ESTHER DE LÓZAR CUEVAS

Dedico este pequeño espacio de intelectualidad a mi gente, que me regaló unas alas inmensas; a la vida, que me enseñó a emprender el vuelo sin estrategias ni maquillaje; a la educación, que me hizo libre. Esta mariposa de altos vuelos recupera su pluma... y escribe. ¡Bienvenidos a mi blog!

"La pluma es más poderosa que la espada y escribir con ella es considerablemente más fácil" (Feldman)

"Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito" (Shakespeare)

"El alma tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que la sostiene" (Victor Hugo)

"La peor lucha es la que no se hace" (Karl Marx)

"Lo que con más trabajo se adquiere, más se ama" (Aristóteles)

Ridícula Cenicienta I

   Ingenua y perdida, feliz a medias, insatisfecha, soñadora, derrotada. Ridícula Cenicienta. Esperando el momento del baile sin príncipe al que enamorar. Es curiosa la vida. Tienes prisa por crecer y sin embargo, luego sientes nostalgia por todo lo que ha quedado incomprensiblemente atrás. En aquel entonces todo me quedaba grande. Viajaba por el mundo sin billete de avión y observaba los escaparates desde una acera cualquiera, sin atravesar jamás sus cristales. Envidiaba las pestañas postizas, el vestido de noche, las galas de las que jamás sería protagonista.

   No te sientes nunca de ningún sitio, siempre naufragando sin tierra a la que poder echar de menos. Sin corona, ni reinado, ni amor, ni reconocimiento. Con los años comprendes que todo llega en la vida y que la lucha por la supervivencia es tu mayor seña de identidad. Pero claro, los quince años eran otra época, marcada por la incomprensión, la vulnerabilidad, la falta de personalidad, las contradicciones e injusticias. Todo se vivía con más fuerza, todo dolía más. Los zapatos rosas de princesa eran muy cursis y el tacón incondicionalmente matador pero yo los deseaba. Poco me importaba lo grandes que me pudieran quedar.

   Y es que, en el fondo, añoro a esa pequeña, rebelde, inmadura, ridícula cenicienta. Siempre soñando, siempre anhelando una vida de película. No sabía yo que ser la protagonista del cuento iba a ser tan complicado y tan lleno de claroscuros. No sabía tampoco que la vida real se alimenta de una magia imprecisa y que a veces, la cuerda se tensa demasiado y los sueños se cansan de estar tendidos (...)

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