El modelo de sustitución de importaciones fue la política económica seguida por los países del sur (sobre todo, Latinoamérica) y basada en fuertes restricciones a la importación. Con frecuencia, los países en desarrollo se han dedicado a resaltar la necesidad de hacerse “autosuficientes” en cuanto a las mercancías importadas realmente, y de modernizarse industrialmente. Se pensaba que el modelo de sustitución de importaciones permitiría alcanzar dichos objetivos, concentrándose en la producción de productos que previamente estaban siendo importados para el consumo interior. Este sistema se basaba en un proceso simple que consistía en la transferencia, normalmente con ayuda de la asistencia y las inversiones extranjeras, de capital y tecnología. Se prepararon ambiciosos programas de industrialización y se intentó desviar recursos para la financiación de los mismos. De esta forma, los países pobres se llenaron de deuda exterior, y la dependencia de estos países de los países industriales aumentó en lugar de disminuir. Dicha dependencia era principalmente tecnológica, ya que los países en desarrollo no lograron no lograron inventar una tecnología indígena basada en sus propios recursos y capaz de incrementar la preparación y eficacia de su fuerza laboral. Además, la financiación interior de los programas de industrialización dedicada a la sustitución de importaciones llevó aparejado el empobrecimiento tanto del sector rural como de los trabajadores urbanos no especializados.
A pesar de las expectativas creadas con el modelo de sustitución de importaciones, la industrialización no generó un crecimiento auto-sostenido ya que por sí misma no conduce al desarrollo indígena de una tecnología efectiva. Asimismo, a medida que avanzaba la industrialización en un país pobre, la sustitución de importaciones se hacía cada vez más difícil, puesto que las industrias derivadas de este modelo dependían, a su vez, de las importaciones. Tampoco redujo la dependencia del Tercer Mundo con los países ricos, sino que podría decirse que más bien la acrecentó, ante la importación masiva de tecnología y bienes de capital. La salvación, por tanto, no se hallaba en la mera industrialización, sino en el desarrollo de las capacidades científicas y tecnológicas dentro de los propios países en desarrollo y en la reorientación del actual sistema de investigación y desarrollo.
El atraso tecnológico del Tercer Mundo no le permitió ni le permite producir por sí mismo bienes que requieren conocimientos técnicos modernos como un input importante. Exportan normalmente productos brutos o manufacturados de base agrícola o mineral. Estos países no han logrado adaptar o reproducir para sus propias situaciones las innovaciones tecnológicas que se han producido en los países ricos. Este es un factor negativo para estos países ya que a medida que la producción industrial moderna se expande, hay una relativa economía en la utilización de materias primas y éstas se enfrentan, en los mercados mundiales, con la competencia de los productos sintéticos.
La economía internacional de los años 70 se caracteriza por una fuerte división entre economías ricas y pobres. Ya en la década de los 60, los países pobres comenzaron a endeudarse para mejorar sus infraestructuras y poco a poco su deuda externa fue incrementándose. Aunque hay que tener en cuenta que no se les puede eximir de su responsabilidad a la hora de utilizar las ayudas económicas, ya que en muchas ocasiones, gran parte de los fondos recibidos no se invirtió para sus fines teóricos orientándose a la compra de armas o al disfrute de gobernantes corruptos. La brecha entre los países ricos y pobres continuó aumentando, provocando que los productos que salían de las recién implantadas industrias de sustitución de las importaciones se encontraban ante un mercado reducido. Esto conduce a la reducción del incentivo del ahorro y la inversión, por lo que resultó más difícil el funcionamiento de estas industrias a pleno rendimiento o la inversión en industrias de sustitución de importaciones más sofisticadas.
La deuda externa es un lastre pasado que asfixia económicamente a estos países, que encuentran muy limitada su capacidad para invertir en recursos que erradiquen la pobreza. Sus obligaciones financieras impiden al Tercer Mundo desarrollarse y contar con una mínima posibilidad de progreso (...)
1 comentario:
El problema de la sustitución de importaciones en un país como el nuestro (México) es que tampoco se le da apoyo a los empresarios para que puedan producir lo que el país necesita. Por una cuestión de intereses, el gobierno no le da el apoyo a las empresas nacionales y evidentemente sus costos de producción son muchísimo más altos que los de empresas extranjeras por lo que prácticamente es imposible competir. Nosotros creemos que las importaciones son necesarias a la par de la producción local para que exista una mayor competencia (puesto que quien gana es el consumidor). Lo malo es que no creemos que las cosas sean justas en el mercado mexicano.
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