ESTHER DE LÓZAR CUEVAS

Dedico este pequeño espacio de intelectualidad a mi gente, que me regaló unas alas inmensas; a la vida, que me enseñó a emprender el vuelo sin estrategias ni maquillaje; a la educación, que me hizo libre. Esta mariposa de altos vuelos recupera su pluma... y escribe. ¡Bienvenidos a mi blog!

"La pluma es más poderosa que la espada y escribir con ella es considerablemente más fácil" (Feldman)

"Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito" (Shakespeare)

"El alma tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que la sostiene" (Victor Hugo)

"La peor lucha es la que no se hace" (Karl Marx)

"Lo que con más trabajo se adquiere, más se ama" (Aristóteles)

A la sombra de tus tacones

       No sé qué es lo que me das ni lo que has hecho de mí. Soy marioneta en tus manos, ave herida en tus delirios, esclavo de tu arrogancia y de tu manera de amar. Hoy tampoco me libraré de tu hechizo, de tu blanca e hipnotizante piel, del oscuro camino que marcan tus besos. Eres mi perdición y yo acudo a tu llamada cada vez que tienes sed de caricias, tu canto de sirena me destruye y enamora y me vuelve ciego y sordo. Eres caprichosa y hábil entre las sábanas, dominas el juego y mantienes el látigo en alto, dispuesta a magullar mi orgullo si trato de darte la espalda y arrancarte del alma. Vivo aprisionado entre tu perverso escote, a la sombra de tus rojos tacones, a la intemperie de tus sedosos muslos, sin salida posible. 

   Me utilizas a tu antojo, me buscas en tus noches solitarias pero nunca amaneces a mi lado. Eres mujer de todos, entregada a los brazos de otros desconocidos. Eres siniestra, retorcida, fácil pero inaccesible, un laberinto sin escapatoria posible, un beso de carmín y vacío, una bruja que utiliza su escoba para escapar del amor y de sus pretextos. Y sufro porque no me conformo con ser tu amante vagabundo, uno de tantos, uno más en tu colección. Y trato de no verte más, de conocer otros brazos más dulces y comprensivos pero tu silueta me llama y el látigo me condena una vez más. Y aquí estoy, de nuevo dónde tú querías, naufragando entre tus excitantes caderas, saboreando tu fino cuello, a la sombra de tus tacones, a la vera de tu falso abrazo.

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