y aprobada por la Presidencia del Gobierno Vasco, cuya revolucionaria apuesta en la Comunidad Autónoma Vasca se basa en un novedoso plan de medidas y actuaciones encaminadas a lograr una mayor implicación del hombre en políticas de igualdad y una mayor responsabilidad en el ámbito doméstico. Se trata una visión diferente del prototipo de hombre imperante en la actualidad. Alejado de los estereotipos, equiparándose a la mujer. De igual a igual.

   A finales del siglo XVIII, las mujeres empezaron a defender en las calles, en las instituciones, en las fábricas y a través de diferentes escritos sus derechos cívicos, políticos y laborales. Olympe de Gouges, directora del periódico sufragista L'Impacient, publica en 1.871 la primera “Declaración de derechos de la mujer y la ciudadana”, dedicada a la reina María Antonieta. En el manifiesto, la feminista se atreve a criticar el sometimiento femenino y a describir al hombre como el gran culpable de su situación, “un ser extraño, ciego, hinchado de ciencias y degenerado, en este siglo de luces y de sagacidad, en la ignorancia más crasa, quiere mandar como un déspota sobre un sexo que recibió todas las facultades intelectuales y que pretende gozar de la revolución y reclamar sus derechos a la igualdad, de una vez por todas". Sus palabras fueron tachadas de incitación a la agitación y su creadora fue silenciada durante la Revolución Francesa, bajo el peso de la guillotina. Sin embargo, el grito por la igualdad, oprimido durante siglos por leyes y normativas oficiales discriminatorias y discursos marcados por la subordinación femenina, no lograría ser acallado del todo.

   El feminismo como tal nace a finales del siglo XIX como un movimiento de emancipación que cuestiona los valores y la estructura social y que actúa para transformarlos, navegando por las aguas pantanosas de lo político y de lo ético. Mucho ha llovido desde entonces pero parece que siempre quedan resquicios por donde el lodo, en forma de desigualdades veladas y permisibles, resbala y deja su huella. A comienzos del siglo XXI, el problema de la violencia de género sigue acechando en la sombra a todas las mujeres, como también la discriminación sexista o racista en los ámbitos laborales y educativos, y la continua marginación de éstas de los puestos relevantes de toma de decisión política, militar y económica. 

   Dentro de este contexto social, y desde su creación en 1989 como Organismo Autónomo dependiente de la Presidencia del Gobierno Vasco, el Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde) ha centrado su lucha en la construcción de unas relaciones sociales que conduzcan a la liberación de la mujer, eliminando las jerarquías y desigualdades entre los sexos. A lo largo del tiempo, cuestiones siempre beneficiosas para los hombres como las formas tradicionales de familia, las sociedades profundamente jerárquicas y el predominio conceptual de explicaciones míticas del mundo se han constituido como los principales enemigos de la situación de la mujer. Emakunde es consciente de ello y su nuevo proyecto, la Iniciativa Gizonduz, implica dar un paso más en las políticas de igualdad e impulsar la participación de los hombres en acciones estratégicas dirigidas a fortalecer la identidad de la mujer en Euskadi. Ander Bergara, asesor de la Dirección de Emakunde desde 2004 y coordinador de Gizonduz, explica que el proyecto es una “iniciativa pionera del Gobierno Vasco y su objetivo principal es el de favorecer la igualdad entre hombres y mujeres de la Comunidad Autónoma Vasca”

   La Iniciativa Gizonduz, bajo el lema “La igualdad te hace más hombre”, se halla imbricada dentro de la Ley 4/2005, de 18 de febrero, para la Igualdad de Mujeres y Hombres y el IV Plan para la Igualdad de Mujeres y Hombres, aprobado por el Consejo de Gobierno en septiembre de 2006. El grado de implicación de los hombres a favor de la igualdad en la Comunidad Autónoma Vasca resulta insuficiente. Ante esta situación y con el propósito de lograr una mayor concienciación del sector masculino vasco en la situación real de la mujer, Gizonduz centra su plan de actuación en políticas de sensibilización y formación masculina en materia de igualdad de mujeres y hombres. Diecinueve son las medidas concretas propuestas por esta iniciativa, entre las cuales se hallan la realización de campañas de concienciación específicamente dirigidas a hombres sobre la importancia de su aportación a la igualdad de sexos, la creación de un portal especializado sobre hombres e igualdad de sexos en www.euskadi.net, la adopción de programas de formación específicos para hombres sobre cuestiones relacionadas con las relaciones de género y las nuevas masculinidades y la elaboración y difusión de un documento explicativo de la experiencia Gizonduz, en el que se incluirán los resultados obtenidos y los materiales divulgativos y formativos generados (...)
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Neoliberalismo (II)

   
   Asimismo, el neoliberalismo es un peligro para la igualdad y la justicia social. Dentro de este contexto, la mujer es una de las mayores víctimas de este sistema económico, de la explotación y marginación, principalmente en países en vías de desarrollo. Se la considera mano de obra barata y fácil de explotar. La generalización de la subcontratación perjudica al sector femenino, que opta por el trabajo itinerante y expuesto a un alto grado de violencia.
   Otra de las críticas que podrían realizarse guarda relación con las políticas fiscales restrictivas del modelo, que no reconocen que el gasto público es necesario para el crecimiento y el proceso de privatización y olvida que existen empresas públicas que pueden ser igual de eficientes y productivas que los agentes privados. No basta con que las políticas económicas aborden los desequilibrios económicos si, al mismo tiempo, dan la espalda al bienestar humano entendido en su sentido más elemental: como posibilidad de vivir y desarrollarse en paz. Los problemas reales del bienestar quedan pendientes y afrontarlos es el reto al que deberán hacer frente los gobiernos y la propia ciencia económica si no se quiere que el futuro de la humanidad sea tan dramático como ya lo es para las personas que viven en zonas miserables y paupérrimas. Una economía de mercado liberalizada, que no tiene preocupación alguna por los asuntos sociales ni por las preocupaciones medioambientales, no puede promover el bienestar económico y social global. Las políticas neoliberales deberían redefinirse y reestructurarse de manera que se asegurasen las condiciones de igualdad entre sexos, se protegiera el medio ambiente, se promoviera el desarrollo económico y social y se desarrollasen políticas públicas.

   Nos encontramos ante un sistema que se presenta bajo la forma de globalización pero que se esconde al servicio de los intereses mercantiles de las grandes transnacionales y cuyo modelo político responde a una democracia restringida y excluyente. La concentración de poder y riqueza en pocas manos, así como las desigualdades sociales extremas retrasan la conquista de una sociedad democrática y justa. A ello se añaden las profundas repercusiones en los países en desarrollo, donde el poder lo sustentan las grandes transnacionales y el capital financiero, apoyados por los medios de comunicación.

   El neoliberalismo propugna la libertad individual, lo que supone un abandono de los derechos colectivos. Crea un sujeto económico egoísta, incompatible con el bienestar social. El individuo por encima de la sociedad, el egoísmo individual como bandera neoliberal. Se busca, de esta forma, el silencio de las masas, la eliminación de identidad cultural, individuos aislados que no actúen ni se movilicen, quedando atrapados sin saberlo en un sistema que beneficia a los más poderosos, destruye la esfera social y pública y vulnera los derechos humanos.
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Neoliberalismo (I)

   El neoliberalismo es mucho más que un sistema económico; sus ideas y preceptos abarcan los demás ámbitos de la sociedad, se interiorizan tanto en los Estados como en los individuos. Las políticas económicas del neoliberalismo han logrado modificar los sectores productivos, han facilitado la incorporación de una nueva base tecnológica en la economía mundial, han cambiado las bases de la competencia internacional y han ido acompañada de cambios muy significativos en los valores y creencias sociales. El neoliberalismo ha traído consigo aspectos positivos como el aumento del nivel de vida de ciertos sectores de la población, un gran desarrollo tecnológico motivado por la competencia entre las empresas transnacionales y la libertad de hacer negocios. 

   Sin embargo, sus efectos han sido muy desiguales, positivos o negativos según cuál sea el punto desde el que se valoren. Si se atiende, por ejemplo, a los beneficios empresariales y a la configuración de un clima de mayor confianza para la inversión privada no cabe la menor duda de que han sido exitosas. Si se contemplan desde la perspectiva del bienestar social habría que ser mucho más críticos con ellas si se tiene en cuenta que, en casi la inmensa totalidad de las naciones y en el conjunto mundial, han aumentado la pobreza y la desigualdad económica. Los problemas que este sistema económico ha incentivado son muy graves, entre ellos una polarización acentuada entre ricos y pobres, un aumento de los movimientos especulativos, las denominadas burbujas financieras y daños irreversibles a la naturaleza, con la explotación descontrolada de los recursos naturales.

   Se podría decir que la economía mundial se asienta sobre una globalización que implica que los procesos económicos se desenvuelven en un terreno de juego internacional donde apenas existen trabas de cualquier tipo para que los capitales, las mercancías y los códigos culturales que le son propios se muevan en completa libertad. No obstante, la economía mundial no responde a la estructura sistemática y globalmente integrada que se quiere dar a entender cuando se habla de globalización. Nuestro planeta refleja más bien una realidad tripolar, porque quienes realmente articulan y organizan la economía mundial son las tres grandes potencias (Estados Unidos, Europa y Japón) que ejercen el control compartido sobre ella, aunque bajo la permanente y creciente supremacía estadounidense. En el Tercer Mundo sólo una pequeña parte de la periferia se ha industrializado, mientras que su mayor parte es pobre y se desconecta progresivamente de los centros de gravedad de las relaciones económicas. 

  En consecuencia, la globalización no constituye un proceso integrador que abarca al conjunto de relaciones económicas, sino que esencialmente sólo tiene que ver con el dominio del capital financiero, de los recursos tecnológicos y de la producción cultural y que en realidad se manifiesta como un vector desintegrador de la economía y de a sociedad mundial en su conjunto. A diferencia de la connotación de progreso y modernidad que el discurso neoliberal quiere asociar al fenómeno de progresiva liberalización capitalista, lo que está ocurriendo es que aumenta cada vez más la explotación y el empobrecimiento de unos países por otros. Esto trae consigo el aumento de la brecha entre los países más ricos y los países más pobres. La desigualdad viene acompañada de un considerable aumento de la pobreza y la exclusión social.

   A este hecho habría que añadir que el modelo de crecimiento actual se basa en la degeneración continuada del trabajo derivada de la precarización, de la temporalidad y del subempleo y se sustenta en una utilización irracional de los recursos medioambientales (la lógica de la ganancia sin límite y sin consideración de sus efectos sociales a largo plazo lleva consigo un verdadero desastre en relación con el medio ambiente planetario) y en el privilegio de las rentas de capital que multiplica las desigualdades entre territorios, entre colectivos y personas. Por otra parte, la incorporación de la nueva base tecnológica y en particular la nueva economía inmaterial de las telecomunicaciones y los servicios se da en un marco de oligopolismo exacerbado, alcanzando únicamente a una minúscula parte de la población mundial. El neoliberalismo pretende establecer el “pensamiento único” y se sustenta en los poderosos medios de comunicación que imponen una sola forma de pensamiento y exponen a la audiencia a programas sin contenido cuyo objetivo es evitar la crítica del sistema (...)
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Escapo de tu dictadura

               Ya no espero más, no me interesa. Han sido muchos años de opresión, de sombras, de silencio. La desafiante autoridad con la que me has golpeado se queda ahí, contigo, colgada de tus manos y de tu inconmensurable indiferencia. Yo digo no a tus gritos, a tu intolerancia, a tu insensatez. He desperdiciado el alma a tu lado pero esta vez no pienso perder el tren de la felicidad. No tengo billete aún, ni destino, ni planes más allá de esta noche. Pero me siento libre, escapo de tu dictadura, de algo que no era amor, de un puñetazo en la mesa, de la inquietud y del miedo que me creaban tus secretos. 

   En la maleta me llevo un par de recuerdos, los primeros besos, algunas fotografías desgastadas, la llave de lo que no supiste cuidar, la valentía para romper con todo, las ilusiones que dejaste en un interminable estado de espera, la mujer que sigue creyendo en los cuentos de hadas. Encima de la cama te quedó tu parte, la mitad de nuestra relación: la soberbia que acabó con lo nuestro, tu estafa, las faltas de respeto, mi cara de estúpida al creerte una vez más, tu callejón sin salida, el desgaste de la cordura, el carmín en tus camisas. Creo que es el equilibrio justo en función de lo que cada uno aportó a la historia. Sé que en vez de reflexionar, te pondrás hecho una fiera, insultando, condenándome, disculpándote… No estaré ahí para verlo, tengo otras expectativas, no volveré jamás sobre mis pasos. Espero que encuentres la paz, que salves lo humano que queda en ti, que huyas de la persona en la que te has convertido. Junto a tus pertenencias también te he dejado las cadenas que me ataban a ti. Porque hoy soy libre, hoy escapo de tu dictadura.
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En aquella estación



   Nunca imaginé encontrarla allí, en aquella estación de tren. Fue como si de repente esos quince años que habían separado su destino del mío se convirtieran en cenizas. Pero el olvido no sabe de penas ni de viejas heridas. Yo, en cambio, soy un mendigo de caricias, errante soñador, valiente para gritar mi amor, cobarde para defenderlo. Me doy cuenta de eso todos los días, veo mi fracaso reflejado en las caras de otras mujeres, todas ellas extrañas, lejanas, inaccesibles. ¡Acaso si me resultase más fácil enterrar el pasado! 

   Apenas podía reconocerla. Había perdido toda su grandeza. Hace años fue mi mitad, mi fuerza, mi complemento. Era lo que yo hubiera sido si me hubieran dejado. Pero al verla entre tanta gente apresurada que iba y venía, me bastó su expresión cansada para darme cuenta de que su vida no había transcurrido como ella hubiese deseado. 

   Me pregunté, como lo hago ahora, si ella me recordaría en otros besos, si mi nombre sería murmurado alguna vez por esos labios de miel que otra vez, después de tantos años, hubiese deseado probar. Ella estaba ligada a mi infancia, a mis alegrías, a esa clase de amor que de tan puro puede ser derrotado. Lo primero que distinguí fueron sus ojos, ingenuos y frágiles, y tan profundos como el abismo que nos separó. En ellos latía la impaciencia y esa forma de fruncir el ceño me recordó una de nuestras antiguas peleas.

   La fría y despiadada trama que se urdió contra nosotros fue tan bien construida que ambos caímos en esa red de engaño y nos dejamos arrastrar por unas mentiras que nos dejaron indefensos ante los demás. Después de amarnos tanto no fuimos capaces de decir que no a todo, de fugarnos aquella triste primavera, de creer en la fuerza de nuestro amor y utilizarla como arma contra el mundo. Ambos fuimos como la luna y el sol, esperando ese eclipse milagroso que nos uniera, que nos permitiera desmentir tanta calumnia. Cartas envenenadas, ecos de voces que difaman y unas órdenes bastaron para provocar esa separación. Nunca sabrá la rabia ciega con la que asumí su boda, al volver de aquel viaje, al comprender que su familia y la mía no habían dejado ningún cabo suelto que nos permitiese volver a estar juntos. Acaso ella sepa, como yo, de las mentiras de las que fue objeto. Tampoco después me animé a hablar porque no tenía ningún derecho a destruir su nueva vida, el comienzo de mi lenta caída, de mi temprana muerte. Y desaparecí para siempre.

   Y ayer, gracias a una de esas extrañas casualidades de la vida, pude volver a ver ese pelo negro en cuyo aroma tantas veces me perdí, en aquellas noches, en aquellas lejanas noches. Y fue tan grande mi deseo de rodearla con mis brazos que me acerqué unos pasos. Y el pasado volvía y me condenaba. 

   Cuando crecemos algo se nos desprende. Ya no me siento capaz de confesar mis equivocaciones a una silla vacía, ya no creo, como antaño, que la muerte sea una mentira. Porque mi muerte fue real, no en sentido metafórico sino espiritual; una parte de mi murió el día en el que perdí a esa mujer. Teníamos derecho a nuestro amor pero la vida no es siempre generosa con los enamorados. Siempre soñé con cambiarlo todo pero al final viví de otra manera. Me asustaron las circunstancias, no supe luchar por aquello que amaba. Nunca lo vi tan claro como hace unas horas en aquella estación pérdida en la nada, cuando ella sacó del bolso los desgastados guantes marrones que yo la regalé en otra vida y comenzó a introducirlos en sus delicados y entumecidos dedos. Y el recuerdo de su desnudez y del sabor de su dulce piel lo borró todo; el resentimiento, la impotencia, el frío que se colaba por las rendijas de las cristaleras y me rodeaba como un halo espectral.

   Ella se giró y cuando su mirada se encontró con la mía, reconociéndome, el hielo en mis manos y en mi alma se convirtió en un fuego callado pero insistente, que reavivó la pasión tantas veces contenida. Me dolió ver en su rostro tanta tristeza, en su forma orgullosa de levantar la cabeza tanta incomprensión. Pero también supe que no me había olvidado. Ahí mismo, aunque sin moverme ni dar muestras de ello, caí a sus pies. Imposible frenar la atracción entre los dos. El tiempo me volvía a ver, ironías de la vida, amándola otra vez, esta vez en silencio, de una forma distinta, con una furia implacable pero resignada. Y al verla agarrar con determinación su maleta supe que de vez en cuando los errores que cometimos volverían para atormentarnos. Tal y como una vez su familia y la mía me robaron la mejor edad, también ahora el sonido del tren a lo lejos me quitaba esos segundos eternos que me hubiera gustado silenciar. El tren paró frente a ella y antes de buscar una de sus puertas me besó con su mirada cristalina. Aquél no era mi tren, imposible, ya que nuestras almas estaban irremediablemente condenadas al exilio mutuo, a la incoherente lejanía. 

   Resignación. No obstante, tuve ganas de romper con todo, con la distancia física entre ambos tristemente impuesta por la vida. Pero me quedé quieto, como una mariposa condenada a aletear sin vacilaciones entre todas las miserias humanas. Para cuando me di cuenta, ella, la mujer a la que di mi mundo de sueños y esos besos que no equivocan, ya estaba lejísimos. 

Ayer comprendí que el amor tiene el poder de curar... 

Ayer comprendí que el amor tiene el poder de destruir.

   Todo ello ocurrió mientras los transeúntes iban y venían, ajenos a mi figura solitaria y a esa ola de amor perdido que inundó con su nostalgia y su pasión prohibida aquella estación de tren. 

Para todos los que ha vivido un amor imposible... y han sobrevivido a ello.
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Dicen de mí

      Dicen de mí que vivo al margen del corazón, que soy una insolente sin remedio, una canción sin voz. Dicen de mí que atravieso los mares sin tocar el agua, que prefiero la soledad de las tardes, que no sé vivir sin tu amor. Dicen de mí que no tengo solución, que soy una idealista anclada al mástil de unos sueños imposibles, pétalo desperdigado por el viento buscando su redención. Dicen de mí que la cordura ya no me acompaña en mis noches, que deambulo por las calles de la perdición y coqueteo con los dedos del abatimiento. Dicen de mí que no tengo vergüenza, que mi cabellera pelirroja seduce a caballeros sin nombre y que hace tiempo que olvidé el camino del decoro y de las apariencias. Dicen de mí que soy amiga de los gatos negros, que mi descaro no sabe de límites, que me estoy desviando del camino recto… 

   Ellos, que no me conocen, ellos siempre hablan. Los menos indicados, los que más deberían callar. Voy buscando mi camino, alejada de rumores y falsas verdades, y sus palabras envenenadas son las espinas que uno debe esquivar al atardecer. Sus aguijones no me producen ningún efecto. Dicen de mí tantas cosas. Y yo, cuánto me río…
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Periodismo ciudadano


   En la era audiovisual que nos envuelve y nos satura de comunicación ha surgido un movimiento global que se hace eco del estrepitoso triunfo de la información independiente, individual, personal. Es el periodismo ciudadano que convierte a las personas de la calle en redactores-fotógrafos protagonistas de las noticias que exponen, en detrimento de las empresas de comunicación. Se trata éste de un derecho amparado en diferentes legislaciones, entre ellas nuestra Constitución española de 1978, la cual en su artículo 20 reconoce y protege el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción (…) y a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. 

   El monopolio informativo de los medios tradicionales se diluye y se resiente frente a esta nueva forma de comunicación, que ha encontrado en los blogs personales de Internet su máxima forma de expresión. Nos perdemos en espacios de opinión públicos, en páginas web, en foros y lugares de encuentro virtual donde un ciudadano cualquiera deja a un lado el abrigo del anonimato y se convierte en líder de información, en crítico solvente, en comunicador veraz, en amigo de la noticia, en ácida revolución tecnológica, en brecha para el verdadero periodista. Ellos triunfan y se convierten en informadores directos de la noticia, en testimonio crucial de un terremoto, un huracán, un atentado, un homicidio, una agresión. Basta una cámara digital, un teléfono móvil o cualquier aparato de última generación para lanzar al mundo su mensaje, ese pedazo de información que vale su peso en oro. 

   No existen censuras, ni prejuicios, ni convencionalismos. El paradigma del periodista tradicional se ve amenazado por una ingente masa de ciudadanos que se unen para informar, opinar, revelar, intercambiar datos. Este periodismo ciudadano, fenómeno que se ha erigido como símbolo de verdad ante la comunidad internacional, es realmente elogiable cuando detecta fenómenos y hechos que, de no ser por esos “periodistas ciudadanos” quedarían relegados o simplemente no se conocerían, cuando denuncia atrocidades y les otorga un nombre, cuando pone cara a la realidad y la ilustra desde una perspectiva diferente y dinámica, testimonial. 

   Pero también es necesario hablar de límites, de contenidos, de veracidad, de profesiones y formación. No se debe buscar tanto la crítica como la respuesta a la cuestión ¿todo es lícito?, ¿todas las informaciones valen?, ¿quién es el verdadero periodista? No hay que creer todo lo que se lee ni dar por válido todo lo que se ve. En esta vida es necesario cuestionárselo todo. Abramos nuestras mentes a Twitter, Facebook, foros y demás gadgets pero nunca olvidemos que esos periodistas ciudadanos que encuentran y transmiten la noticia, mejor o peor según los casos, puede que no estén licenciados en Ciencias Sociales de la Información, y que aquéllos que revolucionen los foros criticando uno u otro tema no sean especialistas de lo que predican.

   La información y la expresión como bandera del ciudadano que apuesta por su espectáculo particular en los tiempos que corren no debe confundirse con el periodismo serio y elaborado, ni con los licenciados que deberán hacer frente a este desafío del Siglo XXI que parece conducir a los ciudadanos de a pie a la más pura y auténtica revolución informativa de todos los tiempos. No creamos que la profesión de periodista está al alcance de todos ni juguemos a un ambiguo intrusismo porque es caer en la trampa. Necesitamos de los medios convencionales hoy más que nunca. El periodismo ciudadano es simplemente una alternativa de información que no puede obviar ni a los verdaderos profesionales del medio ni a la noticia contrastada y trabajada.
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Princesas de mentira


   Con tan sólo 6 años, Eden Wood cuenta con más de 300 certámenes de belleza ganados. Es la reina indiscutible de la pasarela infantil estadounidense, una barbie rubia de ojos azules acostumbrada a las largas horas de peluquería y maquillaje, a las pestañas postizas y los vestidos largos. Su madre lo tuvo muy claro desde el principio y cambió su asistencia al colegio por las sesiones de baile y las clases de modelaje. Por desgracia, éste es únicamente un ejemplo de muchos porque en Estados Unidos se convocan más de 5.000 concursos de belleza al año en el que participan más de 250.000 niñas arropadas por el apoyo de unas madres que ven poder cumplir en ellas todas las aspiraciones que se les quedaron por el camino. "Creo que está siguiendo los pasos de grandes personas como Oprah Winfrey. ¿Por qué ella no va a poder tener un contrato en Hollywood o un programa de televisión? Es el sueño americano y ese es su destino". Con estas palabras, la madre de Eden Wood expresa sus propios deseos y condena a su hija a una vida sin infancia ni adolescencia, ni educación. 

   Son ellas unas niñas que pierden su mejor edad, que juegan a ser mujeres plastificadas y compiten por alzarse con premios que les reporten fama, gloria y un nombre comercial que desbanque a sus predecesoras. Y el sacrificio es inhumano, por supuesto, extenuantes horas de sesiones fotográficas, estilismo, ensayos de baile, depilación, bronceado, prótesis dentales que esconden sus dientes de leche… El monstruo de la perfección las persigue, el maquillaje oculta su rostro infantil para perfilar los ángulos de muñeca fina y delicada, que ya no va al colegio pero sabe posar como una princesa. 

   Todas son reflejo de la frustración acumulada de unas madres que no pudieron o no las dejaron ser reinas de belleza y que ven en sus hijas una puerta abierta a los sueños del pasado. Las carencias de las madres se transforman en las ilusiones de las hijas. Es triste asistir a este vergonzoso espectáculo, a la vida de unas niñas que se nutre de halagos, público, reconocimiento y competencia. ¿Qué será de ellas cuándo crezcan?, ¿hasta qué punto estos concursos determinan el futuro de una princesa con la única meta de conseguir la corona?, ¿cómo se encaja el éxito?, ¿cómo se asume el fracaso?, ¿cómo aguantar el tipo en un mundo de adultos, con sus reglas, sus excesivas apariencias, sus evidentes excesos? Para los más beneficiados no importan las secuelas cuando un negocio resulta tan lucrativo y mediático como los concursos de belleza infantiles. 

   Me remito a la experiencia de una ex miss infantil, Charlotte Carr, quien ya en la madurez, reconoce los traumas creados en el pasado. Fue reina infantil (119 trofeos) y hoy día no se atreve a usar maquillaje. Su frase resume una filosofía muy distante de la que se impregna el que dicen ser el sueño americano: "Estos concursos están llenos de odio. Las niñas son capaces de matar para ganar. Recuerdo que yo tenía muchísimas enemigas. Mirando al pasado, creo que son las familias las que deben dar autoestima a sus hijos, no un jurado con cartones de puntuación". Me pregunto cómo será el futuro de estas princesas de mentira, de estas muñecas de porcelana que juegan a ser mujeres disfrazadas y a las que la vida, como los vestidos que deben lucir, les queda todavía demasiado grande. Eden Wood dice que se jubila, sí, con sólo seis años, porque quiere ampliar horizontes y tiene la intención de crear su propio imperio de merchandising y que probablemente escriba un libro de memorias. Me preguntó que tendrá que contar esta niña de seis años. Una vida muy corta para plasmarla en papel. Seguro que su madre lo escribe por ella.
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Tus besos malditos

      Tus besos malditos me roban el alma y envenenan mis sentidos. Imposible escapar de tu visceral abrazo, de tu potente risa, de tus locos gestos. Eres una diosa que roba más de lo que da pero que me tiene prisionero entre su pelo. Eres una mujer que deja las penas descansando en su espalda, que se cubre de oro la pupila del ojo, que despoja sutilmente del sentido común a cualquier mortal que se atreva a desearla. 

   Entre tus besos malditos pero impregnados del dulce sabor del azúcar yo encuentro mi sitio y mi hogar, me alimento de tu saliva, me enriquezco con nuestra unión. No sé qué será de mí mañana o dentro de unos instantes cuando despegues tus labios de los míos. Te has convertido en mi única obsesión, en la razón de mi existir, en la reina de mi paraje solitario. Tu abrazo me confunde y reconforta, me entristece y me enloquece, me despoja y me entrega. Me gustaría saber qué vas a hacer conmigo, si entro en tus planes o si soy mero capricho esperando una herida mortal, la de tu fría indiferencia. Pero ahora no hables. Permíteme disfrutar un poco más, toda la vida a poder ser, de tus besos de almíbar, de tus besos malditos.
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Institucionalización (II)

   (…) Ante esta crítica situación, es necesario plantearse y reflexionar sobre quién dirige realmente la economía mundial, que agentes disponen de poder suficiente para imponer sus decisiones políticas al resto del mundo. La unión del FMI, BM y la Organización Mundial de Comercio forman un instrumento poderoso de dictadura a través de la imposición de sus políticas económicas a todos los Estados. Tampoco hay que olvidar que estas instituciones económicas internacionales respaldan y reflejan la fuerza y el protagonismo absoluto de los países más influyentes del mundo.

   La OMC es otro de los organismos que representa los intereses de las grandes multinacionales. Se requeriría una auténtica y comprometida reforma de esta institución que de momento protege y respalda a los países ricos e impone enormes costes a los países pobres. Un ejemplo de ello lo encontramos en sus normas sobre propiedad intelectual, que favorecen a las empresas transnacionales ocasionando daños a la biodiversidad del Tercer Mundo. De hecho, muchos países en desarrollo se encuentran insertados dentro de esta organización porque consideran más seguro establecer relaciones de comercio dentro de las bases de la OMC que realizarlas fuera con países más poderosos. La legitimación de la OMC queda en suspenso y su estructura debería plantearse un verdadero compromiso de representar los intereses de todos y garantizar una asistencia financiera a los países pobres, de manera que pudieran participar en las negociaciones con un mayor peso político y voz de voto.

   En relación a la liberalización llevada a cabo en ámbitos tan diferentes como el comercio de servicios y telecomunicaciones, productos agrarios, textiles, propiedad intelectual y naturaleza, se puede decir que dicho proceso responde a las necesidades y beneficios propios del Centro imperialista. En cambio, para los países pobres la liberalización destruye su forma de vida y les ahonda aún más en la miseria. La liberalización del comercio de productos agrarios elimina el proteccionismo porque ahora la industrialización de la agricultura sitúa a los países desarrollados en una posición de clara ventaja en comparación con el Tercer Mundo, que subsistía de sus cultivos. La liberalización del textil parece ser que ha beneficiado a China, potencia cuya jornada laboral y condiciones extremas de trabajo le permite ser competitiva y desbancar a regiones como El Salvador de su cuota de participación en el mercado de los Estados Unidos. Y por lo que respecta a la liberalización de la propiedad intelectual y la mercantilización de la naturaleza, de nuevo se sacrifica al Tercer Mundo, al robarle sus cerebros para insertarlos dentro de universidades, centros de investigación o empresas multinacionales de países ricos y usurpar su biodiversidad, comprar ecosistemas antes sin dueño para intereses comerciales.

   No menos graves son las consecuencias de la liberalización de los productos culturales, al negar la producción cultural de la humanidad y tratar de imponer la cultura y forma de pensamiento de los centros de dominación del planeta, principalmente Estados Unidos. Vivimos en un mundo dominado por las grandes potencias, las empresas multinacionales y una serie de instituciones multilaterales que representan el poder e influencia de aquellos que con dinero son capaces de comprarlo todo. Son organismos que, bajo una apariencia democrática y unos objetivos nobles y equitativos, benefician a los países desarrollados y se olvidan de aquellas políticas de ayuda al Tercer Mundo, estableciendo una liberalización general cuyas graves consecuencias se están notando ya en los países pobres. Otra rotunda prueba de que la globalización, como tal, no existe.
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Institucionalización (I)


   ¿Cómo aparece la organización económica internacional a comienzos del siglo XXI? El orden económico internacional existente en nuestros días queda establecido después de la II Guerra Mundial, momento en el que se crean, por parte de los países vencedores, diferentes organismos multilaterales que van a articular la cooperación internacional estableciendo una serie de normas en diferentes ámbitos de las relaciones internacionales. Entre ellos se encuentra la Organización de Naciones Unidas, como foro de carácter general, las instituciones creadas en la Conferencia de Bretton Woods; el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), el Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles (GATT) y la posterior Organización Mundial de Comercio (OMC). En aquella etapa, el patrón oro era el primer sistema monetario internacional y parte de un orden consensuado. Sin embargo, en aquel entonces el orden económico internacional imperante no estaba articulado en torno a organizaciones internacionales mientras que actualmente las relaciones comerciales y monetarias quedan reguladas por las instituciones anteriormente citadas, en las que participan la mayor parte de los países, al tiempo que se va produciendo una mayor cooperación entre ellas. Ello se debe a que nos encontramos en una etapa diferente caracterizada por unos intercambios elevados de mercancías, servicios y capitales y por una internacionalización de la estructura productiva propia del fenómeno de la globalización. 

   La estructura institucional actual presenta algunos inconvenientes. Por una parte, los acuerdos multilaterales desarrollados en el marco de las instituciones internacionales impulsan una convergencia de normas en un mundo de enorme diversidad en cuanto a condiciones económicas, sociales o ecológicas. Por otra parte, esta estructura se halla en manos de las principales potencias económicas mientras que los países en vías de desarrollo tienen una escasa influencia en las decisiones que se adoptan en el marco de las citadas instituciones. Un ejemplo es el hecho de que las ayudas a los países en dificultades de balanza de pagos se han reducido prácticamente a los países en desarrollo porque los países industrializados tienen la posibilidad de financiar sus desequilibrios acudiendo a los mercados. Nos encontramos por tanto ante un problema de falta de operatividad de las instituciones multilaterales en la regulación de las cuestiones comerciales y sobre todo en las inversiones internacionales. 

   Por lo que respecta al Fondo Monetario Internacional, tanto su estructura, como su funcionamiento y políticas de operación dejan mucho que desear. La estructura de poder imperante en este organismo no refleja adecuadamente las relaciones económicas internacionales en su dimensión actual. Los Estados Unidos, la Unión Europea y Japón son incapaces de imponer sus puntos de vista entre sí, ni tampoco pueden regular el sistema internacional en su conjunto. Al FMI le queda mucho trabajo por realizar ya que debería, entre otras cuestiones, llevar a cabo modificaciones profundas que lo hagan más representativo de las necesidades y aspiraciones de los países en desarrollo, mejorar sus posibilidades de actuación en la prevención y tratamiento de las crisis, cooperar con el Banco Mundial para abordar el problema de la pobreza y adquirir nuevas normas en materia de transparencia, con la finalidad de que aumente la calidad de la información que posee este organismo y pueda difundirse a los participantes en los mercados. Por desgracia, el FMI parece haberse convertido en una institución dedicada a supervisar a los países desarrollados y sin asumir los cambios necesarios para afrontar los problemas del Tercer Mundo. 

   El propio Banco Mundial, una institución que en realidad es principal responsable de estos desastres al haber fomentado la aplicación de políticas literalmente despreocupadas de sus costes sociales, ha de admitir que la pobreza en el mundo es una amenaza de primer orden y a la que ya no queda más remedio que hacer frente. 

   Ambas instituciones constituyen una prolongación del poder de los países ricos (ello es evidente en el hecho de que los países tienen derecho de voto en proporción a la contribución que aportan, dicho de otra forma, tienen más poder quiénes más fondos proporcionan, los ricos) y bajo los aparentes objetivos de reducción de pobreza se esconde la necesidad de imponer, a través de ambos mecanismos, el modelo neolibral en todo el plantea. 

   Es cierta la frase que dice “hablando en términos económicos, ahora somos más dependientes de las potencias ex coloniales que nunca. El Banco Mundial y el FMI representan el papel que las colonias tuvieron en el pasado”. Carecen de democracia, transparencia y responsabilidad. De ello se deduce que tanto el FMI como el Banco Mundial no serán instrumentos que favorezcan de modo efectivo el establecimiento de un verdadero orden económico internacional y los intereses del Tercer Mundo mientras no se modifique radicalmente el sistema que otorga el poder interno a quienes concentran el poder económico en la economía mundial (...)
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Desde la herida

        Para poder volver a empezar nuestra historia, si es que eso fuera aún posible, debemos abrir del todo el cajón de nuestros miedos y de los errores que nunca admitimos. Tu parte de culpa, mis faltas pendientes. Creo que es absolutamente necesario para cerrar el capítulo negro que dividió el camino compartido hasta entonces por dos almas acorraladas. No busco un lavado de imagen, sólo un examen de conciencia. No se trata de señalar culpables ni de abrir nuevos frentes o viejas rencillas. Estamos donde empezamos pero con unos cuantos años más de experiencia y recorrido. Pido una recapitulación común, el reconocimiento de nuestro fracaso amoroso y de la pérdida de ilusiones y antiguos abrazos. No olvidar para no estar condenados a repetir la historia. Debemos empezar por el punto más débil, por el dolor más lacerante, por la magulladura que sigue abierta. Sal y azúcar, pecados y besos. Abramos el corazón en canal, sincerémonos, partamos desde la herida. Esa herida que sangra, que hiere, que malgasta las fuerzas. 

   Si deseamos de verdad escribir un prólogo juntos no nos queda más remedio que buscar respuestas a las preguntas que nunca nos atrevimos a plantear, a las dudas que, como finas cuchillas, acribillaron caricias y recuerdos. Nunca es tarde si queda amor. Dejemos nuestro orgullo a un lado y empecemos de nuevo la relación. Partamos desde esa vieja herida que desangra los más gratos momentos y convirtámosla en brillante cicatriz. Para no olvidar nunca los engaños, para no volver a repetirlos.
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