Este dato resulta sobrecogedor y considero de vital importancia el análisis directo de este fenómeno tan relacionado con la deseada calidad universitaria de nuestro país. ¿Qué nos sucede a los jóvenes?, ¿Por qué tomamos una decisión de la que poco tiempo después nos arrepentimos? En principio, es necesario tener presente cuál es nuestro carácter. Cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, nuestros valores e intereses, qué tipo de personas somos, con qué rama del conocimiento nos identificamos más en función de nuestras características personales.
El paso siguiente consiste en valorar nuestas opciones. ¿Cuál es la oferta formativa adecuada para nosotros? Hoy día, existen multitud de posibilidades abiertas al alumnado y debemos ser capaces de discernirlas y catalogarlas con todo el raciocinio que se merecen, ya que la elección de unos estudios superiores marcan tu futuro y condicionan tu vida. En este punto, es de vital importancia demandarnos a nosotros mismos una información y orientación fiable y sólida, recurrir a la experiencia de los más veteranos, hablar con los orientadores docentes, navegar por Internet y confiar en las páginas especializadas y con información oficial sobre las titulaciones, recopilar exhaustivamente datos sobre la carrera que nos atraiga (duración, salidas, centros de impartición, asignaturas, perfil…), acudir a los centros o universidades en los que se impartan los estudios que más nos llaman la atención y escuchar las charlas informativas, visitar las ferias educativas…
No existen recetas ni manuales para realizar una correcta elección. En muchas ocasiones, más de las deseadas, influyen factores externos no muy recomendables como las modas y los estereotipos, la motivación económica, ese tan deseado como abstracto prestigio que muchos se pasarán la vida buscando y que, a mi entender, se me antoja demasiado subjetivo, o la presión de unos padres cegados que desean que sus hijos sigan la tradición universitaria familiar o de otros padres que en fin, anhelan ver a sus retoños convertidos en aquello que ellos, por una u otra razón, nunca pudieron ser.
Expongo hoy esta cuestión porque mi experiencia personal resulta clarificadora. Mientras estudiaba Comunicación Audiovisual y Periodismo, las dos carreras que he dado por finalizadas y de las cuales he disfrutado mucho, empezó a interesarme el mundo del Derecho. Sentía un vacío formativo y anhelaba unos conocimientos por y para la vida, ampliar mis salidas profesionales. El ámbito jurídico es tan extenso y está tan a la orden del día en nuestro entorno que me llamó la atención. Y a los 23 años, tras múltiples averiguaciones e informaciones contrastadas, salidas perfiladas y todo un mundo desconocido ante mi, me tiré de cabeza. Pero muy informada, mucho más que a los 18 años. Y no me dolió el golpe. Al contrario. Me fortaleció.
Por eso os animo a reflexionar, a informaros, a investigar, a decidir concienzudamente, meticulosamente. Pero a abandonar también aquella carrera que no cumpla vuestras expectativas. Y a entender que, a pesar de los errores o las decisiones infructuosas, nunca es tarde para empezar de cero.
4 comentarios:
Hola Esther: he llegado a tu blog de forma casual,tengo que decir que me ha gustado mucho,la verdad.Buscaba por la red,no se,algo que me animara en mi proyecto de estudiar en la Uned,y digo proyecto porque llevo solo días dando vueltas a esa idea,sin saber aun si lo llevare a cabo.Es un reto difícil,como tu bien dices,y aunque ahora estoy animada,también a veces me vengo abajo.Debo decir,que tengo 42 años,y si que es verdad que la edad no importa,que nunca es tarde...,pero si que es verdad que el tiempo que puedes dedicarle,al menos en mi caso,es mínimo,porque trabajo y tengo una hija pequeña a la que cuidar,y se me plantea la duda de que si solo puedo estudiar una hora al día,a veces con esfuerzo de sacar ese mínimo tiempo,haciendo solo una o dos asignaturas por año,para cuando acabe tendré....,yo que se cuantos años...por otro lado he de decir,porque aun no lo he hecho,que lo que me gustaría es estudiar Educación Social,pero no al azar,todo tiene un porque,sobre todo lo que me gustaría es ejercer,cosa que es tan lejana,como los años que me lleve tal proyecto,pero algo me llama,algo me dice,que aunque solo con una,debo matricularme,porque el que me guste esta carrera,ha venido de la mano,de un gran drama que llevo a las espaldas,de un hijo adolescente al que no veo hace tres años,motivo por el que estoy y he estado rodeada de educadores y Psicólogos y trabajadores sociales y etc que me intentan ayudar en mi problema y que al final,aconsejada por alguno,y empujada por mi misma,necesito aportar mi granito y ayudar al que pueda.Motivo por el que estoy pensado en matricularme en la Uned de mi ciudad,lo que pasa que miro y remiro su sistema de estudios y que difícil se ve...espero tomar impulso y decidirme de una vez,como tu.Gracias por leerme y suerte!!!
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Hola amiga, te pido perdón, es que cuento con tan poquito tiempo para entrar al blog... Tu historia me ha parecido impactante y quería agradecerte que te hayas animado a exponerme tus dudas. Mira, no te voy a mentir: la Uned es muy dura pero la ventaja es que puedes estudiar a tu gusto, sin horarios estrictos. Sin embargo, he estado mirando el grado de Educación Social y los exámenes son tipo test (eso no quiere decir que no tengas que estudiar) pero al menos no tienes que memorizar cantidades ingentes de información (al ser más necesario enteder que aprender de memoria). Los exámenes están colgados en la Uned de Calatayud, te aconsejo echarles un vistazo para que te hagas una idea. A pesar de que no nos conocemos, te diré que la mayoría de los estudiantes de la UNED es gente ya de cierta edad (me refiero que no son jóvenes de 20 años) y he leído muchas experiencias de gente a la que le ha costado su esfuerzo pero que finalmente puede mostrar su título orgullosa. Sigue...
No soy experta en psicología. De hecho, no soy experta en nada. A veces me dan ganas de tirar la toalla porque es muy difícil el estudio diario pero yo, que siempre he luchado por la educación, no puedo decirte que no lo intentes. Es mejor emprender el sueño que arrepentirse de no haberlo intentado nunca. Eso sí, tienes que enocntrar la fuerza de voluntad y te aconsejo el primer año matricularte de un número realista de asignaturas (para probar). Reconozco que tu situación no tiene nada que ver con la mía, puesto que llevas un sufrimiento añadido, problemas, el cuidado de una hija... Pero ¿no crees que quizá entrando en la materia que te gusta puedes también distraerte y crecer en lo profesional? Conozco gente que a estudiado esa carrera y luego han trabajado de ella; en centros de niños especiales, con la tercera edad, como animadores socioculturales, con drogodependientes... Sigue...
No te quedes con la duda de que hubiera pasado si lo hubieras intentado. La gran ventaja de la Uned es que tú te miras el temario en casa (hay foros estupendos en los que los compañeros cuelgan unos apuntes brillantes)y luego vas a examinarte en la época de examenes a tu centro asociado. ¡Menuda publicidad estoy haciendo a la Uned! jajaja ¿Qué mejor educadora social que tú que has vivido tu propio drama? Te animo de verdad y ojalá leas el mensaje. Un abrazo, te deseo lo mejor.
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