ESTHER DE LÓZAR CUEVAS

Dedico este pequeño espacio de intelectualidad a mi gente, que me regaló unas alas inmensas; a la vida, que me enseñó a emprender el vuelo sin estrategias ni maquillaje; a la educación, que me hizo libre. Esta mariposa de altos vuelos recupera su pluma... y escribe. ¡Bienvenidos a mi blog!

"La pluma es más poderosa que la espada y escribir con ella es considerablemente más fácil" (Feldman)

"Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito" (Shakespeare)

"El alma tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que la sostiene" (Victor Hugo)

"La peor lucha es la que no se hace" (Karl Marx)

"Lo que con más trabajo se adquiere, más se ama" (Aristóteles)

Feminismo e igualdad

   La consecución de la igualdad ha sido uno de los nexos de unión del feminismo a lo largo de siglos de lucha protagonizados por las mujeres. El movimiento feminista siempre ha encabezado las luchas y reivindicaciones con un objetivo común, conseguir la igualdad en todas sus dimensiones. La lucha de las mujeres por la igualdad de derechos entre ambos sexos ha sido una constante desde que se iniciaran los primeros movimientos individuales o colectivos en el siglo XVIII. 

   El hecho histórico de que, en el principio, la autoridad se imponía y basaba en la fuerza fue utilizado para un reparto de funciones, aparentemente natural, que aún hoy persiste. La primera división proviene de las diferencias naturales, originarias, de uno y otro sexo que los califican y distinguen y que son utilizadas en el reino vegetal y animal. 

   En el discurso político sobre ciudadanía y política destaca el pensamiento de Rousseau, que intenta replantear la democracia partiendo de sus esencias iniciales: la democracia ateniense. En Atenas el gobierno de todos los ciudadanos se construyó con una ciudadanía de la que sólo formaban parte los hombres libres; ni los esclavos, los niños o las mujeres gozaban de dicha condición. Los hombres se ocupaban de lo público, de la organización de la polis, mientras que las mujeres y los esclavos atendían el trabajo reproductor y el considerado no productivo. Rousseau considera definitiva la diferencia sexual: “(...) El uno debe ser activo y fuerte, y el otro pasivo y débil. Es indispensable que el uno quiera y pueda, y es suficiente que el otro apenas oponga resistencia (...)”. Por tanto, para Rousseau la mujer está sujeta al hombre, no tiene voluntad propia y no puede, por consiguiente, contribuir a la formación de la voluntad general, no puede acceder a la ciudadanía.

   La idea de igualdad siempre se matiza restringiendo su campo de aplicación pero Rousseau, teórico de la igualdad, la restringe a un solo grupo: el de todos los varones de una comunidad política. Ello fue la chispa que hizo nacer el pensamiento feminista tal y como hoy lo conocemos y con los mismos rasgos que tiene y conserva en la actualidad. Por tanto, se puede afirmar que el feminismo es un pensamiento de la igualdad, una tradición de pensamiento político que surge en el mismo momento en el que la idea de igualdad y su relación con la ciudadanía se plantean por primera vez en el pensamiento europeo. Fue el racionalismo el que impostó la idea de igualdad y en sus filas aparece la primera vindicación feminista: la de Poulain de la Barre, un varón que se pregunta “cómo entender y pensar racionalmente mientras el sexo condene a vivir a la mitad de la humanidad en una minoría de edad perpetua”. 

   En la sociedad existen jerarquías de las que se derivan diferencias que comportan ventajas para sus miembros mejor colocados. Cuando se comprueba que esta división se corresponde también con la división por el sexo de sus componentes se puede decir que, aunque formalmente no exista ningún procedimiento que regule esta situación, nos hallamos en presencia de una discriminación indirecta. Las feministas aducen que esta sociedad se puede denominar patriarcal porque implica una estructura fija determinada y jerarquizada sexualmente y ninguna noción de cómo las mujeres pueden actuar para cambiar su situación. Para ello se basan en la constatación de que las mujeres en nuestra sociedad ganan y avanzan menos, tienen puestos inferiores a los hombres, arrastran un doble peso de trabajo, están sometidas la violencia física de los hombres y las instituciones políticas, los partidos políticos y los sindicatos están dominados por hombres. 

   De ello se deduce que la igualdad para las mujeres necesita de unos presupuestos estatales mínimos, siendo el más básico el reconocimiento de principio de igualdad entendida, no como igualdad formal, sino como igualdad real o lo que es lo mismo la igualdad como resultado. El principio de igualdad real comporta la posibilidad de exigir al Estado la adopción de medidas de acción positiva para el grupo de las mujeres.

   Por tanto, el feminismo es una filosofía política de la igualdad que se plantea lo siguiente: admitida a igualdad entre todos los seres humanos en su procuro de aquello que se consideren bienes, ¿qué razón hay para que la mitad de los seres humanos, el colectivo completo de las mujeres, no tenga los mismos derechos reconocidos a tales bienes que tiene el colectivo completo humano? 

   La lucha por la igualdad es un aspecto de especial relevancia en nuestros días que se convirtió en un paradigma a resolver por todas las sociedades para lograr el desarrollo y la justicia social de las mismas.

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